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viernes, 21 de junio de 2019

La mitad de los jóvenes con psicosis y esquizofrenia son consumidores de cannabis

La mitad de los jóvenes con psicosis y esquizofrenia son consumidores de cannabis

«Ignoramos si la marihuana es una causa directa o desencadenante de la enfermedad, pero su relación es evidente», destacan los psiquiatras

Fermín Apezteguia
FERMÍN APEZTEGUIA
Los porros perjudican seriamente la salud mental. La mitad de los jóvenes diagnosticados de psicosis y esquizofrenia -entre un 40% y un 60%, según la estadística médica que se basa en los diferentes estudios existentes- son consumidores habituales de cannabis. Los psiquiatras, reunidos recientemente en Vitoria en el marco del Curso Nacional de Actualización de la especialidad, han lanzado la voz de alarma. «No sabemos si el consumo de esta sustancia supone una causa directa o un mero desencadenante de los síntomas en personas vulnerables, pero su relación resulta evidente», afirmó el jefe de Psiquiatría del hospital de Basurto, Iñaki Eguiluz.
La advertencia cobra especial sentido en un momento como el actual y en una comunidad como la vasca, que según el propio Gobierno de Euskadi, se encuentra a la cabeza de Europa en el consumo de tabaco, alcohol y hachís. El plan de Adicciones del País Vasco, aprobado el pasado verano, asegura que el 28% de la población admite haber fumado un porro en alguna ocasión. Ese puede no ser un dato preocupante, pero sí lo es, dadas las consecuencias del consumo regular entre los jóvenes, que un 4% de los chavales de entre 15 y 34 años afirme que lo hace a diario.
Ya no se fuman un 'canuto' entre varios, como lo hacían sus padres, sino que cada uno -y ése es el verdadero problema de salud- se mete cada día uno o varios cigarros de marihuana. «Resulta preocupante la percepción de inocuidad que socialmente se tiene de esta sustancia, que tiene en Euskadi una de las mayores tasas de consumos de Europa», reconocían en su informe los redactores del Plan Vasco de Adicciones.

Cuidado con la adolescencia

Un 3,5% de los ciudadanos presenta episodios psicóticos, una complicación mental que se caracteriza por el padecimiento de delirios y alucinaciones. Uno de cada tres afectados, más o menos, el 1% de la población general, acabará convirtiendo esa psicosis en esquizofrenia, que constituye, en realidad, un paso más allá en la gravedad de la patología. Los pacientes pierden a partir de entonces el contacto con la vida real al afectarles la enfermedad a funciones cerebrales básicas como el pensamiento, la percepción, las emociones y la conducta.
2.150 jóvenes vascos son tratados cada año de su adicción al cannabis en la red pública y concertada. Comienzan a consumirlo con 16 años y demandan tratamiento con 27
El conocimiento de esta situación resulta «muy importante» para padres y educadores, porque según Eguiluz, el trastorno, aunque puede presentarse a cualquier edad, generalmente se desata entre los 15 y los 30 años. La adolescencia es una etapa de iniciación de experiencias de todo tipo, por lo que la prevención de las adicciones representa en ese momento de la vida un «auténtico desafío».
El consumo de marihuana afecta directamente a la cognición, que es la capacidad del ser humano para aprender a través de los órganos de la percepción. Provoca, además, pérdida de inteligencia, dificultades para mantener la atención y menor capacidad de concentración. En algunos casos, pueden ser los primeros pasos para la esquizofrenia.
No tienen la menor conciencia de que sufren un problema
Poco puede hacer un paciente ante un primer episodio psicótico porque, según explica Iñaki Eguiluz, el afectado generalmente no tiene la menor conciencia de que sufre un problema. Vive completamente ajeno a su propio conflicto. «Habitualmente ocurre así. Suelen ser la familia, o sus compañeros de trabajo o estudios quienes detectan los primeros síntomas. En ese momento, es fundamental contactar lo antes posible con un profesional de la Psiquiatría para establecer un diagnóstico y fijar un plan terapéutico», determina el especialista. La habitual falta de conciencia de la enfermedad constituye un desafío añadido porque favorece el desinterés de los afectados por cumplir cualquier plan de medicación. Los especialistas consideran que la toma de medicamentos debe combinarse con programas psicológicos o psicoterapéuticos.
No es fácil reconocer un primer episodio psicótico, porque según Eguiluz, profesor de la especialidad en la Facultad de Medicina y Enfermería de la UPV/EHU, a menudo llegan con síntomas inespecíficos. Pero algunos hay. Cambios en el comportamiento, desorganización para las actividades de la vida cotidiana, aislamiento social y deterioro del ritmo académico y laboral pueden ser actitudes, unas con otras, que enciendan las luces de alarma.

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