(información extraída de Argentinos Alerta)
Dos nuevas guías
del Ministerio de Educación elaboradas por el INADI para niños y
docentes pretenden que se enseñe que una familia puede estar constituida
por dos hombres o dos mujeres. La guía del docente contiene
apreciaciones peyorativas e insultantes que ofenden a gran parte de los
argentinos: considera discriminador al “varón, blanco, instruido, joven,
pudiente, heterosexual, cristiano y sin discapacidad visible”. Ignora a
los padres y las familias de los niños en el proceso educativo.
Queremos resaltar que estas guías son sólo propuestas por el
Ministerio de Educación. De ninguna manera tienen fuerza de ley ni es
obligatorio distribuirlas ni mucho menos utilizarlas. De lo contrario se
atentaría contra la libertad de los ciudadanos y, sobre todo de los
padres, y sería claramente inconstitucional.
Exhortamos a los padres de familia que hagan valer sus derechos de
educar libremente a sus hijos según sus propias convicciones y
creencias. La libertad de educación de los hijos es un derecho humano
no-negociable.
Los padres deben rechazar toda la intromisión autoritaria del estado que pretenda violentar la libertad de educación.
Las creencias de los padres y las familias de los niños, no son
tenidas en cuenta en el proceso educativo. Vale decir que ni una sola
vez hace referencia el folleto a las convicciones de los padres, sino
que se limita a bajar una doctrina considerada irrefutable, dogmática y
absoluta.
Pedimos a los Argentinos Alerta que alerten a docentes y padres de
familia sobre el contenido de estas guías que atentan contra la libertad
de educación de los padres.
No es obligatorio distribuirlas ni mucho menos utilizarlas.
La Comunidad Homosexual Argentina (CHA) participó activamente en la confección de la guía, informó el diario Clarín.
“Necesitamos un cambio educativo en la sociedad que acompañe aquella
histórica ley del Congreso” expresó César Cigliutti, presidente de la
CHA, con relación a la ley de “matrimonio” homosexual.
Reproducimos a continuación un análisis crítico de estas guías realizado por María Inés Franck, del Centro de Bioética, Persona y Familia.
“Somos iguales y diferentes”. Nueva producción del Ministerio de Educación y el INADI sobre educación sexual y discriminación
Antecedente. El lunes 7 de mayo pasado se presentaron dos nuevas Guías en el Ministerio de Educación, esta vez elaboradas por el INADI y avaladas por el mencionado Ministerio y además por el de Justicia y Derechos Humanos.
Se trata de “Somos iguales y diferentes”, material que se presenta desarrollado por un lado en forma de una “Guía para niñas y niños de prevención de prácticas discriminatorias” (segunda edición) y, por el otro, de una “Guía didáctica para docentes”.
En el primer caso (la Guía para niñas y niños),
se trata de un folleto de 32 páginas, impreso en costoso papel laminado
de excelente calidad, que intenta desarrollar el concepto de
“discriminación” de una manera supuestamente accesible para los más
chicos. Con mucho más dibujo que texto, el mensaje gira en torno a
concientizar a los niños de la riqueza que encierra cualquier tipo de
diferencia, y de que ninguna diferencia justifica un trato desigual
hacia nadie.
El texto tiene un párrafo que aborda específicamente el concepto de
familia, a la luz de la ley 26.618: “También nuestras familias son todas
diferentes. Muchas formas de ser familia. No hay un tipo de familia,
sino muchos tipos de familias. Las hay con sólo una mamá o un papá, con
una mamá y un papá, con dos mamás o dos papás, con abuelas y abuelos,
con hermanos, sin hermanos, con mascotas, sin mascotas. Lo que hace a
una familia, es el amor y el cuidado que nos damos entre todas y todos
los que formamos parte de ella”.
Más grave aún es la Guía didáctica para Docentes, en la cual se explicitan los contenidos implícitos en el material para niños.
Ideología de género, errores jurídicos y ofensas contra la libertad
de creencia. Además de la retórica imbuida de la ideología de género,
las autoras (Romina Kosovsky y Andrea Majul) incurren en graves errores
jurídicos y apreciaciones que ofenden a gran parte de los argentinos.
