El cigoto, es decir, el ovocito fecundado por un espermatozoide, es ya una persona humana, con un acto de ser, con un cuerpo y con un alma, y por lo tanto, su primer derecho humano es el derecho a vivir

jueves, 31 de diciembre de 2020

Monseñor Schneider explica por qué un cristiano no debe recibir jamás una vacuna procedente de tejidos abortados

 Por

En una entrevista con John-Henry Westen, Schneider habla de la inmoralidad de las vacunas en cuya preparación han  intervenido  células de fetos abortados, ya sea en la propia vacuna o en las etapas previas de prueba.

21 de diciembre de 2020

JHW: Bienvenido a esta edición especial de nuestro programa. Tenemos el honor de presentar a monseñor Athanasius Schneider, y lo consideramos una bendición. La mayoría de nuestros espectadores conocen la claridad con que defiende la fe católica en los recios tiempos que vivimos. Es el obispo auxiliar de Astaná, en el Kazajistán. Monseñor, la damos la bienvenida al programa.

Monseñor Schneider: Gracias. Dios lo bendiga.

JHW: Vamos a hablar de un tema importantísimo en los tiempos que corren: de las vacunas anticovid creadas utilizando líneas celulares tomadas de fetos abortados, como se hace en algunas de dichas vacunas. Vamos a hablar de todo eso. No se lo van a querer perder. Si no le importa, Excelencia, una oración preliminar.

Monseñor Schneider: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.

JHW: Amén, amén. Monseñor Schneider, el documento que hace poco dio a conocer sobre el tema de las vacunas no puede ser más oportuno, pero tengo que decir que, al mismo tiempo, es muy polémico. Nunca había visto semejante controversia entre personas de tan buen corazón. ¿Tendría la bondad de empezar por hablarnos un poco de ese documento? En qué consiste, cómo surgió la idea y tal vez el proceso de consultas que tuvo como consecuencia el mencionado documento.

Monseñor Schneider: Ese documento se redactó porque en los últimos meses y semanas varios obispos de diversas partes del mundo han hecho declaraciones públicas en las que justifican el uso de vacunas producidas mediante líneas celulares cultivadas a partir de fetos abortados. Digo simplemente que lo justificaban al parecer, según dicen, no habría otra alternativa, y se han publicado varias explicaciones incluso de teólogos y órdenes religiosas basadas en la teoría de la cooperación moral distante o remota y dos documentos, uno de la Santa Sede de 2005 y otro de la Pontificia Academia por la Vida de 2008. De la Congregación para la Doctrina de la Fe, donde se debatió este tema. En sustancia, ambos documentos permiten de modo excepcional el empleo de tales vacunas. Es importante recalcarlo, ya que esos documentos dicen que se puede hacer en base a principios morales y materiales y de cooperación remota, aunque sólo permiten de manera excepcional el uso de las mencionadas vacunas. Al mismo tiempo, quien se vacune tendrá que pedir o exigir una vacuna alternativa en cuya fabricación no hayan intervenido las células en cuestión.

Esto ha hecho que tanto yo como obispos y fieles de otros países sintamos preocupación, porque confunde y básicamente es moralmente destructivo. Se quiera o no, quita autoridad al Primer Mandamiento de Dios y a la absoluta e intransigente determinación de la Iglesia de oponerse a un mal como el aborto. Por consiguiente, consideramos una falta de responsabilidad quedarnos callados. Es una falta de responsabilidad ponerse del bando de los que dicen eso, incluso buenos teólogos y gente bien intencionada. No nos pareció responsable asentir a ello, por una cuestión de conciencia; tenemos que obedecer a nuestra conciencia, y la conciencia nos dice que no es posible. Es dañino, y lo explicamos después de exponer los motivos. Como ya dije, no es cuestión de cantidad sino de verdad,  de la cual como sacerdotes estamos convencidos, y lo hablamos muy detenidamente con todos los firmantes del documento y todos estuvimos teníamos el convencimiento de que debíamos pronunciarnos.

JHW: A ver, para que todo el mundo se dé cuenta de la gravedad… Yo sé que lo entiende, pero lo que está en juego es tremendo. La vacuna se ha aprobado. Ya lo han hecho en algunos países. Han empezado a administrarla en el Reino Unido y en Estados Unidos. Un obispo de ese país ha sido de los primeros en ponérsela. La conferencia episcopal británica ha dicho que los católicos tienen la obligación de vacunarse aunque las vacunas se hagan a base de abortos. Y en efecto, se apoyan en los mencionados documentos de 2005 y 2008. Pero no se ve que den mucha importancia a lo que estipulan esos documentos de que los católicos tienen el deber de exigir vacunas que no procedan de abortos. Ahora bien, la postura de Vuestra Excelencia va más allá de los documentos de 2005 y 2008 al afirmar que, en conciencia, un católico no puede recibir en ningún caso una vacuna en cuya producción hayan intervenido tejidos abortados. Luego entraremos en más detalles, pero para empezar quería señalar la gravedad del asunto, ahora que se ha pedido a los católicos, como al resto del mundo, que se pongan la vacuna, probablemente con carácter obligatorio. Dicen que va a ser así, que será forzoso. Que si uno quiere viajar o quiere ir al cine, o incluso nada más para a ir al supermercado, habrá que estar vacunado. ¿Le importaría hablarnos un poco de la gravedad de lo que enfrentamos y decirnos cómo lo veía cuando redactó el documento?

Monseñor Schneider: Sí, nos dábamos cuenta. Y lo vamos a ver con esa vacuna fabricada a partir de líneas celulares de niños abortados. Las potencias mundiales, las anticristianas, y los que promueven la cultura de la muerte impondrán a toda la población del mundo una colaboración implícita, aunque sea remota y pasiva, con el aborto. Esto es también un mal y una perversión de las grandes potencias, y tenemos que reconocerlo, hay que resistirlo. Esforzarse por resistir, por no colaborar en modo alguno con dichas vacunas. Ni más ni menos. Porque en este caso es recibir en nuestro cuerpo el fruto, el supuesto fruto en forma del mayor de los males, uno de los más grandes que afligen a la humanidad, el cruel genocidio de los nasciturus. Nos van a marcar. Nos pondrán una señal en el cuerpo que demostrará que estamos relacionados con ese que es uno de los más grandes males. No de forma directa, claro, vuelvo a decirlo, pero en todo caso lo estaríamos, porque se trata de niños que han sido cruelmente asesinados, niños inocentes. En caso contrario no tendríamos esas vacunas. Hay que darse cuenta de la lógica que entraña, y de las circunstancias de su promoción deliberada, porque desde luego… No somos tan ingenuos  para no darnos cuenta de que la razón de ser de esas vacunas es algo más que proteger la salud; se trata también de promover cada vez más el aborto. ¡De ninguna manera! Hay quienes aducen, por ejemplo, que aunque no se reciban esas vacunas seguirá habiendo abortos. Lógicamente, si no nos ponemos la vacuna no disminuirá la cantidad de abortos. Pero la cuestión no es esa. Se trata de la debilidad moral, del respaldo moral. Y luego los abortistas dirán que toda la Iglesia Católica, que la jerarquía en cierto modo, lo acepta, aunque sea de mala gana. Y eso es peligrosísimo. Es muy importante que caigamos en la cuenta de los verdaderos peligros, que seamos conscientes de las consecuencias y las circunstancias.

