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lunes, 9 de abril de 2012

Aumentó cinco veces la venta de la píldora abortiva “del día después”: banalización de la sexualidad y vía libre al aborto masivo


            

            Una penosa noticia, aparecida en el día de hoy[1], propia de los tiempos que corren, dice así: “Se quintuplicó el consumo de la píldora del día después en adolescentes”.

            La noticia es doblemente penosa: por un lado, porque esta droga –levonorgestrel-  no es un medicamento, pues no tiene ninguna clase de indicación médica ya que es abortivo[2], lo cual ya desde un inicio hace ilícito su uso; aún así, su uso desmedido equivale a  un “shock” hormonal que  provoca en las adolescentes efectos secundarios no deseados e incluso algunos muy peligrosos.

            El otro lado de la noticia, el más penoso, es que el uso quintuplicado de la píldora abortiva del día después indica, al mismo tiempo, una quintuplicación de las tasas de abortos, ya que el efecto principal –único- de este esteroide es el impedir la anidación del embrión, al provocar cambios en la composición química del endometrio –excesiva alcalinidad que hace inviable la anidación y sobrevida del embrión- y al disminuir, al mismo tiempo, la secreción endometrial necesaria para la nutrición del embrión., entre otros cambios.

           ¿A qué se debe este aumento pavoroso del uso de esta droga abortiva entre las adolescentes? Nos ayuda a responder un dato proporcionado por el vocero del Sindicato de Farmacéuticos y Bioquímicos de Argentina, a quien se le hace la entrevista. El mismo afirma que  el aumento en la venta se da sobretodo los fines de semana”. Esto habla de una mentalidad hedonista, que ve en la relación sexual el fin último de la relación entre el varón y la mujer, lo cual indica una visión distorsionada de la realidad de dicha unión, la cual es lícita en el ámbito del matrimonio, “lugar” en el que cumple sus dos funciones indisolubles: unión y procreación.

            En síntesis, como dice el título de nuestro artículo: el que se venda cinco veces más la “píldora abortiva del día después”, implica dos hechos penosos: banalización de la sexualidad y aumento sideral de abortos (silenciosos).

 



[2] Adjuntamos un estudio médico acerca del mecanismo de acción abortivo del Levonorgestrel.

Porque el LEVONORGESTREL es abortivo y no anticonceptivo. 
Si un procedimiento es capaz de impedir la fecundación, debe hablarse de un efecto anticonceptivo, en cambio si su efectividad se debe a su acción posterior a la fecundación, donde ya se ha formado un nuevo ser humano, estamos ante un efecto abortivo.
Es aceptado que el LNG  bloquea la ovulación si se ingiere 3 ó más días antes de la ovulación, pero si se ingiere en etapas posteriores no será capaz de impedir la ovulación, por lo tanto el efecto es post-conceptivo o sea abortivo. 
Independientemente  de cual sea el mecanismo del LNG, su efecto abortivo es indiscutible por la particular estructura química del levonorgestrel, de la cual derivan sus propiedades farmacológicas y por otro lado la dosificación y régimen que se administra.   
A que se debe que el LEVONORGESTREL (LNG) tenga estos efectos.
 La píldora del día después o para la anticoncepción de emergencia AE, a ciencia cierta, y sin eufemismos médicos o farmacológicos, para ser utilizado como abortivo de emergencia (porque esa es la finalidad)  es un compuesto sintético derivado de la 19-nortestoterona, molécula que a su vez, deriva de la hormona masculina testosterona.
 Usado como abortivo de emergencia se administra en una dosis de 0,75mg que se repite 12 hs después para dar un total de 1,5mg, dosis 50 veces mayor a la usada en un contraceptivo oral sobre la base del Levonorgestrel. 
Efecto Abortivo. 
El levonorgestrel LNG impide con gran eficacia el desarrollo del embrión humano (femenino o masculino) entre el momento de la fecundación y el momento de la implantación.
Este efecto abortivo se produce por uno o más de los siguientes mecanismos: 
1)     Alteración en el transporte del embrión en las trompas o en el útero, retardando el proceso o acelerándolo, de tal modo que no sea capaz de implantarse en el momento de máxima receptividad o momento de la “ventana de implantación” del endometrio, con lo cual la anidación no ocurre.
 2)     Efectos sobre la receptividad del endometrio que impedirían la implantación.
 3)     Función secretora del endometrio. Ya en dosis bastante menores a las usadas para “abortivo de emergencia”, es capaz de inducir una intensa y prolongada alcalinización del líquido uterino, (elevación del ph) la cual revela una marcada alteración en la función secretora del endometrio, la cual sin duda debe acentuarse con las dosis más altas administradas para el efecto “abortivo de emergencia”  popularmente denominado Anticoncepción de Emergencia (AE) o sea 1,5mg versus 0,4mg de LNG.
También es impresionante el hallazgo de Young y cols. quienes vieron que el LEVONORGESTREL ( LNG) hace desaparecer del líquido uterino la proteína endometrial asociada a la progesterona, PAEP, conocida como glicoledina A, PP-14, etc. que es la más abundante en este líquido uterino y se considera muy importante para la protección inmunitaria y por lo tanto para el desarrollo del embrión antes de su implantación.
 Este efecto es de tan magnitud que demuestra que el levonorgestrel tiene otros efectos aparte de los progestínicos, ya que una droga similar a la progesterona,  de forma inusual, no puede creerse que tenga efectos tan opuestos como este.
Estudios de Kesserü, de Young y de Wu, coinciden en demostrar que la droga levonorgestrel LNG produce intensas y prolongadas alteraciones en la función secretora del endometrio y fundamentalmente en el pH endometrial.
Se ha visto que la preparación inmediata y localizada del endometrio para la implantación es efectuada por el embrión mismo, especialmente por la secreción de gonadotrofina coriónica y de alrededor de 20 factores que produce el embrión antes de implantarse.