Errores jurídicos
Por ejemplo, en la página 36 se afirma que, entre los Instrumentos
internacionales de derechos humanos con jerarquía constitucional
referidos a la temática de la discriminación, se encuentra la Convención
Interamericana para prevenir, sancionar y erradicarla Violencia contra
la Mujer ‘Convención De Belém Do Pará’. El error es tan craso, que
incluso uno se llega a preguntar si no ha sido ‘deslizado’ con
conocimiento de causa. En efecto, la Convención De Belém Do Pará, no es
de ninguna manera un documento con jerarquía constitucional.
Es cierto que existen proyectos de ley en el Congreso Nacional para
declararla como tal, e incluso se ha votado en la Cámara de Diputados en
el año 2011. Pero aún no ha sido tratado por el Senado y, por lo tanto,
el Congreso no se ha pronunciado al respecto. Además, es sabido que por
tratarse de un pretendido añadido al texto constitucional, la
iniciativa debe contar con dos tercios de los votos en el recinto.
Realmente llama la atención la pretensión de que los argentinos no nos
demos cuenta de esa falsedad, y de que el mismo Estado argentino imprima
costosísimos materiales con ese error tan grosero.
Apreciaciones peyorativas e insultantes que ofenden a gran parte de los argentinos
Por otra parte, se observan en el documento del INADI varias
menciones peyorativas, insultantes y que atribuyen una intención de
dominación a grandes e importantes grupos de argentinos.
En la página 10, por ejemplo, se afirma lo siguiente:
“Un estereotipo es una imagen inflexible construida de manera
ilógica, en base a prejuicios, aptitudes, creencias y opiniones
preconcebidas, impuestas por el medio social y cultural que se aplican
de forma general a todas las personas pertenecientes a una categoría,
sea ésta su nacionalidad, etnia, edad, sexo, preferencia sexual,
procedencia geográfica, etc. Analizando en oposición a qué se construyen
los estereotipos, podemos preguntarnos a quiénes discriminamos, y la
respuesta que más inmediatamente nos surge es: -al ‘diferente’.
¿Diferente a quién o qué? Al modelo o paradigma de ‘lo normal’, es decir
al varón, blanco, instruido, joven, pudiente, heterosexual, cristiano y
sin discapacidad visible. La construcción de un ‘paradigma’ al que
deben asimilarse todos los ‘otros’ implica que aquellos que no tienen
esos atributos son los diferentes, los inferiores. Este modelo
hegemónico impone jerarquías basadas en la dominación y la desigualdad,
es decir trata de naturalizar una supuesta ‘normalidad’ sólo para
legitimar su supremacía, argumentando el bien social, cuando por el
contrario, la discriminación empobrece al conjunto de la sociedad al
privarse de la riqueza que da la pluralidad de identidades”.
Claramente los párrafos transcriptos atribuyen a las personas con
esas características (varones, blancos, instruidos, jóvenes, pudientes,
heterosexuales y cristianos) la intención de imponer desigualdades “sólo
para legitimar su supremacía”. Estas afirmaciones les endilgan algo así
como la fabricación de un plan maquiavélico para discriminar y dominar
al resto ya que -como afirma más adelante en la página 24- “la
discriminación no es una problemática de minorías y mayorías sino de
desigualdad de poder”. Esta atribución es insultante, calumniosa e
injuriosa, y llama poderosamente la atención que parta de un organismo
estatal que, supuestamente, está edificado sobre la representación del
pueblo.
En consecuencia con lo anterior, el texto estatal niega rotundamente
(página 14) la posibilidad de que alguien que sea varón, blanco,
instruido, joven, pudiente, heterosexual, cristiano y sin discapacidad
visible pueda ser bajo ningún concepto objeto de discriminación. “La
discriminación nunca se ejerce sobre los sectores poderosos de una
sociedad. Estos han logrado siempre, a través de múltiples mecanismos
económicos, sociales y culturales imponer sus intereses y su propia
visión del mundo como la hegemónica y traducirlos como si fueran el
interés general de una sociedad”. Extraño concepto, bastante
discriminador, por cierto.
