Hace instantes, mi amiga y gran luchadora Sara Winter, fue detenida en un aeropuerto de México durante varias horas, interrogada y amenazada con deportación. Se desmayó y se golpeó la cabeza al caer. Está fuera de peligro. Acababa de llegar para dar conferencias contra el feminismo, el aborto y la ideología de género. Todos sus documentos estaban en orden.
La dictadura de género va demostrando progresivamente lo que es; nosotros estamos empujando para que termine de mostrarse a sí misma en toda su índole dictatorial. Después de todo, es sabido que cuando el poder se evidencia, es porque se ha debilitado. El poder más efectivo es el que acaricia, no el que castiga. Porque solo castiga allí donde su hegemonía es puesta en cuestión (Gramsci: los niveles de hegemonía son inversamente proporcionales a la necesidad de coerción).
De estos episodios hay que ofrecer lecturas no superficiales. Sara ha sufrido terriblemente hoy; la han maltratado arbitrariamente, y la impotencia que siente es indescriptible. Pero esa impotencia debe ser leída exactamente al revés: si ha hecho saltar los resortes represivos del Estado, lo suyo ha de ser demasiado potente en verdad.
La dictadura de género va demostrando progresivamente lo que es; nosotros estamos empujando para que termine de mostrarse a sí misma en toda su índole dictatorial. Después de todo, es sabido que cuando el poder se evidencia, es porque se ha debilitado. El poder más efectivo es el que acaricia, no el que castiga. Porque solo castiga allí donde su hegemonía es puesta en cuestión (Gramsci: los niveles de hegemonía son inversamente proporcionales a la necesidad de coerción).
De estos episodios hay que ofrecer lecturas no superficiales. Sara ha sufrido terriblemente hoy; la han maltratado arbitrariamente, y la impotencia que siente es indescriptible. Pero esa impotencia debe ser leída exactamente al revés: si ha hecho saltar los resortes represivos del Estado, lo suyo ha de ser demasiado potente en verdad.
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