JHW: ¿No podrían haberlo dicho ya hace tiempo, desde 2005 y 2008? Porque hace ya décadas que existen vacunas, vacunas hechas a partir de tejidos abortados, y ahora se las ponen los católicos aconsejados por la Jerarquía, por el propio Vaticano. Y parece que hay muy poca oposición, por no decir ninguna. Sé que ha habido alguna, pero poquísima. O sea, que está situación ya venía desde hacía décadas. ¿Ha pasado algo que haya motivado a V.E. a formular la declaración?


Monseñor Schneider: Hace quince años, o doce años, no estaba tan extendido, era quizás más limitado, pero actualmente, con la difusión de las vacunas anticovid, resulta muy oportuno; se está extendiendo por todo el mundo. Y como son cada vez más los obispos que están a favor de aceptar las vacunas, la situación ha cambiado como es natural. Por lo tanto, tenemos que hablar del tema más a fondo y no quedarnos en la superficie con alguna forma de positivismo jurídico o una teoría de cooperación. Para mí eso supone una actitud superficial. Hay que ahondar más, ir a la raíz del asunto, y repito, tener en cuenta la proporcionalidad. Es una cuestión francamente terrible, y no es de aplicación; es desproporcionado teniendo en cuenta que hablamos de un crimen como el aborto.

JHW: Veamos, en 2005 la Pontificia Academia por la Vida estudió la cuestión, con una comisión integrada por buenos científicos, médicos, teólogos, moralistas y filósofos dirigida por monseñor Sgreccia, que era un obispo bastante bueno y fiel. Se aprobó. Sé que hubo algo de disenso, pero el caso es que se aprobó. Más tarde, en 2008, dio la impresión de que el documento que promulgó la Congregación para la Doctrina de la Fe respaldaba la aprobación original de 2005, que era una especie de imprimátur o, en esencia, una aprobación por parte del Vaticano. ¿Qué clase de consultas y otras labores ha hecho V.E.? ¿En qué puntos ha encontrado errados los documentos de marras? Y tal vez podría también comentar la cuestión de la cooperación remota en el que basaron sus determinaciones.


Monseñor Schneider: En primer lugar, hay que decir que esos dos documentos no son decisiones infalibles del Magisterio. Que pueden errar, y ha habido afirmaciones del Magisterio reciente que más tarde se tuvieron que corregir. Así pues, es una declaración inicial. Y luego, como dije, el error fundamental no está en la teoría de la cooperación material pasiva o remota, que es un principio teológico válido en teología moral.

El problema está en que ese principio no se puede aplicar excepcionalmente a unos crímenes tan horrendos como el aborto. Por eso, por la gravedad del aborto, al carácter excepcional del aborto, que es un mal inigualable, y a la situación actual, con una cada vez más pujante industria de asesinar a niños por nacer. No se puede comparar ese principio con, por ejemplo, con cosas como el pago de impuestos o la adquisición de productos manufacturados con mano de obra esclavizada. La esclavitud no se puede comparar con el asesinato de inocentes, con matar de forma cruel a un niño. También es un mal, pero no perdamos el sentido de la proporcionalidad. Ese es, por tanto, un error de entrada en ambos documentos aplicar el principio de cooperación material al caso concreto del aborto y la vacuna en cuya preparación se han utilizado células de niños abortados. Lo de la cooperación material se aplica cuando en contra de su propia voluntad uno se encuentra vinculado a un mal. Como cuando, por ejemplo, uno paga impuestos al Gobierno y luego el Gobierno, sin consultarle, va y emplea ese dinero en una mala acción. En ese caso puede darse una colaboración remota, pero es contra la voluntad del contribuyente. Es que, yo mismo ni siquiera aplicaría ese principio al pago de impuestos, porque en ese caso el dinero es del sistema, del Estado, que fue a quien dijo Nuestro Señor Jesucristo que pertenecía la moneda: al César. Hay que dar al César lo que le corresponde. Si el Gobierno me preguntara: «¿Podemos hacer esto o aquello con el dinero que usted ha pagado en impuestos?», yo diría que no. No daría mi consentimiento. Y si a pesar de todo lo hicieran, sería una especie de robo, como si me hubieran robado el dinero. Repito que la proporcionalidad es excesiva en extremo, es grave, en esto de las vacunas aborteras, y no se puede aplicar el principio de la cooperación moral. Ese es el error fundamental, y con ello ya se ha abierto una pequeña grieta en la represa con la que la Iglesia Católica contiene el aborto.

¿Cómo vamos a poder afirmar con plena determinación que nos oponemos al aborto y al mismo tiempo aceptar esas vacunas? De partida, hablamos del asesinato de niños. Repito que lo exigen la lógica y el sentido común. Esas vacunas no se habrían fabricado si no se hubieran asesinado esos niños, aunque fuera uno solo. Está claro, es de lógica y sentido común. Quien tiene dos dedos de frente, cualquiera que tenga sentido común, se da cuenta. Y muchas veces, en momentos difíciles en los que reina la confusión, Dios…  Cuando todos van por ese camino, hoy en día incluso desgraciadamente los buenos, nadie dice: «¡Alto! Esto no es bueno. Es peligroso». Por eso cinco obispos hemos tenido la convicción para hacerlo, para decir que no lo hagan. De decir yo no, no soy culpable de sangre de este niño. No lo seré.

Sea como sea, tenemos que obrar con una actitud muy correcta y amonestar al mundo entero para que no acepte esas vacunas, dar testimonio. Un testimonio firme. No lo aceptamos. Lógicamente, consultamos con científicos, con médicos de diversos países. Y su reacción casi instintiva ante los argumentos que les planteé fue rechazarlo. Está, además, el sentido común de la gente, el sensus fidelium, y resulta interesante que la mayoría de los consultados fueron mujeres, almas femeninas. Las almas femeninas sienten mucho más vivamente el horror que supone matar a un niño inocente. Es el instinto maternal. No es igual en una mujer que en  un hombre. Encuentro también interesante que quienes redactaron esos documentos y defienden el uso de esas vacunas sean en su mayoría varones. No conocen a los niños. Yo les preguntaría seria y francamente si pasando por una máquina del tiempo estuviesen presentes cuando se asesina cruelmente a un niño por nacer desmembrando su cuerpo, y vieran cómo se les extraen las células; si vieran eso, si vieran cómo ponen esas células in vitro y todo lo demás hasta el fin del proceso. Aunque haya cientos o miles de procesos intermedios, que estuvieran presentes en un solo aborto y viesen las células que se sacaban de ese niño. No puedo imaginar que un caso así aceptaran que les pusieran la vacuna, si hubieran presenciado directamente tan terrible escena, el desmembramiento de un niño, en beneficio de la propia salud. Debemos ser francos.

JHW: Hay que establecer una distinción entre las vacunas actualmente disponibles. Las que están hechas a partir de líneas celulares procedentes de fetos y contienen por tanto esas células. Y luego hay otras que no están hechas a partir de abortos. Ahora bien, a la hora de probarlas aprovechan las líneas de células abortadas. ¿Puede esa distinción hacerlas aceptables?

