La cultura de la muerte y sus trágicos errores
“Médicos” abortistas se equivocan y eliminan al niño equivocado
El deseo antihumano y anticristiano de la eugenesia no solo lleva a una madre a
perder a sus dos hijos, sino a quedarse, además de con las manos vacías, con un
doble dolor, interminable, en el corazón. Sucedió en Australia, en el mes de
noviembre de 2011. Al enterarse la madre en cuestión, por medio de un análisis
prenatal, que uno de los mellizos que espera padece una malformación
congénita del corazón, decide el aborto del niño enfermo y dejar vivo, por
supuesto, al sano. Obedientes a una decisión irracional, y desobedientes a
su juramento hipocrático, que manda al médico agotar los medios a su alcance
para preservar la vida –o, al menos, sostenerla dignamente hasta su término
natural-, los médicos inyectan veneno al niño para que muera (un procedimiento
similar al usado para la supresión de animales), pero… envenenan al
niño equivocado. Es decir, eliminan al niño sano, al tiempo que dejan vivo
al que padecía la cardiopatía congénita, el cual murió pocas horas después, al
nacer prematuramente y por cesárea.
No es
una historia de ficción. Lamentablemente, es una historia real, sucedida en
Australia, producto de la “cultura de la muerte”. Quería un hijo “perfecto”,
sin defectos, sano, y en cambio se quedó sin nada. O mejor, se quedó con un
dolor por partida doble.
Y como
corolario del trágico caso, los padres están dispuestos a demandar legalmente a
los médicos, y aquí sale a la luz otra aberración dentro de la aberración,
porque la causa de la demanda es que “eliminaron al que no debían eliminar”: no
hacen la demanda al médico por haber matado a un niño, sino por haber matado al
niño “equivocado”, es decir, al que estaba sano. ¡Lo cual quiere confirma la
intención de “hacer desaparecer” al niño enfermo!
Por
parte de los médicos, el panorama también es desolador, porque se excusan
diciendo que fue un “accidente clínico” (sic) (¿¿???); en otras palabras, los
médicos no se disculpan por el homicidio de uno de los niños, el niño sano, y
por el intento de homicidio (fallido) del niño enfermo: se excusan porque fue
un “accidente clínico”. En todo caso, deberían corregir y decir que fue un “accidente
cínico”.
De lo
que sí estamos seguros, es que nadie demandará a los padres, porque en la
cultura de la muerte, está permitido matar a los niños por nacer enfermos o
discapacitados. Y si por error se mata a uno sano, es un “daño colateral”
permitido y tolerado.
Dos niños
menos en el mundo, dos niños-ángeles que adoran a Dios Uno y Trino por la
eternidad, e interceden implorando misericordia para quienes en la tierra no
tienen piedad.
(adaptado de http://eligelavidanet.blogspot.com)
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