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sábado, 27 de junio de 2020

El siguiente objetivo de Black Lives Matter: Jesucristo

Referentes de BLM afirman que la figura de Jesús promueve la supremacía blanca

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Incluso iglesias que han defendido la causa Black Lived Matter han sido vandalizadas. (Wikimedia Commons)
En medio de la destrucción del patrimonio histórico desencadenado en EE. UU. y el mundo, el movimiento Black Lives Matter (BLM) ha señalado a su siguiente objetivo: Jesucristo. Toda representación de Jesús, desde murales hasta estatuas, deben ser destruidas, ya que, según los referentes de este movimiento, promueven la «supremacía blanca».
El escritor y activista de BLM, Shaun King, anunció que apoya la destrucción de estatuas que representan a un Jesús blanco: «Sí, creo que las estatuas del europeo blanco que dicen que fue Jesús también deberían ser derribadas». «Son una forma de supremacía blanca. Siempre lo han sido», tuiteó King
También hizo un llamado a eliminar a la Virgen María, a quien no llamó por su nombre, simplemente se refirió a ella como su madre y aplicó la misma sentencia para sus «amigos blancos». No es claro si se refiere a los apóstoles, a las figuras de santos o bien cuán amplio se extiende el grupo de amigos de los principales referentes cristianos.
Por ejemplo, en el estado de California ya fue derribada la estatua de San Junípero Serra, el sacerdote que evangelizó a los indígenas de la zona.
A principios de esta semana también fue vandalizada la iglesia St. John’s en Washington, que a principios de mes había sido atacada, pese a que dicho templo defendió la causa BLM.
En claro desconocimiento de la Biblia, King asegura que Jesús fue hasta Egipto para poder pasar desapercibido entre sus semejantes. Lo cual, afirma, pone en evidencia que Jesús era un hombre de piel oscura. Señaló que los historiadores creen que Jesús probablemente tenía la apariencia de personas que generalmente vivían en el Medio Oriente durante su tiempo, en lugar del hombre blanco que a menudo se representa en la iconografía cristiana.
No obstante, la provincia romana de Egipto fue fundada en el año 30 antes de Cristo. Hasta entonces, estaba bajo el mandato griego. La faraona Cleopatra pertenecía a la dinastía ptolemaica. Tanto los griegos como los romanos eran europeos y, por tanto, blancos. Por ende, si se tratase de pasar «desapercibido», como alega King, Jesús tendría aspecto mediterráneo, pues ni siquiera entre los europeos hay rasgos homogéneos. De hecho, es el grupo más diverso, desde el color del cabello hasta los ojos y tonos de la piel.
Paralelamente, Jesús era judío, grupo étnico religioso que tiene 12 tribus, entre ellas personas de tez y ojos claros. En todo el Medio Oriente se encuentran rasgos similares, incluso el presidente de Siria, Bashar al-Ásad, tiene ojos celestes, también el menor de sus hijos. Hasta hoy, en Palestina existen habitantes de cabello rubio y ojos celestes, mayormente en la Ribera Occidental, sobre todo en las familias Tamimi y Shbeta.
Si bien no se sabe a ciencia cierta cómo era el aspecto de Jesús, mayormente es representado con el cabello y los ojos castaños. No es claro si eso también resulta supremacista para King, que tiene esas mismas características.
De hecho, King ha sido denunciado de fingir ser «biracial» para lograr ventajas económicas, como las becas que entrega la millonaria Oprah Winfrey, de las cuales fue beneficiario en una universidad privada a la cual han asistido históricamente hombres negros. La plataforma Breitbart publicó un artículo donde señala a King por falsificar su identidad y ser hijo de padre y madre blancos. En su defensa, King dijo que en su acta de nacimiento aparece el nombre de su padre adoptivo y que en verdad su padre biológico fue un hombre negro de piel clara, según le informó su madre.
Referentes de la comunidad negra de inspiración conservadora y religiosa también han señalado a King y BLM por sus ataques contra iglesias.
Lo cierto es que el sentimiento anticristiano ha sido parte de toda revolución desde la francesa, y BLM ha demostrado tener muchos paralelos con dicha revolución. Al pretender remover la simbología religiosa de una sociedad y modificarla, esta organización busca cambiar un hito histórico como parte de su proceso de transformación.
Tal como sucedió en la Revolución francesa, donde entre 1792 y 1806 no se celebraron fiestas cristianas, pues se creó un nuevo calendario sin ellas e incluso se cambió el año 0, que en Occidente empieza con la muerte de Jesucristo, por el año de la revolución que dio inicio a la persecución religiosa conocida como «el reino del terror», donde se expidieron cerca de 16 000 sentencias de muerte que empujaron a los cristianos a practicar su fe en secreto e incluso en el mar, fuera de la jurisdicción revolucionaria.
Incluso hay términos adoptados por BLM que surgieron en la Revolución francesa y son aplicados hoy en regímenes comunistas como el cubano para señalar a sus detractores, como el de «contrarrevolucionarios». Cabe destacar que en la Cuba comunista la persecución religiosa es el pan de cada día, sobre todo si los padres se atreven a educar a sus hijos por fuera del sistema de enseñanza única: la del Estado.
BLM tomó este mismo concepto y se refirió a los opositores en Venezuela como «contrarrevolucionarios» cuando estos ganaron las elecciones parlamentarias en 2015, año en el que una de las tres fundadoras de dicha organización, Opal Tometi, fue observadora internacional del proceso electoral al servicio de Nicolás Maduro.
La alianza entre BLM y la revolución socialista es cada día más evidente, pues ha dejado en claro que busca la instauración del socialismo, y lleva la lucha del marxismo clásico entre proletario y el burgués a la lucha racial y la guerra entre sexos por medio del feminismo, al cual adhieren sus fundadoras.
Tal como exige el Manifiesto Comunista de Karl Marx, piden la abolición de la familia tradicional, un hito cristiano, y exigen educación pública para la población negra, financiada por los ricos (equiparando a su vez a la negritud con la pobreza, pese a la enorme cantidad de negros millonarios en EE. UU.). Demandan que la «educación» incluya el concepto del aborto como un derecho inculcado en niños y el acceso a este sin límite de edad, un escándalo para cualquier cristiano.
Sobre todo si se toma en consideración que el aborto es la principal causa de muerte en la comunidad negra de EE. UU. Desde su legalización en 1973, 20 millones han muerto por este motivo. 33 % del total en un país donde son el 12,1 % de la población. De hecho, en la ciudad de Nueva York frecuentemente hay más abortos que nacimientos.
Fiel al ideario marxista que ha demostrado enarbolar BLM, el sentimiento anticristiano resulta útil para terminar con el concepto de la sacralidad de la vida. Solo importan aquellas vidas útiles para sus consignas, no los picos de asesinatos durante los saqueos de sus propios activistas, mucho menos las de los indefensos.

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