Monseñor Schneider: Sí, claro, ahí ya se hace una distinción, y desde luego, objetivamente es menos grave que con las células que se emplean directamente. Es mucho más grave que si sólo es en la prueba, pero también aunque sea en las pruebas, no podemos cooperar en lo más mínimo, ni lo más remotamente, con crímenes tan terribles. Ni siquiera utilizar células de niños abortados en las pruebas, ya de por sí es inmoral. Es terrible. Así se acumulan unos crímenes terribles. Empezando por el crimen horroroso de matar a un niño, y cultivar luego esas células también es terrible es otro crimen. No podemos colaborar de ninguna manera con esa acumulación de crímenes.

JHW: ¿A qué se refiere? (interferencia)

Monseñor Schneider: Hay que atender a la voz de la conciencia. Se sabe que hay que hacerlo. Y Pablo VI… no quisiera hacer la comparación con el contenido, sino con el fenómeno.  Pablo VI reunió un comité para debatir sobre la píldora con vistas a la Humanae vitae. Antes de esa encíclica, la inmensa mayoría de los integrantes de la comisión, que eran filósofos, científicos, médicos y especialistas en teología moral, eran favorables a la anticoncepción y se basaban en argumentos morales, y sólo una minoría se oponía. Luego se acusó a la minoría, no tenían de su parte a tantos filósofos y científicos célebres como tenemos hoy. Por eso, vuelvo a decir que no es cuestión de números. Aunque no seamos muchos obispos, la verdad se impondrá. Después de esto, la historia de  la Iglesia dirá que hasta los buenos cedieron. No lo vieron claro. Se dejaron cegar hasta cierto punto por esas teorías de cooperación material. Es una teoría, repito, válida, pero aplicarla a las vacunas supone ceguera, porque su fabricación supone la acumulación de terribles crímenes. Por supuesto que no se es responsable directo de esos crímenes, no es eso lo que digo; pero aun la más mínima y remota colaboración es inaceptable para un católico, por el alcance tan tremendo de los crímenes, las consecuencias y el contexto histórico.

JHW: ¿Qué les diría a los católicos, a tantos millones de católicos que no se dan cuenta, porque para empezar nunca habían oído hablar de esto ni se les había pasado por la cabeza, y ahora les han dado autorización el Vaticano, sus propios obispos y sacerdotes. A nadie se le había ocurrido hasta ahora. Durante mucho tiempo, eso de que pudieran existir vacunas contaminadas por abortos sonaba a teoría conspiratoria. Ahora sabemos que existen. Creo que no se ha sabido hasta los últimos diez años, porque durante mucho tiempo, aunque en el mundillo científico se sabía, la mayoría de la gente no se creía que fuera verdad. ¿Qué les diría a los innumerables católicos que sin culpa alguna de su parte han recibido vacunas o se las han puesto a sus hijos, y tienen entre sus amistades a gente que durante mucho tiempo se opuso a las vacunas, y luego alguno de sus hijos contrajo una enfermedad y fue muy doloroso. Algunos hasta murieron, y entonces los padres vacunaron a sus otros hijos. ¿Qué les diría?

Monseñor Schneider: Que no tuvieron la culpa porque obedecieron las instrucciones del Vaticano. En últimas, la responsabilidad es de quienes les dieron esas instrucciones. En este caso, esos católicos lo creyeron; pero desde el momento en que se dé cuenta, a partir de ahí ya depende de la conciencia de cada uno, de la medida en que reconozca la inmoralidad de todo lo que guarde la más mínima y remota relación con el aborto. La persona que se da cuenta, en ese momento en que se da cuenta de que tiene que obrar en base a su conciencia, y la conciencia le dirá que no puede volverlo a hacer. Dará gracias a la Providencia por haberse dado cuenta. Tendrá la convicción personal de que no puede hacerlo, porque la salud no es un valor absoluto, no lo olvidemos. En la mentalidad del mundo en que vivimos, el materialismo se ha convertido en un dios, en un ídolo al que, como dijimos, hay que ofrecerle sacrificios. Es verdad. Tenemos que reconocerlo y confiar en la Divina Providencia. Además, es pastoralmente pésimo y muy contraproducente justificar esas vacunas hechas a partir de abortos. Es que de esa forma se colabora en cierta forma con otro mal. Se contribuye a propagar el mito de que no hay otra alternativa. Sí que la hay.  Las autoridades del mundo dicen que no la hay y nos ruegan que recibamos esas vacunas aborteras. Nos lo dicen, pero es imposible. Pero hay, debe de haber y hay otras vías. Como siempre ha hecho, Dios iluminará al hombre para encontrarlas. Los hombres tienen que confiar en Dios, y Él iluminará a los científicos para descubrir otros remedios que no utilicen células procedentes de abortos.

Imagino, teórica o hipotéticamente, que si viviésemos en una sociedad como la que había hasta hará unos cincuenta años, cuando el aborto era un crimen en casi todos los países fuera de la Unión Soviética. Estaba prohibido. Sería una época ideal, en la que a toda la humanidad le estuviera vedado abortar bajo ninguna circunstancia. En ese caso no habría posibilidad de cultivar esas células fetales para hacer vacunas. Sería necesario recurrir a otros medios, y Dios nos los daría si observamos su ley, el Quinto Mandamiento, con más fidelidad y coherencia. Dios nos ayudaría y no se harían esas vacunas. Estoy convencido de que no soy profeta. ¡Dios nos va a castigar! No lo podemos hacer en modo alguno. No me entra en la cabeza cómo un buen católico pueda justificar una cooperación material tan diluida y remota recibiendo esas vacunas. Qué irresponsabilidad. Es una imprudencia. No se dan cuenta de las consecuencias. Tenemos que tomar decisiones más consecuentes y basadas en criterios sobrenaturales. Vuelvo a decir que hay que rechazar el mito de que no hay alternativa.

JHW: Me parece muy cierto, porque tanto en el terreno de las vacunas como en muchas de las especialidades médicas en que se prueban tratamientos a base de líneas celulares procedentes de abortos hay alternativas. Hay opciones válidas en lo que se refiere a vacunas. La entidad pro vida Children of God for Life lleva décadas indicando cuáles son las vacunas que no están contaminadas por abortos. Existen muchos medicamentos en cuya fabricación no se han empleado tejidos abortados, porque este problema no sólo se da con las vacunas, sino también en medicamentos y, aunque parezca mentira, en cosméticos y en toda clase de productos. El problema está en que en muchos casos no tenemos ni idea. ¿Cuántas personas, incluso hace ya una década o dos, sabían siquiera que existían vacunas en cuya fabricación se utilizaban tejidos abortados? Pues también se emplean en muchos otros productos, y no lo sabemos. Lo cual nos lleva a plantearnos lo importante que es que los católicos investiguen los productos que consumen, porque hay muchos. Pero desde luego existen otras opciones. Y por supuesto está en los documentos de la Santa Sede de 2005 y 2008, que recalcan que hay que exigir vacunas éticas que no procedan de abortos.

Monseñor Schneider: Sí, es cierto y es evidente. Por eso, vuelvo a decir que desde el punto de vista pastoral es pésimo y que es contraproducente que precisamente en este momento concreto de la historia haya católicos que justifiquen el uso de vacunas procedentes de abortos con la teoría de la cooperación material remota. No tiene nada de lógico; tenemos que reconocerlo en este momento histórico en que vivimos.

