Cuando a mi madre le pusieron un controlador de jeringa (un dispositivo utilizado para administrar automáticamente los medicamentos) tres días antes de su muerte en 2009, no me lo pensé dos veces. La amable enfermera del hospicio me dijo que los medicamentos eran "para que estuviera confortable" y ¿qué hija no quiere que su madre esté confortable en sus últimos días?
Sabía que mi madre se estaba muriendo porque el médico del hospicio me lo había dicho. No me pregunté cómo lo sabía. Por aquel entonces, confiaba en los médicos y simplemente aceptaba que, además del don de la curación, también poseían el don de la previsión. ¡Qué ignorante era!
Once años después, el verano pasado, me llamó un hombre muy angustiado. Me dijo que me había visto siendo entrevistado por David Icke en Davidicke.com sobre el sacrificio de los ancianos en las residencias y me dijo que uno de sus familiares había sido víctima. No se anduvo con rodeos y me dijo alto y claro que se había cometido un asesinato y que podía probarlo.
Si no hubiera sabido lo que ya sabía, lo habría descartado como un loco (conozco a muchos en mi trabajo como periodista independiente), pero pude ver por la seriedad de este hombre que decía la verdad. Y esa verdad era horrible. Pero necesitaba pruebas.
Como periodista, tengo que tener mucho cuidado antes de presentar una historia a un periódico: Necesito tener los hechos claros y tener pruebas que respalden cada afirmación. Las anécdotas personales están muy bien y son una parte esencial de cualquier investigación y reportaje, pero no pueden tomarse al pie de la letra.
Así que me reuní con este hombre y fue entonces cuando vi las pruebas con mis propios ojos. (Lamentablemente, esta información no se puede compartir por razones que podré revelar más adelante).
Había estado en contacto con abogados, que le habían dicho que habían empezado a hacer sus propias investigaciones y se estaban preparando para hacer algunas preguntas pertinentes a ciertos políticos y ejecutivos del NHS. Estos abogados han estado trabajando sin parar entre bastidores durante más de un año.
David Icke me entrevistó al final de un año de lo más tumultuoso. Era la primera vez que hablaba públicamente de lo que había averiguado. Mi padre estaba en una residencia de ancianos en ese momento y yo estaba descubriendo todo tipo de horrores, pero esa es otra historia.
(De hecho, escribí tres artículos para el Telegraph sobre la imposibilidad de visitarlo, de sacarlo de la residencia y de intentar cuidarlo en casa).
Me sentí obligada a compartir lo que había descubierto: que nuestros ancianos estaban, efectivamente, siendo asesinados en hospitales, residencias y hospicios.
La entrevista a Icke se hizo viral y mi bandeja de entrada de correo electrónico se llenó rápidamente. Los relatos que me enviaron personas que creían que sus seres queridos habían sido asesinados eran desgarradores. Esta gente estaba desesperada, sin saber a qué atenerse, así que ver el vídeo les dio esperanza. De repente tenía una nueva familia -así lo sentí de todos modos- y quería ayudarles como fuera.
Creía que la mejor manera de hacer que estas historias se escucharan era a través de los medios de comunicación, así que envié un correo electrónico de presentación a 28 editores, diciéndoles que tenía una gran historia que necesitaba ser publicada. Unos días más tarde, les envié detalles de la historia y de las pruebas que había acumulado. La historia era la siguiente:
La eutanasia se utiliza como protocolo médico en los hospitales del Reino Unido.
Una investigación exhaustiva revela que el Liverpool Care Pathway, que fue abandonado en 2014 después de ser considerado inhumano, fue traído de vuelta al comienzo de la pandemia a principios de 2020 y está siendo implementado en hospitales y hogares de cuidado en todo el Reino Unido.
Las pruebas son:
Un documento de la Cámara de los Comunes en el que se detalla una conversación entre el secretario de Sanidad, Matt Hancock, y el diputado conservador Dr. Luke Evans, durante la cual se habla del uso de ciertos medicamentos para dar a los pacientes de Covid una "buena muerte". Una buena muerte es la terminología médica para la eutanasia.
Un vídeo de la conversación anterior.
La confirmación de que Hancock pidió para dos años un sedante llamado Midazolam a un proveedor francés. El pedido se hizo en marzo de 2020. En su momento se afirmó que el fármaco era para el tratamiento de pacientes de Covid. El Midazolam suprime el sistema respiratorio. El Covid es una enfermedad respiratoria. El midazolam se utiliza como fármaco de ejecución en los Estados Unidos.
Citas de médicos, patólogos y farmacéuticos que confirman qué es el Midazolam y cómo debe y no debe utilizarse.
Papeles y enlaces que muestran que el protocolo LCP fue reintroducido a principios de 2020. Esta vez no se llamaba Liverpool Care Pathway, pero el protocolo era idéntico: el uso de un cóctel de fármacos (normalmente Midazolam y morfina), junto con una retirada de alimentos y agua, que conducen a la muerte prematura del paciente.
Documentos que muestran la dosis de Midazolam administrada a los pacientes de Covid y que muestran cómo debe tratarse la disnea de los pacientes con Midazolam.
