Justin Trudeau, el Zapatero canadiense, está haciendo un rediseño social del país que muestra la deriva a la que se dirigen los países de Occidente. Zoofilia, ideología de género, o eutanasia para niños son algunas medidas que abocan a Canadá a la autodestrucción.
Canadá es una de las principales potencias económicas del mundo. Con sus casi 36 millones de habitantes el país norteamericano presume de ser miembro del G-8, el selecto grupo de países más industrializados.
Es además, según el Fondo Monetario Internacional, la décima economía del mundo y la duodécima en renta per cápita, según el Banco Mundial. Es a los ojos del mundo un país próspero regido por un político joven y moderno, el liberal Justin Trudeau (45 años).
Sin embargo, la realidad de Canadá es que ya está dominado completamente por la ideología de género y la dictadura del relativismo convirtiéndose así en un verdadero referente de la deriva de Occidente.
Trudeau se ha empeñado en hacer un rediseño social del país cuyas consecuencias serán (y están siendo) nefastas para Canadá. Los ejemplos abarcan desde la salud a los símbolos nacionales pasando por el sentido común que debería regir en un país. Unas políticas que además se ven avaladas por un sistema judicial igualmente infectado por estas ideologías.
Uno de los ejemplos que mejor refleja el sometimiento de un país como Canadá a la ideología de género es el hecho que el Gobierno de Trudeau haya accedido a cambiar la letra del himno nacional para sea de “género neutro” y así no discrimine a ninguna persona.
Con esta cesión al lobby LGTBI aun reciente se ha hecho pública una sentencia del Tribunal Supremo que pone la piel de gallina. El fallo de la Corte Suprema, con seis votos a favor y únicamente uno en contra, considera que muchos actos sexuales con animales, es decir, de bestialismo o zoofilia, son legales en el país. El único límite que ponen los jueces es la penetración. Por ello, cualquier relación entre un hombre y su perro está avalada por la Justicia canadiense.
Canadá no se puede únicamente convertir en un país peligroso para las mascotas sino también para sus propios habitantes pues el gobierno canadiense ha preparado una ley de suicidio asistido de las más radicales del mundo
Pero Canadá no se puede únicamente convertir en un país peligroso para las mascotas sino también para sus propios habitantes pues el gobierno canadiense ha preparado una ley de suicidio asistido de las más radicales del mundo.
Una ley que no considera que el suicidio asistido y la eutanasia sean una mala praxis médica por lo que no contempla la objeción de conciencia para los médicos que se opongan a ayudar a matar a un paciente traicionando así el juramento hipocrático que hicieron.
Y como ocurre siempre en asuntos como la eutanasia lo que se legisla supuestamente para casos muy concretos rápidamente se acaba ampliando hasta generalizarse. Y es lo que en Canadá pretende hacer Unicef, la autodenominada ONG de los niños, que ha pedido que los menores que la organización considera “maduros” puedan ser también beneficiarios de este tipo de muerte.
Pero en Canadá no sólo supone un peligro caer gravemente enfermo pues otro gran problema puede ser el poder llegar a nacer. En este país considerado moderno ocurre un hecho gravísimo que evidencia su realidad: el aborto selectivo de niñas. Miles de fetos de sexo femenino han sido abortados por el hecho de serlo después de que sus padres, provenientes de países en los que esta práctica es más común, utilizaran los servicios sanitarios canadienses para acabar con su vida al saber que eran niñas.
Y si en Canadá uno logra nacer y no caer enfermo debe tener cuidado para no dar con sus huesos en la cárcel si se le ocurre cuestionar la dictadura de la ideología de género.
Y si en Canadá uno logra nacer y no caer enfermo debe tener cuidado para no dar con sus huesos en la cárcel si se le ocurre cuestionar la dictadura de la ideología de género.
El primer ministro Justin Trudeau ha anunciado una reforma del Código Penal para que se prohíba criticar la transexualidad a pesar de las numerosas evidencias médicas y científicas que alertan de los efectos del ‘cambio de sexo’ y que se traduce en un alto porcentaje de depresiones y suicidios. Hasta tres años de cárcel contempla el proyecto que prepara el liberal canadiense.
Esta persecución auspiciada por el lobby LGTB tiene ya otro precedente en el país. Entre las leyes de Canadá existe ya una en que tampoco permite las críticas a la homosexualidad y que se ha cobrado algunas víctimas. Es el caso de un predicador que fue condenado en 2013 por el Tribunal Supremo por distribuir panfletos en el que censuraba las prácticas homosexuales.
(http://www.actuall.com/criterio/familia/canada-la-autodestruccion-pais-quiere-la-vanguardia-la-modernidad/)
No hay comentarios:
Publicar un comentario