Mientras redactábamos el documento yo rezaba mucho por el alma de las criaturas asesinadas en el vientre de su madre. Están en Dios porque desde el primer momento de la concepción existe un alma humana. Y las almas de esos niños, como murieron siendo inocentes, están en el Reino de Dios. No voy a entrar en cuestiones teológicas sobre el limbo y todo eso, pero están en el Reino de Dios. Ciertamente no están en el reino del Diablo; están libres de su dominio porque en cierto modo son también mártires. Almas de mártires. Por eso, rogué en concreto a las almas de esos niños, no sabemos cuántas fueron tomadas de cuántos niños, porque seguramente fueron tomadas de muchos. Sabemos que en este momento en China siguen asesinando y sacando células de esos niños para otros fines. También en China. El caso es que estaba rezando por eso, porque Dios conoce a esas almas por su nombre. Claro. Y les pedí que nos iluminaran, que nos asistiesen. Les pedí asimismo oraciones de reparación, en expiación por tanto crimen de tecnología fetal y todos esos procesos científicos en que se utilizan líneas celulares. No se trata ya sólo del asesinato, del momento del aborto, sino también del proceso de emplear los tejidos incluso para pruebas y otros experimentos y elaboraciones; es un crimen horrendo. Es necesario hacer expiación, expiar por eso. No entiendo cómo puede haber gente buena y sacerdotes que justifiquen ahora el uso de esas vacunas procedentes de abortos con esa teoría de la cooperación material remota. No se entiende. Tienen que hacer reparación por cada uno de los crímenes de esa larga cadena. Aunque fuera durante el proceso de elaboración. Tenemos que reparar. Esto es lo que quería decir, es mi convencimiento personal.

JHW: Exactamente. Tengo una pregunta a este respecto, porque en cuanto al argumento del pago de impuestos podría ser igual con las vacunas. Por ejemplo, en Canadá, el Reino Unido, EE.,UU. y muchos otros países, quizá la mayoría del mundo en este momento, el tema del aborto sigue siendo el mismo. La cuestión de la gravedad de matar a niños nasciturus, crimen que, como dijo V.E. en la carta, clama al Cielo, y por eso el más grave. Entonces pasa lo mismo con la cuestión de los impuestos: pagamos tributos, y parte de ese dinero se destina a costear abortos, y las vacunas. Nos piden que la recibamos. ¿Cuál es la diferencia? Porque ahora pasa lo mismo con el aborto. ¿Qué diferencia hay entre algo legítimo como pagar los impuestos y ponerse la vacuna?

Monseñor Schneider: Sí, hay una diferencia; es cuestión de proporción. Porque no me piden mi consentimiento. Se limitan a imponer tributos en general, o bien un seguro general de salud sin preguntarnos. Se puede decir que no es lo mismo. Pero si me veo ante la vacuna, en ese momento estoy cara a cara con ese mal. Veo el frasco de la vacuna. Es una confrontación directa, y soy libre para decir que no. Si me obligan, iré a la cárcel. Pero el pago de impuestos es una recaudación de dinero, aun sabiendo que pueden ordenar que el dinero que pago se destine a costear abortos u otras fechorías, como en concreto el aborto. Digo que me están robando el dinero, porque en ese caso me opongo. Querré que me devuelvan el dinero. Que me den al menos la parte de mi dinero que destinan al aborto, pero no lo harán. Por eso puede decirse que me están robando.

JHW: Exactamente, así es.


Monseñor Schneider: Como digo, hay una diferencia. Y una diferencia lógica. Como dije, uno ve y tiene la vacuna por delante. A la hora de pagar los impuestos no la tiene por delante. En ese momento no te preguntan. No somos nosotros los que hacemos los presupuestos del Estado. Es el Estado el que se gasta nuestro dinero. No es lo mismo.

JHW: Supongo que se podría entender si te dijeran: «Paga tus impuestos, que con ellos vamos a costear abortos, y cuidado que si no pagas te embargamos la casa». Aunque te lo quiten todo, puedes negarte porque sabes que tiene que ver directamente con el aborto. Sería pedirle a uno que participara de una forma muy directa en el aborto.

Monseñor Schneider: Efectivamente. Me parece una comparación muy buena. Sería cooperación. En todo caso, si me dicen que el dinero se va a destinar a hacer abortos, tengo que negarme aunque me quiten la casa, de la misma manera. Pero no me lo dicen abiertamente. Como dije, los tributos se nos imponen de una manera en que los gobiernos nos quitan el dinero de nuestras manos. Lo hacen contra nuestra voluntad. Pero en el caso de la vacuna puedo expresar mi voluntad sin limitaciones.

JHW: Excelente.

Monseñor Schneider: Eso sí, vuelvo a decir que los católicos tenemos que buscar otros planes de salud. Buscarse un plan de salud que no costee abortos. Desgraciadamente, en algunos países no hay otra opción. Así es. Así es. Así era por ejemplo en la Unión Soviética, donde yo viví. Todo el mundo tenía que pagar el seguro de salud, que también hacía abortos. Lo hacíamos a la fuerza, nos robaban el dinero.

Lo que dije, tenemos que dar testimonio de que no colaboramos en lo más mínimo con el aborto en lo relativo a las vacunas. Porque efectivamente se asesina a niños. Por eso, tenemos que dar testimonio con nuestros actos, nuestras acciones. No debemos colaborar con esas malas acciones concretas. Tenemos que dar testimonio ante esta terrible cultura enemiga de la vida, esta cultura de muerte. Tenemos que resistir si queremos que nuestro testimonio sea convincente.

JHW: En el documento, V.E. dijo que esto tiene algo que ver con la Marca de la Bestia. Eso ya es algo muy serio que dice la Escritura; que, en esencia, quien acepta la Marca de la Bestia se condena. La alusión es muy seria. ¿Qué encuentra de parecido entre esto de la vacuna y la Marca de la Bestia? Supongo que no cree que sea la Marca de la Bestia definitiva, pero, ¿cuál es su opinión?

 Monseñor Schneider: Me parece que no se expresó exactamente de esa manera. Creo que lo que se dijo fue que podría ser una indicación. Se expresó como una posibilidad; podría ser. Porque es terrible aceptar en cierta medida el fruto del aborto, algo tan terrible como esas pruebas de laboratorio y la producción de líneas celulares es horroroso, y que luego la gente tenga esa señal en su cuerpo, una señal de muerte. Sin el primer acto mortal de asesinar a un niño no llevaría esa marca en el cuerpo con la vacuna. Hay, pues, una relación con la muerte. Y la Bestia es muerte. Podría ser; no lo afirmamos rotundamente, pero lo dijimos para que se pueda reflexionarse, para que lo piensen.

​JHW: ​Es una reflexión muy interesante, porque es necesario un acto de la voluntad, ya que las Escrituras describen la Marca de la Bestia como algo que por el solo acto de recibirlo ya se es culpable. Supongo que en circunstancias normales, cuando se sabe, según todas las circunstancias normales de lo que constituye pecado mortal, uno tiene que reconocer que es un grave mal moral; que no puede menos que serlo, y que exige libre consentimiento. En esas circunstancias, entiendo que lo sea. Pero en este caso también podría impedirnos comprar y vender. Dicen las Escrituras que nadie que rechace la Marca de la Bestia podrá comprar ni vender. Con esta vacuna, hasta ahora no había visto nada que pudiera tal vez exigir la presencia de un chip en la mano que fuera imprescindible para hacer transacciones comerciales. Ahora tenemos esa posibilidad, que ni siquiera se puede entrar a comprar en una tienda, o vender.

