Transcripción de una entrevista realizada a mi persona por
un estudiante de una carrera universitaria.
¿Considera usted que en estos últimos meses de pandemia el ciudadano se
“relajó” de cierta manera a tal punto de no valorizar la salud a nivel personal
y público?
No creo que el ciudadano se haya relajado con respecto a la
pandemia: pienso que la pandemia fue manejada de un modo inepto e incluso
criminal, al menos por el gobierno nacional argentino, al establecer una
cuarentena prolongada –la más prolongada y estricta del mundo-, que no tuvo
ninguna base científica, que no contribuyó a disminuir los casos sino que los
aumentó y que, además, arruinó la economía argentina, una economía ya devastada
por la política populista del partido hegemónico reinante desde hace setenta
años, el peronismo. El ciudadano lo que hizo fue simplemente seguir su instinto
de supervivencia, porque es falso el dilema planteado por el presidente y el
gobierno: o salud o economía, cuando el problema se debe plantear como salud y
economía (además, este dilema de salud o economía es de un cinismo tal, que no
tiene precedentes, tratándose del gobierno argentino, que promulgó la infame
ley del aborto, por el cual se sentencia a muerte a millones de argentinos por
nacer a futuro, implementando un genocidio a nivel nacional jamás visto en la
historia del país). Hay numerosos casos de países, como Suecia, por ejemplo,
que superaron la pandemia sin la restricción ni el confinamiento irracional y
criminal del gobierno argentino, disminuyendo también el número de infectados y
de muertos por el virus. Creo que la pregunta está mal formulada, en el sentido
de que sigue la estrategia victimista del gobierno argentino: siempre el
culpable es el otro, en este caso, el ciudadano; nunca hay una auto-crítica, un
reconocimiento de errores, una rectificación del rumbo. Eso es peligroso,
porque es el modo autoritario y fascista de actuar, propio de una secta. Si es
peligroso para una secta, mucho más cuando se trata de un gobierno nacional.
¿Usted cree que en el último año de pandemia la Iglesia perdió fieles?
¿Por qué?
Sí se ha notado la pérdida de fieles, más acentuada en el
último año de pandemia, pero esta pérdida ya viene dándose desde hace décadas y
se nota en la disminución del porcentaje que acude a la misa dominical, aunque
también en el porcentaje de quienes reciben los sacramentos, como el sacramento
del matrimonio, de la Eucaristía, de la Confesión, etc. Las razones de estas
disminuciones de la cantidad de fieles son varias y no se limitan a la
pandemia; son múltiples y algunas dependen de la Iglesia y otras no. Algunas que
dependen de la Iglesia son, por ejemplo, la pérdida o dilución del mensaje de
salvación supra-terrena que siempre ha caracterizado a la Iglesia, por la
asunción de un lenguaje y un mensaje intra-terreno, secularizado, que se
subordina a la mentalidad mundana y olvida su propio mensaje religioso; la
pérdida del sentido de la oración, de la práctica de los sacramentos; la pésima
y en algunos casos, nula formación catequística y doctrinal de las nuevas
generaciones de católicos, que en consecuencia se comportan como ateos en la
práctica, aunque nominalmente sean católicos; la elección libre de los
bautizados de optar por una cosmovisión inmanentista, terrenal, que no
trasciende los límites de la razón, del espacio y del tiempo, que se sumerge en
la historia intra-mundana y en los estrechos límites de la capacidad de la
razón humana; la racionalización o protestantización de la fe católica, llevada
a cabo por los fieles e incluso por sacerdotes y obispos, que han llevado a
secularizar el mensaje de salvación sobrenatural propio de la Iglesia; la
pérdida de la fe, en consecuencia, del destino eterno, sea en el Cielo o en el
Infierno, del ser humano; la pérdida de fe en Jesucristo como el Hombre-Dios,
Salvador y Redentor del mundo; la pérdida absoluta del sentido del pecado
