Jamie Berube llevaba seis semanas de embarazo cuando decidió abortar. “He hecho un montón de cosas malas en mi vida, he tomado decisiones que me perseguirán el resto de mi vida, da igual lo que gaste en atenciones psicológicas”, lamenta.
“Pero la elección que hice al firmar sobre un papel en el que aceptaba terminar mi embarazo está entre las que 
más me arrepiento”, reconoce al portal YourTango.com.

“Sí, me arrepiento de abortar. Me arrepiento de no haber pensado más esa decisión. Me arrepiento de no 
haber pensado que podría haber sido una gran madre”, continúa, “lo peor de todo es que esta decisión no 
tiene marcha atrás, es irrevocable”.
Incluso había elegido ya los nombres: Penélope Wren si era chica, Amory Jude si era chico.
La depresión postaborto le llevó a sopesar la idea del suicidio
Como otras tantas mujeres, Berube se sometió a un aborto químico que consiste en tomar unas píldoras 
que matarán al feto y ayudarán a expulsarlo.
A la cita médica acudió su novio, pero al dar el paso supo que todo había cambiado. “Le pedí que se quedara conmigo después de abortar pero no quiso. Nuestra relación se había terminado. Sentí en ese momento que 
había alguien más, que después de abortar también se habría acabado el ‘nosotros’”, explica.
La depresión postaborto la llevó a sopesar el suicidio. Es un hecho constatado que el aborto puede dañar severamente la salud mental de la mujer.
Las mujeres que han sufrido un aborto presentan cuadros depresivos, ansiedad y tendencias suicidas, así como abuso de alcohol y drogas.
Las clínicas, en vez de avisar con estos datos, no solo los eluden sino que venden el aborto como algo 
‘liberador’.
Berube es una de esas mujeres que no contaron con todos los datos ni con el apoyo de los más cercanos 
para evitar abortar. Ahora ese momento le perseguirá toda su vida.

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