Monseñor Schneider: Sí, podría ser; por eso el Apocalipsis de San Juan también se escribió para nosotros. Vendrá un tiempo en que se cumpla lo profetizado en el Apocalipsis. No sabemos cuándo vendrá el Señor. Es posible que ya esté cerca la Parusía. No lo sabemos. A lo mejor ya se están dando algunas señales apocalípticas, pero desde luego es difícil afirmarlo. Por tanto, expresamos la posibilidad de que sea una indicación, no decimos directamente que vivamos en un ambiente apocalíptico. Ya vemos con nuestros propios ojos esas señales apocalípticas que pueden durar por un tiempo hasta la venida del Señor. Ignoramos cuánto tiempo. Por otro lado, tenemos esperanza en que Dios es más poderoso que todas esas fuerzas apocalípticas, incluso hoy en día. Y Nuestra Señor prometió en Fátima que su Inmaculado Corazón triunfaría, ganaría. Podemos creer también que Dios concederá el triunfo al Inmaculado Corazón en nuestro tiempo antes de la venida de Cristo. Podemos creer que dará a su Iglesia un tiempo en que florezca de modo extraordinario la santidad. Toda la Iglesia puede tener esperanza y confianza en ello.

JHW: Sin lugar a dudas, la nuestra ha sido la época de mayor confusión. Personas a las que quiero y respeto, que para mí son verdaderos santos de nuestro tiempo, están divididas en cuanto a esta cuestión, y me resulta desgarrador. Todo esto es muy confuso, y creo que tendremos que implorar al Cielo que nos ayude, porque son unos tiempos verdaderamente increíbles. Ni siquiera me refiero a que, bueno, es más que la Iglesia. Impera la confusión sobre muchas cosas, y en realidad no debería haber confusión. Me refiero a las verdades de Fe, el matrimonio y todo eso. Pero en realidad hablo de personas que son de lo mejorcito, gente que siempre se ha entregado de lleno a la causa de la vida y la familia, que ha participado en todas las guerras sobre la liturgia, la familia, la vida, todas esas cuestiones concretas. Incluso entre esas personas, esta cuestión está causando mucha división. No digo animosidad, pero sí división de pareceres. Es tremendo.

Monseñor Schneider: Sí, lo entiendo, y a mí también me resulta muy doloroso ver la reacción de algunas personas que me son queridas. Como dijo, en mi opinión es que están ciegas a la realidad. Les falta profundidad de visión. Para mí es un misterio, es ilógico, no es de sentido común. Las personas sencillas lo rechazan de forma automática, instintivamente. Pregunte a las personas sencillas y verá cómo lo rechazan. Es el sensus fidelium. Eso es para mí una prueba, una demostración. Hay que guiarse por la Verdad; aunque pierda a todos mis mejores amigos, yo seguiré mi conciencia. Aunque me quede solo. Obedeceré a mi conciencia, como Santo Tomás Moro y San Juan Fisher. Ellos obedecieron a su conciencia. Gracias a Dios, no estoy solo. También hay otros obispos que no firmaron pero comparten la misma opinión, así como sacerdotes y, repito, gente más sencilla. Para mí es una prueba. Y como dijo usted, señor Westen, me parece que también es una señal de los últimos tiempos, en que los buenos estarán confundidos en algún punto, y ya dijo el Señor que algunos elegidos serían engañados. Algo tan grave y tan concreto, y no lo ven claro. Debemos a Dios el servicio de purificar nuestra alma, de tener más convicción, de guiarnos por la conciencia para averiguar la verdad, de obedecer a la conciencia. Y para un caso así, hay que haber formado la conciencia rezando, estudiando y consultando al Señor. Entiendo que ese cardenal y esos obispos tienen la conciencia formada. Y también gente sencilla. Yo creo que un día a esas personas que están defendiendo la licitud moral de las vacunas fabricadas a partir de abortos Dios les hará ver las consecuencias. No me cabe duda de que se les abrirán los ojos; es cuestión de tiempo, porque la verdad es muy poderosa. Y la verdad, cuando la buscamos, es puro corazón. Dios nos la revela y enseña. Tenemos que vivir por la verdad y por la eternidad.

JHW: Lo dice porque entiende las consecuencias de lo que estamos comentando. Porque la postura que expresó el Vaticano en 2005 y 2008, y promovida por muchísimos prelados, conduce a una conclusión contraria. La plena consecuencia, que se acepte la vacuna como una cooperación material remota, combinada con la creencia de que el coronavirus es tan grave que hay que prevenirlo con una vacuna, tiene como resultado cosas como lo que han hecho los obispos del Reino Unido. Imponen a los católicos la obligación moral de aceptar la vacuna. Y la postura de V.E…. Creo que lo mismo que expresó Abby Johnson. Ella vino a decir más o menos lo mismo que V.E. Si los obispos se opusieran resueltamente, existiría otra solución ética desde hace mucho. Pero es interesante, porque la postura de V.E. y la del cardenal Pujats, el obispo Strickland y los demás obispos y arzobispos que también firmaron el documento arriban a una conclusión contraria. Por un lado está la postura expresada por la Pontificia Academia por la Vida y la Congregación para la Doctrina de la Fe en 2005 y 2008, entendida en sentido extremo, lleva a los católicos a sentirse obligados a ponerse la vacuna fabricada a partir de abortos. Por otra parte, la postura de V.E. llevaría, en el extremo opuesto, a los católicos a resistirse hasta el punto de que les impongan restricciones a su libertad y hasta les cueste la vida. ¿Podría hablar de esa última posibilidad, qué pasaría si se impusiera obligatoriamente de modo que resisti​rla ​costase la vida? ¿Qué les diría a quienes puedan verse en esa situación?

Monseñor Schneider: Es una decisión que cada uno debe tomar ante su propia conciencia. Y si la conciencia me dice que no puedo aceptar una vacuna en cuya fabricación se han empleado tejidos abortados, ni siquiera en el modo más remoto… porque repito, participaría aunque de una forma remotísima, no es lo mismo que pagar los impuestos, claro; no se puede comparar. La conciencia me dice que no puedo aceptarlo. Tengo que decidir lo mismo que Santo Tomás Moro y el cardenal Juan Fisher, que fueron los únicos que se negaron a hacer el juramento de sucesión que les había exigido Enrique VIII. No les pidió que negaran a Cristo. Enrique VIII se limitó a exigirles que hicieran el juramento de la sucesión, en el que estaba implícito el reconocimiento del divorcio. Porque el rey les pidió que reconocieran a los descendientes de Ana Bolena como legítimos y soberanos, que reconocieran que sus descendientes eran hijos legítimos. Que dijeran que aquel era un matrimonio legítimo, reconociendo con ello implícitamente el divorcio. Y prefirieron morir antes que hacerlo. Por eso, creo que, como dijo hace unas semanas en un video que prefería ir a la cárcel que ponerse una vacuna procedente de abortos. Y yo pienso igual. Mi arzobispo también me dijo lo mismo: que prefería ir a la cárcel, y  aunque nos quedáramos solos, no lo estaríamos. Estoy convencido de que habrá muchos, tal vez no sea una gran cantidad, pero habrá una cantidad considerable de personas sencillas que pensarán igual. No tantos sacerdotes e intelectuales, sino gente sencilla. Madres, abuelas y jóvenes buenos irán a la cárcel. Creo que no aceptarán la vacuna. Y si no los matan, no sé, decretarán pena de muerte. Dios nos iluminará para que confesemos su verdad y nos dará fuerzas. ¿Qué es esta breve vida comparada con la eternidad, con la verdad? ¡Con este testimonio de los profetas! Testimonio inflexible. Con el espíritu de los profetas del Antiguo Testamento, de San Juan Bautista, de los profetas, los santos, los mártires, todos ellos. Tenemos que imitarlos aunque perdamos nuestra breve vida temporal.