Descalificación de la familia tradicional
Al hablar de las familias, nuevamente el INADI atribuye a una
determinada categoría de personas una intención discriminadora: “Pensar
en familias hoy, es pensar en muy distintas conformaciones, es por eso
que atendiendo a la importancia del lenguaje, es inexacto hablar de la
‘familia’ en singular cuando se está nombrando a una institución de
carácter tan fundacional y diverso a la vez. La utilización del singular
en realidad posiciona a un modelo por encima del resto, reforzando un
estereotipo, estableciendo una estructura jerárquica donde no se hace
presente la diversidad, complejidad y riqueza de la sociedad misma”
(página 25).
Mucho podría decirse al respecto, ya que el concepto de familia no
refiere sólo al amor, la atención y la protección, como se afirma en la
página 25. Si bien el amor, la atención y la protección son
importantísimos en una familia, es necesario referirse también a
criterios objetivos para definirla. Si así no fuera, sería imposible
distinguir una familia de un grupo de amigos, con lo cual perdería
sentido absolutamente la existencia de diferencias de vocabulario y de
lenguaje para referirse a ambas realidades.
Descarte y negación de la naturaleza humana
El texto asume también como científica y verdadera a la ideología que
sostiene que “El ser humano es un animal cultural diverso por lo cual
intentar ‘naturalizar’ las diferencias como causa-efecto de la
desigualdad es simplemente un artificio que busca justificar la
discriminación” (página 15). Otra vez, atribuye malignas intenciones a
quienes sostenemos la existencia de una naturaleza humana objetiva, sin
mantener ningún tipo de tolerancia para otra manera de ver a la persona
que no sea la ideología arriba mencionada. Así, quienes sostenemos la
existencia de una naturaleza humana, estaríamos tratando de
‘naturalizar’ lo propio, imponiendo “una percepción biologicista a
fenómenos que son de características exclusivamente culturales.
De esta manera, algo que es simplemente una costumbre o una creencia,
es tomada como una posición única e invariable, intentando asociarlo
como inherente a la naturaleza” (página 15). Propone el folleto, a fin
de romper con esta ‘naturalización’, “la reflexión sobre el carácter
social e histórico de lo que a simple vista es presentado como único y
permanente”. Así, se adoctrinará a los niños para rechazar la idea de
una naturaleza humana común, que es la que nos hace iguales en dignidad.
Este adoctrinamiento se logrará combatiendo “el curriculum oculto -ese
conjunto de ideas, sentidos y percepciones que se transmiten de manera
implícita-”, el cual “permanece a menudo inalterable, reproduciendo un
sistema de estereotipos que naturaliza una mirada discriminatoria del
mundo”, ya que “la escuela tiene un rol fundamental en la
internalización de normas, valores y creencias” (página 9).
Así, las creencias de los padres y las familias de los niños, no son
tenidas en cuenta en el proceso educativo. Vale decir que ni una sola
vez hace referencia el folleto a las convicciones de los padres, sino
que se limita a bajar una doctrina considerada irrefutable, dogmática y
absoluta.
En texto propone, en consecuencia, brindar en la educación “la misma
legitimidad a todos los grupos que confluyen en el ámbito escolar”
(página 24). Esta afirmación es, por lo menos, contradictoria con las
afirmaciones gravemente peyorativas y discriminatorias con que se
refieren las autoras a quienes tienen una idea distinta de la sociedad, y
pretenden educar a sus hijos en ella. Cabe aclarar que, no por ser
distinta de la propia, una idea debe ser discriminadora y maquiavélica.
Conclusión
Este grave y burdo texto fue presentado en uno de los organismos más
importantes del Estado, como es el Ministerio de Educación. Será
distribuido en los establecimientos educativos del país y entregado a
los niños, a los padres y los docentes con una fuerte recomendación de
ser utilizado. No se debe olvidar que es sólo un texto propuesto; de
ninguna manera tiene fuerza de ley ni es obligatorio distribuirlo o
utilizarlo. Lo contrario atentaría contra la libertad de los ciudadanos
y, sobre todo de los padres, y sería claramente inconstitucional. Sería
deseable que el Estado invirtiera los recursos públicos en proyectos que
beneficien a los argentinos, sin agredirlos ni malinformarlos.
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