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jueves, 7 de octubre de 2021

¿Puede la proteina Spike en vacunas de Moderna y Pfizer provocar trombos sanguíneos, inflamación cerebral y ataques al corazón?

 

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Estados Unidos

¿Puede la proteina Spike en vacunas de Moderna y Pfizer provocar trombos sanguíneos, inflamación cerebral y ataques al corazón?

Lyn Redwood - Traducción Rosina Bianco.
Presidente de "Children's Health Defense" (Defensa de la Salud de los Niños)
The Defender. 3/10/2021

El Dr. J. Patrick Whelan, reumatólogo pediatra, alertó a la FDA en diciembre que las vacunas mRNA podrían causar daño microvascular en el cerebro, el corazón, hígado y riñones en formas que no fueron comprobadas en los ensayos de seguridad. Ahora, cuando la farmacéutica Pfizer solicita a la F.D.A. de EE.UU autorización de emergencia para vacunar a niños menores de 12 años con sus "vacunas" experimentales y algún país sudamericano como Chile comienza a dar arriesgadamente una inoculación de otro origen en infantes, las señales de alarma pasan al rojo.

En diciembre 8 del 2020, el Comité Asesor para Vacunas y Productos Biológicos Relacionados de la FDA (VRBPAC) recibió presentación pública de J. Patrick Whelan, M.D., Ph.D. Esta presentación era en respuesta al pedido de la Agencia de comentarios en relación a las vacunas contra el SARS-CoV-2 en vistas a la reunión del Comité en diciembre 10, en la cual el Comité revisaría la autorización para el uso de emergencia de la vacuna de (EUA).

La formación de Whelan (Harvard, Texas Children’s Hospital and Baylor College of Medicine) incluye su grado en bioquímica, medicina y reumatología. Durante 20 años trabajó como reumatólogo pediatra. Se especializa en tratar niños con el Sindrome Inflamatorio Multisistémico
(multisystem inflammatory syndrome (MIS-C)), que ha sido asociado con las infecciones de coronavirus.

En su presentación pública Whelan intentaba alertar a la FDA acerca de que las vacunas diseñadas para crear inmunidad contra la proteína pico SARS-CoV-2 podrían causar daño.

De manera específica, Whelan estaba preocupado porque la nueva tecnología de la vacuna mRNA utilizada por Pfizer y Moderna tiene “el potencial de causar daño microvascular (inflamación y pequeños coágulos de sangre llamados micro-trombos) al cerebro, corazón, hígado y riñones en formas que no habían sido establecidas en los ensayos de seguridad.

Mientras que Whelan no discutía el potencial de las vacunas para frenar rápidamente la expansión del virus (asumiendo que las vacunas demuestren que realmente previenen la transmisión, lo que tampoco se evaluó en los ensayos clínicos), él alertó que “sería muchísimo peor si cientos de millones de personas fuesen a sufrir daños de larga duración o permanentes en la micro vasculatura del cerebro o del corazón, como resultado de un error o falla en la apreciación de corto plazo de los efectos a largo plazo de las vacunas basadas en proteína spike sobre otros órganos”.

Desafortunadamente las preocupaciones de Whelan no fueron tratadas, y en cambio la Agencia se basó en datos de ensayos clínicos limitados. La VRBPAC apoyó el uso de la vacuna de Pfizer el 10 de diciembre. El día siguiente, la FDA aprobó la utilización de emergencia de la primer vacuna contra el covid-19, permitiendo así que la vacuna de Pfizer-BioNTech COVID-19 fuera ampliamente distribuida a todo individuo mayor de 16 años, sin exigir los estudios adicionales que Whelan estaba convencido eran críticos para asegurar la seguridad de la vacuna, especialmente en niños.

¿Por qué estaba Whelan tan preocupado de las vacunas de mRNA causaran trombos e inflamación?

Uno de los hallazgos peculiares y muy frecuentemente mortales con respecto a la infección con SARS-CoV-2 es el daño amplio que ocurre en numerosos órganos más allá de los pulmones. Los médicos clínicos en el mundo han visto evidencia que sugiere que el virus puede causar inflamación cardíaca, enfermedad renal aguda, disfunción neurológica, trombos sanguíneos, daño intestinal y problemas hepáticos. De manera inesperada, sin embargo, los médicos observaron una presencia muy limitada o inexistente del virus en otros órganos que no fueran los pulmones.

