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domingo, 24 de octubre de 2021

No se debe experimentar en las edades tempranas del ser humano

 

    

No se debe experimentar en las edades tempranas del ser humano

         La pregunta para hacer ante la estrategia planteada mundialmente en esta actual crisis sanitaria es “¿Por qué experimentar con niños?”. Es decir, no se trata de si se debe vacunar o no a los niños; lo que se cuestiona es la necesidad de experimentar con niños, porque lo que se les está inyectando NO ES una vacuna según el concepto tradicional, sino un fármaco experimental. En otras palabras, el actual esquema de inoculación es presentado como un esquema de vacunación, pero en realidad se trata de un experimento masivo con la población humana en todas las fases de su edad, incluidas ahora la niñez y la juventud. Por eso es que volvemos a preguntar: ¿por qué experimentar con niños?

         La experimentación con seres humanos es algo sumamente delicado y está reglamentado por numerosos tratados y convenciones internacionales, como por ejemplo, el Código de Nüremberg, según el cual se determina que es esencial el consentimiento informado cuando se experimenta con seres humanos. En otras palabras, el candidato a participar del experimento, debe recibir una información clara y detallada acerca de los fines del experimento, pero sobre todo, acerca de los riesgos que corre en caso de participar del experimento y esto no se cumple en ningún lugar,, porque es dejado sistemáticamente de lado.

         Volvemos entonces a la pregunta inicial: ¿por qué experimentar con niños? Como dijimos, el problema esencial no es si hay que vacunar o no a los niños, sino cuál es la necesidad o la razón, del orden que sea, para experimentar con niños. Por un lado, no hay justificación médica alguna, desde el momento en que la tasa de supervivencia en niños y jóvenes es del 99,99%, mientras que los riesgos de sufrir eventos adversos por el fármaco a corto, mediano y largo plazo son elevados, graves -incluida la muerte- y muchos de ellos, todavía desconocidos. La recomendación para experimentar con niños se basa en un falso punto de partida, según el cual los niños asintomáticos transmiten el virus, lo cual se ha demostrado que no es así, tal como lo reflejan diversos estudios científicos: “Galow et al. 2021. Lower household transmission rates of SARS-CoV-2 from children compared to adults. J. Infect. 83, e34–e36; Cao et al. 2020. Post-lockdown SARS-CoV-2 nucleic acid screening in nearly ten million residents of Wuhan, China. Nat. Commun. 11, 5917; Wölfel et al. 2020. Virological assessment of hospitalized patients with COVID-2019. Nature 581, 465–469; Basile et al. 2020. Cell-based culture of SARS-CoV-2 informs infectivity and safe de-isolation assessments during COVID-19. Clin. Infect. Dis.”. Entonces, si un niño o joven asintomáticos no transmiten el virus y si pueden enfrentar la enfermedad viral con el auxilio suficiente de su propio sistema inmunitario, no hay razón alguna, de ningún tipo, para experimentar con niños además de que, en sí misma, es una verdadera monstruosidad experimentar con niños. Los niños son seres humanos, no ratones de laboratorio y por eso mismo, no deben ser ofrecidos, por sus propios padres, a los experimentos masivos con fármacos experimentales que no ofrecen ningún beneficio y sí altísimos riesgos para niños y jóvenes, incluida la muerte. Entonces, aquí está la respuesta a la pregunta inicial: ¿por qué no se debe experimentar con niños? Porque no es lícito arriesgarlos a quedar gravemente enfermos o incluso morir, cuando pueden por sí mismos, con su sistema inmunológico, superar la infección viral sin mayores inconvenientes y porque no es lícito inyectar fármacos experimentales en niños, con el objetivo de proteger a los adultos. Por lo tanto, no hay razón alguna, de ninguna índole, para experimentar con niños, inyectándoles un fármaco experimental transgénico que sólo provocará dolor y muerte. Deben ser los padres de los niños quienes se nieguen rotundamente a sacrificar a sus hijos en un experimento absolutamente inútil, además de siniestro y maligno.

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