JHW: Amén. Tremendo. La suya es una declaración muy contundente y llena de convicción. Me gustaría concluir aquí y, si tiene la bondad, Excelencia, pedirle su bendición para todos nosotros.

Monseñor Schneider: Dominus vobiscum.

JHW: Et cum spiritu tuo.

Monseñor Schneider: Et benedictio Dei omnipotentis Patris et Filii et Spiritus Sancti descendat super vos et maneat semper.

JHW: Amén. Muchísimas gracias, monseñor Schneider, por acompañarnos en esta edición del programa de John-Henry Westen. Dios lo bendiga.

Monseñor Schneider: Y a usted también lo bendiga.

JHW: Dios bendiga también a nuestros espectadores. Hasta la próxima.

(Traducido por Bruno de la Inmaculada. Artículo original)

Mons. Athanasius Schneider
Mons. Athanasius Schneider
Anton Schneider nació en Tokmok, (Kirghiz, Antigua Unión Soviética). En 1973, poco después de recibir su primera comunión de la mano del Beato Oleksa Zaryckyj, presbítero y mártir, marchó con su familia a Alemania. Cuando se unió a los Canónigos Regulares de la Santa Cruz de Coimbra, una orden religiosa católica, adoptó el nombre de Athanasius (Atanasio). Fue ordenado sacerdote el 25 de marzo de 1990. A partir de 1999, enseñó Patrología en el seminario María, Madre de la Iglesia en Karaganda. El 2 de junio de 2006 fue consagrado obispo en el Altar de la Cátedra de San Pedro en el Vaticano por el Cardenal Angelo Sodano. En 2011 fue destinado como obispo auxiliar de la Archidiócesis de María Santísima en Astana (Kazajistán), que cuenta con cerca de cien mil católicos de una población total de cuatro millones de habitantes. Mons. Athanasius Schneider es el actual Secretario General de la Conferencia Episcopal de Kazajistán.
(https://adelantelafe.com/monsenor-schneider-explica-por-que-un-cristiano-no-debe-recibir-jamas-una-vacuna-procedente-de-tejidos-abortados/?fbclid=IwAR3hokekCTlpnmoXhL0Bdn63pJER0GOcYNkFqWnqSFjbLtfB_p7b3G4HovY)

miércoles, 30 de diciembre de 2020

¿Pérdida de cadena de frío de la vacuna Sputnik V en Tucumán?

 


¿Se perdió la cadena de frío durante nueve minutos en Tucumán?

El Senado de Argentina aprueba el aborto

 

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(Aciprensa)- El miércoles 30 de diciembre, tras 12 horas de debate, el Senado de Argentina aprobó el proyecto de legalización del aborto impulsado por el Gobierno de Alberto Fernández.

El proyecto que ingresó al Congreso de la Nación el 2 de diciembre, como una promesa de campaña de Fernández, obtuvo 38 votos a favor, 29 en contra y 1 abstención.

Antes de la sesión de votación, la senadora provida electa por Tucumán, Silvia Elías de Pérez, dijo el 29 de diciembre que si el proyecto era aprobado, presentarán un recurso de amparo por “inconstitucionalidad” y lo confirmó durante su intervención en el pleno.

“Este proyecto lamentablemente no pasa ningún test de constitucionalidad y convencionalidad” ya que “Argentina ha tenido los máximos niveles de protección de la vida por nacer”, y se plasman en “la Constitución y los tratados internacionales”, expresó la senadora en la sala.

“Nuestro Estado se ha obligado a preservar la vida desde la concepción” por eso es contradictorio que “hoy se imponga el aborto”, agregó.

Desde lo político, “un Estado se organiza en función de la protección del más vulnerable” entonces, “quien puede tener semejante poder” y decidir “¿quién es persona y quién no?”, cuestionó Elías de Pérez.

“El derecho a la vida es el más importante de todos, anterior a todos los derechos por eso no podemos definirlo por una mayoría circunstancial”. “No podemos hablar de una democracia sana si esta mayoría puede avanzar sobre los más vulnerables”, añadió.

“Cuánto dolor hace falta en la Argentina para que entendamos” y “aprendamos cuánto vale la vida”.

“Esta ley va a ser inconstitucional y presentarán recursos a lo largo y ancho de Argentina hasta que cualquier juez la declare inconstitucional”, aseguró.

“Tienen que saber que la verdadera mayoría” son mujeres y hombres “que con su corazón celeste han teñido la Argentina y siguen apostando por la vida”.

“A ellos les digo: esto no está perdido, esto recién comienza porque la batalla por la vida no se pierde nunca. La fuerza de la vida siempre grana”, finalizó Silvia Elías de Pérez.

La senadora por Santa Cruz, María Belén Tapia, denunció la aceleración del trámite de la ley del aborto, llegando incluso a la modificación de sesiones para alcanzar los tiempos de dictamen. Recordó que ya en 2018 el Congreso había rechazado legalizar esta práctica.

“Había que meter el aborto como sea, incluso por la ventana”, expresó. “El gobierno diseñó la estrategia para el tratamiento en ambas cámaras, para favorecer el avance del proyecto en las distintas instancias parlamentarias”, denunció.

Tampoco fueron consideradas las observaciones presentadas al proyecto antivida, agregó.

“Un plan maestro” “¿creen que la sociedad no se da cuenta?”. “Aprovecharon la virtualidad y de no tener al alcance nuestra labor parlamentaria”, “tuvieron que salir a quebrar voluntades y conciencias para lograr los votos”, acusó.

En tanto, el senador por Jujuy, Mario Fiad, expresó que el proyecto “busca avanzar con una mirada sesgada sobre lo que ocurre en nuestra Argentina, que es amplia, diversa y late con ritmo propio en cada rincón”.

En ese sentido, el senador afirmó que “el aborto es, sin dudas, un drama social que se presenta como la solución a mano y que no evitará ninguna de las problemáticas de fondo”.

“Se nos dice que las niñas no deben maternar y de eso no tenemos dudas, las niñas no deben ser abusadas ni sometidas. ¿Este proyecto resuelve algo de eso? No, pasa a la clandestinidad a la violación, el abuso, la pobreza, la violencia y las desigualdades”, destacó.

A su turno el senador por Tierra del Fuego, Pablo Blanco, recordó que el proyecto niega la condición de persona y el derecho a la vida del niño por nacer, olvida las obligaciones y derechos del padre y “vulnera la constitución de 13 provincias”.

Además, aseguró que “esto no es una decisión política”, “atraviesa toda la sociedad”, por ello “la conciencia institucional, jurídica y ética debe impulsarnos a rechazar enfáticamente” este proyecto.