Aquí está lo que sabemos actualmente del impacto del virus en los pulmones.

Complicaciones cardiovasculares del COVID-19

A pesar que originalmente se pensó que el COVID-19 era una infección respiratoria, ya se ha establecido que la infección afecta también al corazón.

El Dr. Aeshita Dwivedi, cardiólogo del Hospital Lenox Hill en New York City ha establecido: “A medida que la pandemia de COVID-19 ha evolucionado, la investigación ha demostrado progresivamente que el virus impacta en múltiples órganos del cuerpo, incluyendo el corazón.”

Se ha informado que cerca de un cuarto de los hospitalizados con COVID-19 experimentan daño en el miocardio y muchos desarrollan arritmias o enfermedad tromboembólica.

En un estudio prospectivo que siguió a 100 pacientes recuperados del COVID-19, los investigadores encontraron que el 78% de los pacientes presentaban interesado el corazón en el MRI (resonancia magnética), y una inflamación persistente del miocardio en el 60%. Estos hallazgos fueron independientes de la severidad de la infección, su curso total y el tiempo transcurrido desde el diagnóstico original.

En octubre del 2020, los investigadores se centraron en el corazón luego de fallecimiento por COVID-19 y encontraron “que era común el daño cardíaco, pero más a raíz de los trombos que de la inflamación” y que “eran frecuentes los micro-trombos sanguíneos.”

“No esperábamos esto,” dijo el co-autor del estudio, el Dr. Renu Virmani, del CVPath Institute en Gaithersburg, Maryland. “Parece improbable que la invasión viral del corazón esté jugando un rol mayor en producir la necrosis del miocardio y los micro-trombos.”

El Dr. Hyung Chun, cardiólogo de Yale, sugiere que las células del endotelio que recubren las vasos sanguíneos potencialmente liberan citoquinas inflamatorias que exacerban más aún la respuesta inflamatoria del organismo y llevan a la formación de trombos. Chun dijo: “El endotelio inflamado contribuye no solamente a empeorar el resultado en el COVID-19, sino que es considerado un factor importante que contribuye al riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.”

Un estudio subsecuente publicado el mes pasado confirma los hallazgos de micro-trombos resultando en necrosis micro-trombótica, indicativa de un reciente infarto de miocardio, en 40 individuos que murieron por infección de COVID-19 — los estudios identificaron también los micro-trombos como una causa mayor de daño cardíaco.

Complicaciones neurológicas del COVID

Los individuos con COVID-19 experimentan un vasto número de síntomas neurológicas, tales como Dolores de cabeza, ataxia, conciencia disminuida, alucinaciones, accidentes cerebro vasculares y hemorragia cerebral.
Pero los estudios de autopsias todavía tienen que encontrar una evidencia clara de la destructiva invasión viral en los cerebros de los pacientes, impulsando a los investigadores a considerar explicaciones alternativas de cómo el SARS-CoV-2 causa síntomas neurológicos.

En un estudio de 18 pacientes COVID-19 con síntomas neurológicos que murieron en hospital el pasado abril, Mukerji y colegas encontraron niveles de ARN viral muy bajos — lo que es un misterio — en tan sólo cinco de los cerebros de los pacientes. Como la baja concentración del ARN “parece fuera de proporción con los profundos déficits que las personas están experimentando”, dijo Mukerji, “yo estaría extremadamente sorprendido si la mayoría de los casos en los que las personas tienen síntomas neurológicos fuesen debidos a la invasión viral.”

En un análisis más reciente publicado el 4 de febrero del 2021, en el New England Journal of Medicine, investigadores del Instituto Nacional de Desórdenes Neurológicos y ACV (National Institute of Neurological Disorders and Stroke) documentaron daño micro vascular pero ninguna evidencia del virus en el cerebro de pacientes que habían fallecido de COVID-19. Ellos informaron: “En una cohorte conveniente de pacientes que habían fallecido de COVID-19, se observe daño micro vascular multifocal en el cerebro y bulbos olfatorios por medio de resonancia magnética microscópica, evaluación histopatológica y análisis inmuno-histo-químico de las secciones correspondientes, sin evidencia de infección viral”.