mortal, lo cual se ve, por ejemplo, en la libre elección de la convivencia concubinaria
entre los jóvenes, antes que acudir al sacramento del matrimonio, o la práctica
de una sexualidad desenfrenada, como si no existiera la Ley de Dios. Habría que
preguntar a los mismos fieles la razón del porqué abandonan la Iglesia: el 99%
de los que reciben la Primera Comunión y la Confirmación, abandonan la Iglesia
y esto porque eligen, libremente, la vida mundana y secular, porque prefieren
los atractivos del mundo, antes que la práctica activa de la fe católica. La pregunta
acerca del abandono de la fe debe realizarse a los mismos católicos y no solo a
los sacerdotes, porque los católicos laicos son también parte de la Iglesia. La
pandemia contribuyó a la pérdida de fieles, pero por una mala decisión de la
Iglesia, sometida voluntariamente al poder civil o laico, que ordenó cerrar las
iglesias, cuando eso no debería haber sucedido jamás. Precisamente, el Médico
de las almas y de los cuerpos es Jesucristo y hay antecedentes en la historia
de la Iglesia de pandemias y pestes que han sido frenadas por la oración y las
misas. Creo que la pandemia –o mejor, el pésimo manejo de la pandemia- ha
acentuado la crisis de fe que ya existía en la Iglesia, porque ha hecho creer
que la Iglesia es un lugar de contagio; ha hecho creer que da lo mismo asistir
o no asistir a misa; ha hecho creer que ver la misa por las redes es
equivalente a la asistencia personal y presencial; ha aumentado la pérdida de
la fe, de la oración, de la frecuencia de los sacramentos; ha aumentado enfermedades
psiquiátricas, como depresión, angustia, miedo, pánico; ha aumentado los casos de
suicidios, aunque reitero que esto no se debe a la pandemia en sí, sino al
pésimo manejo de la situación sanitaria por parte del gobierno nacional.
En este último año de pandemia, ¿usted notó menos fieles adultos o
jóvenes?
Es notoria la ausencia de jóvenes, pero no se debe culpar a
la pandemia: las razones radican en los propios jóvenes, quienes
voluntariamente dan la espalda a la Iglesia de Jesucristo, para sumergirse en
la vida mundana.
¿Cómo cree que puede atraer más fieles a la Iglesia?
La
Iglesia atraerá más fieles cuando retome su mensaje originario de salvación
eterna y cuando abandone su proceso auto-destructivo de secularización; por
otra parte, el regreso de los fieles depende de los fieles mismos, porque son
ellos quienes voluntariamente se alejan de la Iglesia, no es la Iglesia quien
los expulsa, sino que son ellos los que abandonan la Iglesia, porque prefieren
los mandamientos de Satanás antes que los Mandamientos de Dios. Puede parecer
una expresión fuerte, pero no hay una situación intermedia: o se obedece a
Dios, o se obedece a Satanás. Quien abandona la Iglesia, obedece a Satanás.
¿Quiénes
son los principales transmisores de las creencias y valores religiosos?
Los principales transmisores de la fe y de los valores
morales propios del cristianismo, son los miembros de la familia,
principalmente los padres y también los abuelos, pero al estar en crisis la
institución familiar y matrimonial, por el proceso de secularización que viene
desde hace décadas, esta transmisión de la verdadera fe católica se ha visto
obstaculizado e incluso anulado. En los países comunistas, la fe se transmitía
por las familias; en nuestros países occidentales, secularizados y volcados al
ateísmo, esta vía de transmisión, o se ha perdido, o está en vías de extinción.
Desde el punto de vista de la Iglesia, ¿cómo se vive esta
pandemia?
La pandemia se vive, desde el punto de vista de la Iglesia
oficial, de un modo equivocado, a mi entender, porque la solución no es cerrar
las iglesias, ni transmitir misas por las redes sociales: la solución es
asistir a misas y rezar más, mucho más. Tampoco es la solución el uso de
mascarillas o barbijos, ni la vacunación, que por otra parte es moralmente
objetable, al estar producidas con líneas celulares de embriones abortados.