Información de personas anónimas con información privilegiada - incluyendo abogados, médicos, trabajadores de la salud y enfermeras, que han visto esta práctica abominable sucediendo de primera mano.
Hay un vídeo realizado por el candidato a la alcaldía de Manchester, Michael Elston, en el que describe lo que sabe que está ocurriendo en relación con el asesinato y la eliminación de ancianos mediante el uso de Midazolam.
16 testimonios de personas dispuestas a hablar con la prensa sobre la muerte acelerada de sus seres queridos en hospitales y residencias. Algunos casos son históricos y se produjeron cuando la LCP estaba en vigor; otros han ocurrido en los últimos 14 meses; uno es un "cuasi accidente", cuando una mujer que no tenía nada malo fue sometida a un tratamiento terminal fue rescatada por su nieto en el último minuto.
Mucha gente cree que está bien que los enfermos y los ancianos reciban una "ayuda" farmacéutica cuando están en lo que se considera el final de sus vidas. Pocos parecen darse cuenta de que la eutanasia (en cualquiera de sus formas, voluntaria o involuntaria) es ilegal en el Reino Unido. Si se descubre que una persona está implicada en la eutanasia, se arriesga a una sentencia de cadena perpetua. Quienes sean declarados culpables y acusados de "suicidio asistido" pueden ser condenados a 14 años de prisión.
La normalización de la eutanasia lleva años produciéndose. Ahora Matt Hancock ha empezado a impulsar la legalización del suicidio asistido. ¿Por qué?
La falta de respuesta fue impactante. El silencio fue ensordecedor. Estaba claro que ningún editor estaba dispuesto a publicar la historia. Sin embargo, tenía que hacer llegar esta información al público, pero ¿cómo hacerlo? No me atrevía a tomar la vía de los medios de comunicación alternativos, pero ¿qué otra opción tenía?
Sabía lo que tenía que hacer: Fui a la Isla de Wight - con el hombre que originalmente vino a mí a mediados de 2020 - para visitar a David Icke. Le presentamos pruebas irrefutables de que los ancianos estaban siendo asesinados en hospitales, hospicios y residencias de ancianos usando una droga llamada Midazolam.
El 4 de junio de 2021, David emitió un potente vídeo (enlace abajo), revelando algunas verdades horrendas.
Los correos electrónicos, una vez más, llegaron a raudales. Con cada historia que leía, tenía una sensación de zozobra en mi cerebro... Estas historias estaban resonando en mí... ¿Por qué? Entonces me di cuenta. Mi madre. 2009. En un hospicio... Algo en su brazo... un constante bombeo de medicamentos en su cuerpo. Los vi preparar el controlador de jeringas. Sus ojos estaban abiertos entonces. Segundos después, sus ojos se cerraron, para no volver a abrirse. Me senté con ella durante dos días. Su cuerpo no se movía, pero gruñía y gemía, como una persona amordazada: intentaba desesperadamente decir algo, pero yo no sabía qué. Me di cuenta de que tenía los labios secos y los limpié con agua. Le eché pequeños trozos de helado en la boca. Nadie más le llevó comida ni agua. No se me ocurrió preguntar por qué. Confiaba en el personal del hospicio. No tenía ninguna razón para no hacerlo. Ahora, es una historia muy diferente.
Cuando me di cuenta, me invadió la culpa. ¿Por qué había sido tan estúpida? ¿Por qué no había hecho preguntas? ¿Por qué no me di cuenta de que a mi madre le iban a aplicar la eutanasia? Podría haberla salvado, pero no lo hice. Así es como se sintieron todos los familiares de las víctimas. Su dolor era ahora mi dolor. Aunque estaba triste y agotada, eso me hizo estar más decidida a seguir adelante.
(…)
Más tarde hice tres entrevistas con mi amigo Ant Insuli para su programa de YouTube Discerning Consciousness, luego otra para el canal estadounidense SGT, una para Unity News Network con David Clews y, más recientemente, con el veterano del ejército AJ Roberts para The AJ Roberts Show. Dije más o menos lo mismo en cada emisión y, aunque hablar públicamente me ponía ansiosa, sabía que tenía que hacerlo. Era lo menos que podía hacer.
Han pasado varios meses desde la primera entrevista y todavía estoy intentando que los periódicos nacionales del Reino Unido publiquen un artículo. Estoy decidida a conseguir que las voces de los familiares de las víctimas sean escuchadas por un público más amplio, ya que es la única forma de detener este atroz sacrificio. Cuanta más gente lo sepa, mayor será la indignación.
El gobierno que ha instigado este protocolo enfermizo e ilegal tiene las manos manchadas de sangre y debe, como mínimo, responder a algunas preguntas. Y todos los editores a los que me he dirigido son cómplices de la eutanasia que se ha producido desde que me puse en contacto con ellos. Cuanto más tiempo se oculte esta historia, más responsables serán los periódicos
El mes que viene voy a hacer un documental. Si todo va según lo previsto, estará listo para su estreno a finales de octubre. Es necesario que se sepa la verdad antes de que se cometan más asesinatos y se destruyan más familias. Que se escuchen las historias de las familias de las víctimas es un paso más en la dirección correcta.