El proyecto aprobado permite el aborto hasta las 14 semanas de gestación. El documento no establece ninguna causal para pedir esta práctica.

A partir de ese plazo es posible solicitarlo por violación. Para acceder el aborto basta con hacer el pedido y que las mujeres mayores de 16 años firmen una declaración jurada.

Para las menores de los 13 años “la declaración jurada no será requerida” y entre los 13 y los 16 años se requerirá solo un “consentimiento informado” por escrito.

Si por alguna “restricción a la capacidad” la menor no puede dar su consentimiento, entonces deberá darlo con asistencia de su representante legal o, en ausencia de este, de una “persona allegada”.

Después de las 14 semanas de gestación también se puede realizar un aborto bajo la causal de “peligro para la vida o la salud integral” de la madre.

La palabra “integral” fue cuestionada por el senador de Río Negro, Alberto Weretilneck, por su imprecisión y amplitud.

Por ello, la senadora y presidenta de la comisión Banca de la Mujer, Norma Durango, precisó al iniciar el debate que “al momento de la promulgación” se vetará parcialmente el proyecto para luego quitar esa palabra.

De esta manera, el oficialismo logró un voto más para el proyecto del aborto.

El proyecto dice que el aborto se debe realizar en un plazo máximo de 10 días y el personal de salud debe “garantizar las condiciones mínimas y derechos” en la atención del aborto y el periodo postaborto.

En ese sentido exige que se proporcione información sobre los distintos métodos abortivos, los alcances y consecuencias de la práctica y los derechos de la mujer “a lo largo de todo el proceso de atención, incluso si no hay una solicitud explícita”.

En cuanto a la objeción de conciencia institucional, el proyecto señala que el profesional de salud que objeta, debe “prever y disponer la derivación a un efector que realice” el aborto.

En agosto de 2018 un proyecto para despenalizar el aborto fue rechazado en el Senado argentino por 38 votos contra, 31 a favor, dos abstenciones y una ausencia.

Sin embargo, en un nuevo intento del lobby abortista y como parte de las promesas electorales de Fernández, el 1 de diciembre comenzó a tramitarse en forma exprés un nuevo proyecto de legalización del aborto ingresado desde el Poder Ejecutivo.

Este fue aprobado el 11 de diciembre por la Cámara de Diputados y recibió el dictamen favorable de las comisiones del Senado el 17 de diciembre.

En ese complejo escenario, la marea celeste realizó multitudinarias marchas en todo el país, se convocó a jornadas de oración y ayuno, e incluso diversas encuestas arrojaron que una amplia mayoría en el país está en contra del aborto porque no es una prioridad para Argentina.

Una encuesta de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta), realizada entre el 20 y 24 de diciembre, reveló que el 93% de argentinos está en contra del proyecto de legalización del aborto y que el 92% piensa que no es tema de urgencia en la salud pública.

Publicado en Aciprensa.

por INFOVATICANA.

(https://infovaticana.com/2020/12/30/el-senado-de-argentina-aprueba-el-aborto/?fbclid=IwAR2kSJ4B6VD6l31NqMSR0h79IiErO6De1mxwOVUa2EtHaN1AUSmk-DgcO7I)

Imagen de un Parlamento genocida. ¿El Reichstag o el Parlamento de la Unión Soviética? No, el Parlamento argentino

 


Lobos humanos, sedientos de sangre inocente.

A la memoria de los niños por nacer, asesinados en el vientre de la madre por la inicual ley de los legisladores argentinos

 


Con la presencia de la mujer más perversa que haya conocido Argentina, se aprobó la ley genocida del aborto


 

domingo, 27 de diciembre de 2020

¿Cuál es la verdad sobre la pandemia del Covid-19?

 

¿De qué nos morimos en Argentina en tiempos de pandemia?

En cualquier análisis, las estadísticas cuentan una parte de la historia, pero ninguna cuenta toda la verdad
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Autor/a: Martín Lombardero 
INDICE:  1. Texto principal | 2. Referencias bibliográficas
Texto principal

Introducción

Cada persona que fallece tiene una historia de vida y un dolor familiar, intransferible e individual, cualquiera sea su edad e independientemente de su estado general previo (enfermedades y comorbilidades). Y desde hace más de 120 días y como nunca antes en nuestra historia, hablamos tanto y tantas veces de muertos/día casi como un índice de esperanza de vida al… “no morir”. Esto nos lleva a un estado de miedo continuo que en cierta medida nos paraliza.

La infección por COVID-19 pareciera ser la única causa de muerte, donde lo urgente desplaza y va en detrimento de lo importante. En cualquier análisis, las estadísticas cuentan una parte de la historia, pero ninguna cuenta toda la verdad. Por eso, en este artículo trataremos de hacer foco en biología, estadísticas y epidemiologia, planteando algunas hipótesis de números estimados (no podemos ser exactos, dado que en algunos temas aún no hay datos concretos), intentado hacerlo desde un punto de vista diferente al que nos muestran a diario.

Partimos de la base del último registro (año 2017) con 341.688 defunciones en nuestro país¹ y veamos de qué podríamos fallecer en una Argentina con y sin Pandemia.

¿Cuál es la principal causa de muerte hoy en Argentina?                                                         

Ayer y hoy, en Argentina y en el mundo desarrollado, la principal causa de muerte es la de origen cardiovascular: 280 individuos fallecen por día por problemas cardiovasculares (97.219 al año) tomando el ltimo registro del año 2017, y sobre un total de 341.688, lo que representa el 28,5% de la mortalidad global en nuestro país.¹

Por otra parte , entre 2000 y 2010 , se redujo la mortalidad cardiovascular en Argentina un 22%  (de 271.4 a 211.6 por cada 100.000 habitantes)², gracias a la implementación de programas de prevención, diagnóstico con avanzada técnicas de imagen cardiaca y un óptimo y renovado intervencionismo cardiovascular³.

Fuente: elaborado por el SILVER-Ca en base a los registros de mortalidad de la DEIS (Dirección de Estadística e Información de Salud), Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nacion. Instituto Nacional del Cáncer. (INC). Argentina 2019.

Sin embargo, durante la pandemia, muchos de estos avances se amortiguaron o inclusive o disminuyeron. Un reciente trabajo multicéntrico argentino4 (participaron 31 centros de salud) mostró que las consultas debido a emergencias cardiovasculares disminuyeron un 75% y las hospitalizaciones un 48%; los ingresos por dolor de origen coronario un 62% y por accidente cerebrovascular en un 46%, los procedimientos invasivos también disminuyeron: 59% las angioplastias coronarias (colocación de stent), y 58% las cirugías cardiacas.

En otro trabajo reciente, los Dres. P. Lamelas, A. Alves de Lima, F. Botto y col, del Instituto Cardiovascular de Bs As5, concluyeron que como consecuencia del menor control de los factores de riesgo cardiovasculares de abril a octubre de 2020 podríamos tener hasta 10.500 nuevos casos de enfermedad cardiovascular que pudieron ser prevenibles. Por ejemplo, un infarto de miocardio tardíamente tratado, podría llevar a un exceso de 6000 a 9000 muertes evitables con el tratamiento a tiempo.

