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lunes, 17 de enero de 2011

Por qué la única familia posible es la formada por padre, madre e hijos


Hoy se pretende instaurar un nuevo “modelo familiar”, muy distinto al modelo familiar conocido por el hombre desde que habita en esta tierra. Al modelo “tradicional” o “clásico” de familia humana, constituido por un papá, una mamá, y los hijos nacidos de su unión –o eventualmente adoptados, pero siempre en este modelo “nuclear”-, se le pretende oponer un modelo que, más que “familiar”, puede llamarse “anti-familiar”, puesto que va en contra de la estructura básica del núcleo familiar.

Hoy en día se le llama “familia” a la unión constituida entre dos padres, o dos madres, que para tener hijos, debido a que la naturaleza lo impide, recurren a la fertilización asistida; otro modelo familiar post-moderno es el de una madre soltera –o un padre soltero- que alquila un útero y engendra sin padre conocido –el último caso resonante fue la “octomadre”-, y esto sin contar con las “familias ensambladas”, engendro de nuestra post-modernidad carente de valores, formada por la unión artificial entre parejas provenientes de sendos divorcios. Además de todas estas “nuevas familias”, se le da el nombre de “familia” a todas las combinaciones posibles o imaginables.

¿Qué decir a todo esto? ¿Se puede aceptar sin más este cambio de paradigma? ¿No corremos el riesgo de parecer retrógados, o carentes de humanismo, si no se aceptan los nuevos modelos familiares, hechos posibles por la ciencia y por una voluntad humana que no se fija en los límites éticos?

Hay muchas razones para sostener que el único modelo familiar viable para la supervivencia de la raza humana en la tierra, es el constituido por la familia clásica o tradicional: un padre, una madre, y los hijos nacidos de esta unión.

Veamos cuáles son esas razones.

La familia humana, la constituida por un padre, una madre, y los hijos, tiene su origen no en la tierra, sino en el cielo, puesto que es imagen de Dios Trinidad, que es Familia en sí mismo, pues está constituido por Personas, unidas por el Amor divino. La familia humana, terrena, es una imagen de una Familia anterior a toda familia, una Familia que Es desde la eternidad, las tres hipóstasis de Dios. Dios Uno y Trino ama tanto al hombre, que ha querido hacerlo semejante a Él, y la familia en cuanto tal es una de sus semejanzas: el padre terreno representa a Dios Padre; la madre representa al Amor del Padre y del Hijo, porque, como el Espíritu Santo en la Trinidad une en el amor al Padre y al Hijo, así la madre terrena une en el amor, en la tierra, al padre y al hijo terrenos; el hijo –los hijos- terreno representan al Hijo Eterno del Padre. De esta manera, la familia de Dios Trinidad, constituida por las Tres hipóstasis divinas, que forman un solo Dios, se ve reflejada y representada en la familia humana.

Y así como en Dios Trino es el Amor lo que une a las Personas de esta Divina Familia, así debe suceder en la familia terrena, deben vivir unidas en el amor de las personas entre sí, un amor humano, terreno, propio de sus personas humanas, pero un Amor también divino, celestial, sobrenatural, donado desde el cielo por el Padre y el Hijo, el Espíritu Santo.

Una primera razón entonces por la cual la familia terrena debe estar constituida sólo por el padre, la madre y el hijo, es que sólo de esta manera se convierte en un reflejo en la tierra –y luego, una prolongación, al obrar la misericordia- del Dios Uno y Trino que habita en las alturas.

De esta manera vemos que, rompiendo este esquema, adulterándolo, falsificándolo, dando nombre de “familia” a la agrupación ficticia de personas, inventada por la mente humana apartada del designio divino, lejos de ser una “nueva vía” para la felicidad humana, sólo constituye un obstáculo insalvable para alcanzar precisamente la felicidad, y una fuente continua de dolores y de pesares para el hombre.

La otra razón es que, a través de los padres terrenos –padre y madre- Dios Padre quiere hacer partícipes a los hombres de la alegría de la paternidad. En efecto, Dios Padre es Padre desde la eternidad, al engendrar, en su seno divino, a Dios Hijo, y es en esta generación inefable, eterna, en la que el Padre encuentra toda su predilección, tal como lo dice Él mismo en el Jordán, cuando el Espíritu Santo se posa sobre Jesús, en el momento de ser bautizado por Juan: “Éste es mi Hijo muy amado, en quien me complazco” (cfr. Mt 3, 13-17; Is 42, 1-17), es decir, en quien me alegro.

Dios Padre engendra en su seno a Dios Hijo desde la eternidad, pero quiere continuar ejerciendo su paternidad espiritual, adoptando hijos por la gracia, y es para que sean hijos de Dios por la gracia, que los padres terrenos, generando hijos por el matrimonio, cooperan con el designio de Dios Padre, proporcionando hijos para Él, que luego se convertirán en hijos suyos por la fe y por la gracia, comunicada por los sacramentos.

Por otra parte, para que el amor paterno, participación de la paternidad divina, sea pleno, y se transmita en su plenitud y con toda su fuerza a los hijos, es necesario que los padres sean fieles esposos entre sí, pues consolidados en su propio amor esponsal, este amor esponsal fructificará y se derramará sobre los hijos, como amor de padres.

El amor esponsal entonces necesita ser vivido por los padres, papá y mamá, para que, desarrollado y plenificado, se derrame sobre los hijos bajo la forma de amor de paterno.

De esta manera, el hijo recibe la plenitud del amor esponsal, convertido en amor de paternidad, y se vuelve él mismo capaz de generar amor, el amor de filiación, al sentirse amado y valorado por sí mismo, por ser él quien es, hijo. Se cumple así el retorno perfecto del amor, que completa la imagen trinitaria de la familia humana compuesta por las personas del padre, de la madre y del hijo. Lo que fundamenta y da sentido al matrimonio es el amor esponsal, y lo que fundamenta y convierte al matrimonio en padres es el amor de paternidad, y lo que fundamenta y convierte a esta comunidad de personas en familia, es el amor filial, el amor que surge en el hijo, al recibir el amor de sus padres. Es así como la familia humana se convierte en imagen y reflejo de la Familia divina que hay en Dios Trino, constituida por las Tres Divinas Personas.

Y así, en la comunión en el amor, la familia terrena es un reflejo no sólo de la Trinidad del cielo, sino también de la “Trinidad de la tierra”, la Sagrada Familia de Nazareth, compuesta por Jesús, María y José, que dio al mundo el Pan de Vida eterna, Jesucristo, Salvador de los hombres.

Éstas son las razones de por qué la familia humana debe estar compuesta por un padre, por una madre, y por un hijo.

2 comentarios:

  1. Cada loco con su tema, se fue en su nube ecribiendo, se olle muy bonito y todo, pero eso no hace lo que esta ahi escrito cierto. I'm sori. Lmao

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