¿Si no se trata de infección viral, ¿qué otro factor asociado al COVID-19 podría estar causando daño a órganos distantes?

El culpable más probable ha sido identificado como la proteina pico del COVID-19, liberada a partir de la capa exterior del virus hacia la circulación. La investigación citada más abajo ha documentado que la proteína pico viral es capaz de iniciar una cascada de eventos que causan daño a órganos distantes en los pacientes COVID-19.

De forma muy preocupante, varios estudios han encontrado que las proteínas pico solas tienen la capacidad para causar daño extensor a través del cuerpo, sin evidencia alguna del virus.

Lo que hace que este hallazgo sea tan perturbador es que las vacunas de ARN mensajero manufacturadas por Moderna y Pfizer que están siendo administradas a través de los Estados Unidos, programa nuestras células para manufacturar esta misma proteína pico de coronavirus como forma de disparar en nuestros cuerpos la producción de anticuerpos al virus.

De acuerdo a la carta al FDA de Whelan, la “vacuna Pfizer/BioNTech está compuesta de un ARN mensajero que produce una proteína pico de longitud completa fijada a la membrana”.

Un estudio histórico de Nature Neuroscience, publicado pocos días después de la carta de Whelan, encontró que la proteína pico de COVID-19 (S1), obtenida comercialmente e inyectada en cobayos, rápidamente cruzaba la barrera hemato-encefálica y fue encontrada en todas las 11 regiones cerebrales examinadas, habiendo penetrado el espacio cerebral parenquimatoso (tejido funcional en el cerebro).

Los investigadores reconocieron que tal amplia entrada al cerebro podría explicar los diversos efectos neurológicos de S1 tales como encefalitis, dificultades respiratorias y anosmia (pérdida del olfato). La proteína pico inyectada fue también encontrada en pulmón, bazo, riñón e hígado de las cobayas.

Un Segundo estudio publicado en diciembre del 2020 en Neurobiology of Disease (Neurobiología de la Enfermedad) informó que las proteínas pico del SARS-CoV-2 mostraban un impacto directo negativo sobre las células del endotelio y proveían “explicaciones plausibles” para las consecuencias neurológicas observadas en pacientes con COVID-19. Los investigadores demostraron que la enzima convertidora de angio-tensina 2 (ACE2), conocido objetivo la de proteína pico del SARS-CoV-2, se encuentra “expresada de forma ubicua a través de vasos de varios calibres en la corteza frontal.

En otro estudio, los investigadores que estaban analizando tejidos cerebrales de 13 casos fatales de COVID-19, encontraron pseudo viriones (pico, proteínas de envoltura y proteínas de membrana sin ARN viral) presentes en el endotelio de micro vasos de todos los 13 cerebros. Concluyeron que ACE2 + daño endotelial es parte central de la patología del SARS-CoV-2 y puede ser inducido por la proteína pico sola. La inoculación con una subunidad de la cadena larga de pico S1 en la vena de cola de los cobayos, como parte del mismo estudio, llevó a signos neurológicos (sed aumentada, comportamiento de stress).

Una de las complicaciones observadas en infecciones de SARS-CoV-2 en niños es similar al síndrome de shock de la Enfermedad de Kawasaki, caracterizado por hiper-inflamación multi-sistémica, edema y vasculitis (MISC-C) que trata el Dr. Whelan.

La investigación ha encontrado que la proteína pico del SARS-CoV-2 por sí sola es un potente inductor de disfunción endotelial, sugiriendo que “las manifestaciones del síndrome de shock de COVID-19 shock en niños pueden ser por lo menos parcialmente atribuidas a esta acción.”

