"La isla del Dr. Moreau" es una novela de ciencia ficción, escrita por H. G. Wells en 1896. En la isla, el científico hace experimentos de laboratorio que dan como resultado la aparición de bestias humano-animales.
Lo que parecía, en ese entonces, algo reservado a la ficción, hoy, lamentablemente, es posible gracias no a la ciencia, sino a ciertos científicos que juegan a ser Dios.
Debido a los experimentos realizados recientemente en Inglaterra, en donde se ha intentado la fecundación entre especies, logrando "producir" 150 híbridos -individuos con genes humanos y animales-, podríamos llamar a esta nación "La isla del Dr. Moreau", un triste calificativo, visto y considerando la aberración que esto supone.
Ofrecemos este artículo, extraído de infocatolica.com, en donde se analiza en detalle el penoso suceso, presentado falsamente como "avance científico" y llevado a cabo con la falaz pretensión de "curar enfermedades".
La «ley de la pendiente resbaladiza» en bioética se está mostrando apodíctica. La «Isla del Dr. Moreau» se ha convertido en un parque temático. Lo siento, a mi me escandaliza, y me escandaliza más el silencio que la encubre.
Hace tres años comentaba el terror que me provocaba la «Ley de Fertilización Humana y Embriología» que estaba a punto de aprobar el Parlamento Británico y que permitía la fecundación interespecífica. Monseñor Sgreccia alertó de inmediato:
Constituye una ofensa para la dignidad del hombres. Es un intento de fecundación entre especies que hasta ahora estaba prohibido por todas las leyes sobre fecundación artificial.La unión hombre-animal, aunque no sea sexual, representa uno de los horrores que siempre han provocado el rechazo de la ética. Cada vez que se ha roto la barrera hombre-animal se han visto consecuencias muy graves, incluso involuntariamente.
Los de siempre cargaron: éramos unos alarmistas, las condiciones eran muy restrictivas, los ‘embriones’ debían ser destruidos a los 14 días, que negarse era poner freno a la ciencia, la cantidad de enfermedades que serían curadas.
El día 23 de julio, el Daily Mail descubría que desde la aprobación se habían producido en secreto en torno a 150 embriones híbridos humanos, con la supuesta finalidad de «curar enfermedades». Las mismas mentiras que con las «células madre embrionarias».
La revelación se produce un día después de que un comité científico horrorizado aventurase un final tipo «Planeta de los Simios»
Los tres laboratorios que tenían permiso — Kings College de Londre, Univ. de Newcastle y la Univ. de Warwick— ha tenido que parar sus proyectos por falta de fondos. Lord Alton, que lo relataba como respuesta a una pregunta parlamentaria, dijo:
Me he manifestado en el Parlamento en contra de la creación de híbridos humano-animales por una cuestión de principios. Ninguno de los científicos que se presentaron para rendir cuentas puderon dar justificación alguna en términos de tratamiento.Éticamente no puede justificarse de ninguna manera, nos desacredita como país. Se está manoseando con lo grotesco. Lo único que han sido capaces de esgrimir es que si les permitimos hacerlo vamos a encontrar cura para todas las enfermedades conocidas por la humanidad. Eso es chantaje emocional.De los 80 tratamientos y curas que se han producido a partir de células madre, todos (sin excepción) han llegado a partir de células madre adultas —no embrionarias—
Josephine Quintavalle, de «Comment on Reproductive Ethics» dijo:
Estoy horrorizado con lo que ha pasado, no sabía nada. ¿Por qué lo han mantenido en secreto? ¿Por qué si están orgullosos de lo que hacen hemos de recurrir a una sesión parlamentaria para que salga a la luz?El problema es que muchos científicos quieren experimentar por experimentar, y eso no es razón suficientemente buena.
Me parecen quejas de mal pagador, avisados estaban y los argumentos utilitaristas tienen poco recorrido, aunque sean muy de la tradición británica. Ni me parece una postura de principios la de Lord Alton, ni se me ocurre razón alguna para Quintavalle.
No sé en qué terminará la cosa, pero tiene mala pinta. En el 2008 Mons. Sgreccia terminaba su advertencia:
hay que pedir una especie de conversión de los medios de comunicación: en vez de obedecer a las indicaciones de los grupos interesados, deben obedecer a la verdad para no crear ilusiones, con objetivos de compasión humana, sobre caminos que no han ofrecido todavía ningún resultado.
La verdad, no tengo mucha confianza en la ‘masa’ ni en los ‘media’.
Juanjo Romero
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