¿Qué opina de las acusaciones que sufre la Iglesia en los temas de
encubrimientos, delitos sexuales, corrupción y cómo le afecta a usted?
Con
respecto a las acusaciones de pedofilia y corrupción que sufre la Iglesia, me
parece que es un trato injusto y calculadamente perverso que sufre la Iglesia
Católica en particular, porque tanto la pedofilia como la corrupción, se dan en
el ámbito religioso, de cualquier religión, y en el ámbito civil, pero la
prensa se enfoca de un modo particular, sectario y malintencionado, sobre la
Iglesia Católica, dando la impresión de que fuera la única institución en donde
se dan estos males. Por supuesto que estos males existen, pero no son exclusivos
de la Iglesia Católica; se dan en otras religiones y en el ámbito laico, pero
la prensa se enfoca solo en los casos de la Iglesia Católica. En lo personal,
me ha afectado mucho por esto mismo, porque la presión de la prensa
malintencionada es tan fuerte, que da la impresión que ser católico o sacerdote
católico, es sinónimo de connivencia con estos delitos. Por otra parte, se
callan o se ocultan los innumerables beneficios de todo orden, materiales y
espirituales, que la Iglesia Católica brinda en todo el mundo, al mismo tiempo
que se agigantan estos problemas, que son porcentualmente bajos.
Para finalizar, desde un punto de vista personal, ¿cómo le afectó
psicológicamente a usted la pandemia y sus consecuencias? Llámese aislamientos,
distanciamiento de familiares y amigos y hasta imposibilidad de dar misas.
Personalmente,
no me ha afectado la pandemia en sí, sino el pésimo manejo, tanto a nivel
nacional, como internacional, del problema de salud, como por ejemplo, el uso
irracional de elementos que contradicen a la ciencia: el uso de mascarillas en
la población sana –lo dicen nada menos que la Organización Panamericana la
Salud y la Organización Mundial de la Salud, en sus sitios oficiales-, el uso
del PCR como método diagnóstico para personas sanas, lo cual no está indicado;
el uso de medicamentos experimentales llamados “vacunas”, aplicados a nivel planetario,
sin haber pasado por el período de prueba necesario, además de ser moralmente
objetables por utilizar células de embriones abortados. Tengo que aclarar que,
personalmente, llamo a la actual situación de salud, denominada “pandemia” por
la prensa, como “bioterrorismo mediático-gubernamental planetario”, porque es
un verdadero acto de terrorismo el estar informando acerca de números de
muertos y de –falsos- contagiados durante todo el día, todos los días; además,
con la excusa de la pandemia, se han conculcado derechos religiosos, civiles y
humanos, a escala planetaria y con una profundidad nunca vista, solo en
regímenes totalitarios como el comunismo –la principal institución natural humana
afectada por la situación anómala es la familia, al impedirse sus contactos
afectivos más cercanos, además de las relaciones interpersonales en general-;
por último, la cifra de muertos por la pandemia actual, en relación a la
población mundial, es de 0, 021 % del total de la población del planeta: ¿puede
eso llamarse “crisis sanitaria”? En todo caso, lo que revela es la pésima
gestión de los políticos populistas en relación a la medicina y le doy un
ejemplo: en La Matanza, provincia de Buenos Aires, con una población de dos
millones de personas, hay un total de sesenta respiradores: basta un ligero
incremento de la gripe común, para que se produzca una total saturación del
sistema de salud. Ahora bien, con estas cifras y tratándose de un virus
respiratorio –producido por el Partido Comunista Chino como acto de guerra
biológica- cuya tasa de sobrevida es del 99, 95%, ¿se justifica cerrar el
planeta, conculcar los derechos humanos más básicos y encerrar a la población
mundial, tal como lo hace el régimen totalitario comunista? Cabría preguntarse,
si con la excusa de una emergencia sanitaria, que hasta el momento no se
presenta tal, no estamos ante las puertas de un régimen dictatorial comunista
global.
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