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Amparado en la Ley 26.743, Tito realizó la rectificación de género de su partida de nacimiento e inició el trámite para tener su nuevo DNI. Una historia fundada sobre una red de amor, contención y acompañamiento.
Isabella, Guadalupe (mamá), Tito y Matías (papá), en la puerta del Registro, después de legalizar el cambio de género. Fotos: Marcela Golfredi.
por Julia Van Gool
@juliavangool
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Acompañado por su familia, amigos, profesionales integrantes de la Asociación por un Mundo Igualitario (AMI) y docentes de su colegio, Tito, de cinco años, legalizó su cambio de género este lunes, en el Registro Provincial de las Personas de Mar del Plata, y se convirtió en el nene trans más chico de la ciudad en realizar el trámite.
La historia de Tito ya había alcanzado notoriedad pública cuando LA CAPITAL, en una extensa nota publicada el 15 de febrero de este año, contó el proceso que el niño atravesó desde la primera vez que, a los dos años, manifestó su disconformidad con la identidad que se le había adjudicado por tener genitales femeninos.
“Princesa no, caballero”, fue la primera de muchas definiciones que Tito diría y que empujarían a sus padres, Guadalupe y Matías, a no sólo zambullirse en la teoría existente en el tema, sino también a buscar profesionales que acompañen, contengan y faciliten el camino elegido por el menor.
Camino que hoy alcanzó su primer desenlace: la rectificación de género de su partida de nacimiento, un simple trámite administrativo que le permitirá, en algo más de diez días, contar con su DNI actualizado. El nombre elegido se resguardará para la intimidad de la familia, aunque todos saben que seguirán llamándolo por el apodo que él mismo se puso hace más de dos años: Tito.
Además de sus padres y su hermana, Isabella (8), Tito llegó hoy a las 11.30 al edificio público de avenida Independencia 2846 acompañado por sus abuelos, sus tíos, un vecino, tres maestras, cuatro amigos de su colegio y los profesionales e integrantes de AMI, que encabezan desde hace más de un año un acompañamiento clave: la abogada Claudia Vega, el psicólogo Jorge Visca y Samuel, activista por los derechos de la comunidad LGBT+. El clima de alegría que se vivía era tal, que una empleada del lugar debió pedir silencio en dos oportunidades.
Abrazo de festejo. Tito y sus cuatro amigos, celebrando el trámite.
Luego, finalmente, el trámite se hizo. Y fue a tres años de la primera vez que Tito pidió no ser llamado por el nombre femenino de su documento, a dos del día que sorprendió a sus maestras pidiendo actuar de bombero con sus amigos varones (y no de bombera, como las nenas del aula), y a uno de aquella tarde en la que entró al consultorio de Visca, accedió al acompañamiento jurídico de Vega y su colegio desarrolló, con la participación de las áreas de Derechos Humanos tanto municipales como nacionales, dos charlas sobre identidad de género con padres y docentes de la institución educativa privada de la ciudad.
La rectificación también se dio cerca de una fecha más que simbólica: hace tan sólo una semana, la Ley de Identidad de Género cumplió siete años. Definitivamente, mayo será para Tito el mes de la reivindicación.
El trámite, establecido en los artículos de la norma 26.743, fue simple. Guadalupe y Matías debieron completar y firmar un formulario en el que solicitaban la modificación del género y el nombre que figuraban en la partida de nacimiento de su hijo menor. Lo mismo hizo Claudia, abogada integrante del Instituto del Niño y Adolescente del Colegio de Abogados local. Tito también debió dar su conformidad. Además de estampar su firma -un garabato que hizo rodeado de sus mejores amigos-, miro a la empleada que lo atendía y manifestó, oralmente como lo establece la ley, su deseo: “Quiero que en mi DNI diga que me llamo S.”. Los presentes contuvieron una emoción que intentó descargarse con un aplauso final, al que también se sumaron los desconocidos que estaban atentos a la escena.
El caso de Tito también podría ser considerado un caso bisagra en lo que respecta al ejercicio de la ley: según los integrantes de AMI, Tito es el niño trans más chico de Mar del Plata en acceder sin juicio al Estado al cambio de género en su DNI. Pero el trámite realizado esta mañana podría convertirlo, también, en el primero del país. Hasta el momento, la más pequeña -al menos según los casos conocidos en los medios de comunicación- había sido Luana, la nena trans oriunda de la localidad bonaerense de Merlo. Era señalada, incluso, como la más chica “del mundo”.
Infancias de amor
Ya afuera del Registro, y una vez hechas las fotos que quedarán para el recuerdo, LA CAPITAL dialogó con los profesionales de AMI, quienes celebraron que la identidad de Tito ya sea reconocida a nivel institucional.
“Tuve que dejar muchas cosas que había estudiado de lado y empaparme de otras ideas y conocimientos. Como profesional, la historia de Tito fue también para mí un antes y un después. Fue un crecimiento increíble”, dijo el psicólogo Jorge Visca, quien si bien ya trabajaba en cuestiones de género, sólo lo hacía con personas adultas.
En este sentido, y ya de cara a su labor profesional, consideró que la profesión atraviesa “un proceso de deconstrucción”. “Falta mucho camino, pero de a poco se van dando pasos importantes”, dijo y ejemplificó una de las últimas actividades de AMI: una charla en la facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
El psicólogo Jorge Visca y la abogada Claudia Vega.
Por su parte, Claudia Vega, la abogada que acompañó a la familia durante el proceso administrativo, destacó la necesidad de que el Estado ponga en práctica lo que la ley establece hace más de siete años.
“Vemos lamentablemente una ausencia del Estado en políticas de visibilización y en la implementación acabada de cada una de las leyes que garantizan y protegen estas identidades y estas vivencias. Hay que seguir acompañando su inserción de la ley en la sociedad y una participación del Estado más activa: no se conocen las identidades trans y se cuestionan estas infancias cómo si no supieran manifestar cómo sienten”, dijo.
“Si no cuestionamos a los niños y niñas heterosexuales, no tenemos por qué cuestionar otras identidades. Ese sentir es el que el Estado debe acompañar y correr el velo del ‘adultocentrismo'”, agregó, y cerró, emocionada: “Hay que destacar que son infancias felices y lo seguirán siendo en la medida en que sean respetadas sus identidades. Lo vimos hoy con Tito, rodeado de amor, siendo feliz. Yo siempre lo digo: hasta la ternura, siempre”.
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