Volvamos ahora a las preocupaciones del Dr. Whelan en su carta a la FDA:

“Estoy preocupado acerca de la posibilidad de que las nuevas vacunas destinadas a crear inmunidad contra la proteína pico del SARS-CoV-2 tengan el potencial de causar daño micro vascular al cerebro, corazón, hígado y riñones en una forma que no parece haberse dado en los ensayos de seguridad de estas drogas potenciales.”
Whelan se estaba refiriendo al hecho de que las vacunas de ARN mensajero trabajan incorporando el modelo genético para la proteína pico clave de la superficie del virus en una fórmula que – cuando inyectada en humanos – instruye a nuestras propias células a fabricar la proteína pico. En teoría, el cuerpo entonces fabricará anticuerpos contra la proteína pico para protección contra la infección de SARS-CoV-2.

El problema con este escenario, como hemos visto arriba, es que la proteína pico por sí sola — que las vacunas de mARN instruyen al organismo a fabricar — se encuentra implicada como causa clave de daño y muerte en las infecciones de COVID-19.

Basado en la investigación conducida hasta la fecha, es muy posible que algunos receptores de la proteína pico de mARN en vacunas experimentarán los mismos síntomas y daños asociados con el virus.

Nuevamente de acuerdo a Whelan, “el potencial para causar daño micro vascular (inflamación y pequeños trombos sanguíneos llamados micro trombos) al cerebro, corazón, hígado y riñón no fueron comprobados en los ensayos de seguridad.”

Whelan también especificó en su carta que “se requiere especial precaución con respecto a la vacunación general de niños antes de que haya información real acerca de la efectividad y seguridad de estas vacunas.”

Desgraciadamente y reafirmando las preocupaciones de Whelan, un adolescente de 17años fue recientemente hospitalizado en Israel sufriendo severos dolores en su pecho unos días después de haber recibido la segunda dosis de la vacuna contra el coronavirus.

Desde que se comenzó la vacunación generalizada el 14 de diciembre del 2020, Children’s Health Defense ha estado siguiendo los informes del VAERS (Vaccine Adverser Event Reporting System), de los medios y las comunicaciones vía email de individuos y miembros de familia que han experimentado reacciones adversas.

El 29 de enero del 2021 se informaron 11.249 eventos adversos relacionados con dos de las vacunas de mRNA. Estos informes incluyen 501 fallecimientos, 1066 hospitalizaciones, 2443 visitas a emergencia, 1447 visitas a consultorio y 147 casos de anafilaxis.

Lo que es preocupante es que estos informes son apenas la punta del iceberg. Un estudio de 2010 de Harvard encargado por el Departamento de Salud y Servicios Humanos reveló que los daños reportados a VAERS representan un estimado del 1% de los daños reales.

Incluso los productores de vacunas han calculado por lo menos “50 veces menos informes de efectos adversos que los que realmente tienen lugar”.

El 18 de diciembre del 2020, Robert F. Kennedy, Jr., Presidente del Children’s Health Defense y su consejero legal jefe, escribió al Dr. David Kessler, entonces copresidente del grupo de trabajo de transición sobre coronavirus de Biden y hoy Científico Jefe del grupo de respuesta COVID-19 del presidente Biden, pidiendo que Kessler considerara la necesidad perentoria de un sistema monitor comprehensivo e integral de los resultados adversos de la vacunación.

Este pedido es importante y urgente a la luz de la decisión de la FDA de autorizar el uso de emergencia de dos vacunas de mRNA a continuación de ensayos clínicos abreviados para su pre aprobación. En vista que las compañías fabricantes de la vacuna COVID-19 tienen inmunidad frente a cualquier demanda a causa de daños causados por sus productos, nuestros reguladores de salud pública tienen una responsabilidad mayor de monitorear los efectos adversos. A la fecha no hemos recibido respuesta de parte de Kessler.

La asociación Children’s Health Defense comparte las mismas preocupaciones que Whelan y numerosos otros médicos clínicos y científicos que han hablado acerca de la carencia de testeados adecuados acerca de la seguridad y eficacia de las vacunas con anterioridad a su distribución general, especialmente en niños.

Ignorar estas advertencias válidas y científicamente fundadas puede resultar en cientos de millones de personas sufriendo daños potencialmente letales o daño permanente a consecuencia de la vacunación. Más allá de ello, significará erosionar aún más la cada vez menor confianza que nuestro país tiene en nuestras agencias regulatorias federales para proteger la salud de todos los americanos.

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