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domingo, 14 de marzo de 2021

86 mujeres católicas publican carta sobre “vacunas contaminadas con el aborto”

 

Redacción ACI Prensa

Imagen referencial / Crédito: Pexels
Imagen referencial / Crédito: Pexels

10 de marzo de 2021

Un grupo de 86 mujeres católicas de 25 países publicaron una carta para oponerse a las que llamaron vacunas contra el COVID-19 “contaminadas con el aborto”.

Entre los firmantes de la carta, publicada el lunes 8 de marzo, hay médicos, enfermeras, expertas en bioética, religiosas y activistas provida de cuatro continentes, como las estadounidenses Abby Johnson y la hermana Deirdre “Dede” Byrne POSC, cirujana y militar retirada.

La declaración también fue firmada por la médica polaca Wanda Półtawska, quien fue víctima de experimentos pseudo-médicos en un campo de concentración nazi cuando tenía poco más de 20 años.

“No podemos quedarnos tranquilas mientras el uso de fetos humanos abortados en la investigación médica se normaliza gradualmente como una parte 'desafortunada' de la medicina moderna”, afirmaron las mujeres. 

“Es hora de que el clero y los laicos enfrenten con valentía este horror y defiendan el derecho a la vida de los más vulnerables con 'máxima determinación'”, indicaron.

La carta se refirió al argumento de que el uso de una “vacuna contaminada con el aborto es moralmente lícito porque la cooperación en el mal es 'remota'”, expresada por varios obispos y el Vaticano. Las mujeres dijeron que ese tipo de “posiciones pueden no reflejar la verdadera amplitud y gravedad” de la situación.

“El mal de usar líneas celulares fetales abortadas involucra no solo el asesinato original, sino la comercialización en curso del cuerpo del niño, así como la negativa definitiva a enterrar sus restos profanados”, indica la carta. 

El Vaticano ha señalado que el uso de vacunas COVID-19 que se produjeron utilizando líneas celulares derivadas del aborto es “moralmente aceptable” cuando no hay otras alternativas disponibles, debido al “grave peligro” que representa la propagación del coronavirus.

La Congregación para la Doctrina de la Fe publicó una nota en diciembre de 2020 en la que explicaba que el “recurso a tales vacunas no significa una cooperación formal con el aborto del que se obtuvieron las células con las que las vacunas han sido producidas”.

También instó a las empresas farmacéuticas y a los organismos sanitarios gubernamentales a “que produzcan, aprueben, distribuyan y ofrezcan vacunas éticamente aceptables que no creen problemas de conciencia, ni al personal sanitario ni a los propios vacunados”.

En su carta del 8 de marzo las mujeres sugieren “humildemente que tales declaraciones, incluidas algunas oficiales emitidas por los obispos e incluso el Vaticano, se basan en una evaluación incompleta de la ciencia de la vacunación y la inmunología, y suplicamos a dichos proponentes a reevaluar sus declaraciones a la luz de los siguientes hechos”.

La declaración enumeró cinco puntos, incluida una cita de un estudio revisado por pares publicado en el Boletín de la Organización Mundial de la Salud en octubre de 2020 que encontró que la tasa de supervivencia promedio del SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19, es 98.3%.

Según la declaración, las candidatas a vacunas que informaron haber usado células fetales abortadas “solo durante las pruebas” también hicieron uso de las células HEK-293 [Riñón embrionario humano-293] “como parte integral del desarrollo de su ARNm candidato”. Pfizer y Moderna son vacunas de ARNm.

Dada la “naturaleza experimental” de la vacuna contra el COVID-19, las personas no deben ser forzadas, coaccionadas o instadas a tomarla, afirmaron las mujeres.

La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCBB) reiteró este mes la enseñanza del Vaticano sobre las vacunas COVID-19 producidas con la ayuda de líneas celulares derivadas del aborto, luego de que una vacuna desarrollada por Johnson & Johnson recibiera la aprobación de la Administración de Medicamentos y Alimentos ​​ o Administración de Alimentos y Medicamentos​ (FDA).

Los obispos se hicieron eco del Vaticano al afirmar que es “moralmente aceptable” recibir vacunas COVID-19 producidas con líneas celulares de fetos abortados cuando no hay alternativa disponible, pero si es posible, los católicos deberían elegir una vacuna con una conexión más remota con el aborto.

La vacuna Janssen/Johnson & Johnson utilizó PER.C6, que, según la revista Science, es “una línea celular patentada propiedad de Janssen, una subsidiaria de Johnson & Johnson, desarrollada a partir de células retinianas de un feto de 18 semanas abortado en 1985”, en diseño y desarrollo, producción y pruebas de laboratorio.

En contraste, las vacunas de ARNm disponibles de Pfizer y Moderna tienen una conexión extremadamente remota con el aborto en las fases de diseño y prueba, lo que lleva a los especialistas en ética a juzgar esas vacunas como “éticamente irreprochables”, dijo la USCCB.

La declaración de esta semana del grupo de mujeres católicas afirmó que las declaraciones que justifican el uso de vacunas derivadas del aborto “ignoran la gravedad y la inmediatez de los crímenes cometidos contra los no nacidos”.

“Sabiendo esto, ¿cómo podemos beneficiarnos voluntariamente de su sacrificio mediante el uso de una vacuna que utilizó los cuerpos de estos bebés abortados en cualquier punto en el proceso de producción, sin importar cuánto tiempo atrás?”

“El mal de usar líneas celulares fetales abortadas involucra no solo el asesinato original, sino la comercialización en curso del cuerpo del niño, así como la negativa definitiva a enterrar sus restos profanados”, dijeron.

La declaración también señaló que las líneas de células fetales “no duran indefinidamente” y los fabricantes de vacunas tendrán fuertes incentivos para crear nuevas líneas que coincidan con las antiguas. Las mujeres argumentaron que el uso de tejido fetal abortado en el desarrollo de intervenciones médicas “impulsará la búsqueda de nuevo tejido fetal abortado”.

“Esto ha ocurrido varias veces en las últimas décadas, con la línea celular fetal abortada más reciente desarrollada en 2015”, dijo.

Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.

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