Esta intensa actividad de síntesis y secreción de proteínas lleva a una alta demanda de energía. Ello se refleja en un marcado aumento del consumo de glucosa por parte del embrión humano antes de la implantación, el que se triplica en solo tres días.
 Debemos considerar que el pH intracelular del embrión humano antes de implantarse es de 7,12. En el líquido uterino alcalinizado por el levonorgestrel LNG el pH puede llegar hasta 9,1 ó más, esto es 100 veces más alcalino que el interior de las células del embrión.
 La alcalinización intracelular del embrión es incompatible con la vida, el embrión tiene un mecanismo por el cual se intercambia bicarbonato (alcalino) intracelular por cloruro (neutro) extracelular. Ahora bien, para que este mecanismo pueda mantenerse en el tiempo, el cloruro que entró a las células debe ser eliminado de ellas, lo que implica un trabajo químico, o sea un mayor consumo de energía que debe mantenerse durante varios días debido a la acción prolongada del LNG.
Sumado a las ya altas demandas energéticas que tiene el embrión como ya hemos visto, se sabe muy bien también que un pH alcalino detiene el desarrollo de los embriones humanos y aumenta la fragmentación de sus células.
 Es muy importante considerar que los medios de cultivo que se usan en la fertilización in Vitro y que imitan la composición del líquido de las trompas, tiene un pH entre 7.2 y 7.4.
 La magnitud de éstos cambios es tal que no puede concebirse que el embrión humano femenino o masculino antes de su implantación pueda sobrevivir en condiciones tan adversas y prolongadas (por lo menos 3 días de duración) y es lamentable y forzoso concluir que el levonorgestrel (LNG) además de los cambios que induce en el endometrio, lleva a la muerte del embrión antes que pueda ocurrir la implantación. (http://www.redprovida.com/index.php?option=com_content&task=view&id=781&Itemid=75)

domingo, 1 de abril de 2012

Por accidente eléctrico mueren 94 niños



         ¿Qué sucedió? ¿Se cayó una torre de alta tensión sobre un autobús escolar y murieron todos electrocutados? ¿Los fulminó un rayo del cielo mientras estaban al descampado? Nada de eso. Los noventa y cuatro niños muertos fallecieron en un hospital de Italia, el San Felipe Neri, al producirse un desperfecto eléctrico que elevó la temperatura del nitrógeno líquido que conservaba congelados a los embriones.
         En otras palabras, los noventa y cuatro niños muertos son noventa y cuatro “embriones en estado de crioconservación” –eufemismo por “niños congelados”- que al fallar el sistema eléctrico encargado de mantener la temperatura bajo cero, y al no contar con un sistema biológico adecuado para su desarrollo embrionario –útero-, simple y llanamente “murieron”.
         La noticia, prácticamente ignorada por los medios de comunicación masiva –que en casos como este se convierten en medios de “incomunicación masiva”-, fue recogida solamente por algunos sitios, algunos católicos y otros no (http://www.avvenire.it/Cronaca/Pagine/persi94embrioni.aspx;http://article.wn.com/view/2012/03/31/Centro_di_procreazione_distrutti_94_embrioni_per_un_guasto_a/;http://roma.corriere.it/roma/notizie/cronaca/12_marzo_31/guasto-centro-procreazione-san-filippo-neri-persi-embrioni-2003905668658.shtml).
         Si el título de la noticia hubiera sido como el que encabeza este artículo –“Por accidente eléctrico mueren 94 niños”-, con toda seguridad, los principales medios del mundo la habrían reflejado, y sería “trending topic” en Twitter, Facebook, y cuanta red social exista.
         Pero como se trata de embriones, que para la cultura de la muerte imperante no son personas, entonces la noticia no tiene entidad ni importancia, porque para la mentalidad materialista negadora de la vida humana embrionaria decir “noventa y cuatro embriones” es igual a decir “noventa y cuatro células”.
         En síntesis, elevamos nuestras oraciones por estas noventa y cuatro almas, que como mártires inocentes víctimas de los modernos Herodes, han sido privados de sus vidas y de su dignidad, al ser congelados en un refrigerador. Y al ser desechados, como se desecha una mercadería en mal estado, porque el refrigerador dejó de funcionar.
         Triste historia de nuestros tiempos, impregnados de materialismo, de hedonismo, de ateísmo, en el que la noticia de la muerte de noventa y cuatro niños pasa desapercibida.