Un reporte del mes de junio del corriente año de la iniciativa Stent-Save a Life! 6 Argentina, demostró mayor mortalidad en el infarto tratado cuando compararon abril del 2019 versus abril del 2020:  6% versus 11.6% de mortalidad respectivamente, con diferencias estadísticamente significativas (p <0.009).

Todo esto se traduce en mayor número de muertos por día por enfermedad cardiovascular, por no prevenir, no consultar o llegar tarde a la consulta.

Ese “enorme” 22% porcentaje de reducción de la mortalidad cardiovascular que se logró en las últimas décadas, se debería haber perdido transitoriamente en la cuarentena, lo que equivaldría a aproximadamente 50 a 60 fallecidos/día más que se agregarían a los 280 fallecidos/día en épocas de no pandemia. Es decir, fallecerían HOY en Argentina hipotéticamente 340 individuos por día de los cuales 50 a 60 no deberían haber fallecido según protocolos de prevención e intervencionismo optimo previos a la pandemia.

Recordemos que, en la crisis del 2001, la depresión económica llevo a depresión psicológica, desesperanza, estrés negativo, insomnio, ausencia de proyectos y perdida de autoestima entre otros aspectos psicológicos que reflejaron un estrés “negativo” y que pueden ser gatillo de infarto agudo de miocardio.

En año 2005 el Dr. Enrique Gurfinkel7 presento un trabajo clave que mostró los efectos de la crisis argentina del 2001. Fue la primera información epidemiológica oficial mundial en donde una crisis financiera, social y económica fue relacionada con mayor mortalidad e infarto. La crisis habría dejado 20.000 muertes por exceso de infartos entre 1999 y 2002. Y dijo “Esto debería servirnos de advertencia, ya que, si vuelve a pasar, los responsables de tomar las decisiones estarían provocando un genocidio" (Dr. Enrique Gurfinkel (1957-2011) 7 en un reportaje al diario La Nación en el año 2005).

Al periodo actual habría que agregar el encierro (con aumento de todos los factores de riesgo y disminución de ejercicio físico aeróbico) y el miedo a la pandemia en si misma (además del miedo a la crisis económica) como gatillo de enfermedades cardiovasculares.

En un trabajo en vías de publicación sobre 1000 encuestas en Mendoza, el Dr. Sebastián Wolff y col observaron que un 60% de los individuos “sanos” en pandemia sufrieron depresión, ansiedad, tristeza, falta de voluntad o desesperanza. No hay dudas que además de mayor mortalidad por no consultar, habrá (como en el 2001) mayor tasa de eventos cardiovasculares por estrés psíquico negativo.

La 2da causa de muerte en Argentina son las enfermedades por tumores (cáncer). En 2017, 65.488 (19,2% del total) fallecieron por esta enfermedad que hoy en muchísimos casos se previene con diferentes protocolos de diagnóstico precoz…. ¿Cuántos de estos diagnósticos precoces que salvan vidas hoy no se están haciendo?

Imposible saber hoy cuanto representa un retraso de más de 6 meses de diagnóstico precoz de un tumor incipiente de cualquier órgano. Para citar un ejemplo, los investigadores han informado que el retraso en la endoscopia gástrica en personas con sangre oculta en materia fecal podría llevar a un diagnóstico precoz perdido y afectar negativamente la supervivencia. Una vez más, las consultas y técnicas que detectan precozmente alteraciones, en este caso tumorales, podrían ser causa de mayor mortalidad futura, pero con datos aun inciertos e impredecibles en la actualidad.

La 3er causa de muerte en Argentina es “la enfermedad respiratoria” cuyo principal exponente es la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, con Enfisema y Bronquitis Crónica como principales causas), con 64.869 fallecidos en 2017, un 19% del total¹. En la EPOC existe alteración estructural del parénquima pulmonar, y el tabaquismo sigue siendo la causa principal de esta enfermedad en el mundo desarrollado.                                                                                             

El estudio EPOC.ar8 (realizado en 4000 pacientes de Argentina y en varias provincias) mostró una prevalencia de 14,5% con una gran tasa de sub-diagnostico (77%). En la Argentina (donde el 25% tiene el hábito de fumar) habría alrededor de 1,5 millones de personas con EPOC, donde la mayoría ignora su condición. 

Una de las causas de internación, re-internación y mortalidad en EPOC ocurren en las llamadas “reagudizaciones”. En invierno y antes de la pandemia, es ampliamente conocido que las terapias intensivas tienden a saturarse con pacientes con infecciones respiratorias por virus estacionales (influenza, rinovirus entre otros) y bacterias oportunistas. Particularmente en invierno en un año normal, es relativamente difícil conseguir una cama en terapia intensiva por las frecuentes complicaciones de enfermedades “estacionales”, siendo muchas de ellas de reagudizaciones de EPOC agravadas por infecciones respiratorias.

La edad avanzada (mayor de 75 años), es un agravante ya que infecciones por el rinovirus (el virus más frecuente en reagudizaciones) o el virus influenza (gripe) pueden complicar el cuadro ?. Existen datos que muestran que hasta el 40% de pacientes EPOC avanzado pueden fallecer por infecciones respiratorias estacionales (virus o bacterias). Y existen otras enfermedades respiratorias cuyo final puede ser una infección respiratoria oportunista.

El último Informe de Estadísticas Vitales, publicado por la Dirección de Estadística e Información de Salud (DEIS) de la cartera de Salud, reportó que en 2018 murieron en Argentina 31.916 personas por infecciones respiratorias¹³ (neumonía e influenza), de las cuales 1/3 (13.246) fueron mayores de 85 años.  Ahora bien… suponiendo que, de los 31.916 fallecidos por infecciones respiratorias en Argentina del año 2018, el 70% (22.341) lo hayan hecho durante el invierno, (es decir infecciones respiratorias estacionales) la mortalidad en esta época del año seria de 124 pacientes por día.

Pero ¿Cuántos de estos pacientes se están viendo HOY en las terapías intensivas? ¿Cuántos pacientes con reagudizaciones de EPOC con virus estacionales o bacterias habituales están graves en esta época fría de Buenos Aires?  

No hay datos oficiales, pero claramente y en interconsulta con jefes de terapia intensiva y neumólogos, y también por lo que se observa en la práctica diaria, se ven muchas menos internaciones por esta enfermedad que en años anteriores y que ahora fueron reemplazados por enfermos infectados por COVID-19. También las terapias infantiles están con marcada disminución de bronquiolitis y de  circulación de VSR (Virus Sincitial Respiratorio), dejando camas libres que en algunos centros son adaptadas para COVID 19 de adultos.

Claramente, todas las medidas adoptadas en los últimos 120 días han hecho disminuir la circulación de virus estacionales.  

¿Dónde están los EPOC reagudizados de esta época?  La cuarentena, el aislamiento estricto de personas mayores, uso universal de máscaras, distancia óptima y el cuidado de pacientes con EPOC en sus domicilios, trajo como consecuencia que este grupo de pacientes tenga menos visibilidad, y veamos en los centros de salud menos reagudizaciones por virus/bacterias estacionales. Es decir… hoy en las terapias intensivas, los pacientes con enfermedad respiratoria grave son COVID-19, y no (o en mucha menos proporción) las habituales reagudizaciones de EPOC de esta época con virus estacionales.                                    

¿Sería válido afirmar que “del punto de vista estadístico” los fallecidos infecciones oportunistas (con foco en EPOC) de otros años han sido reemplazados por fallecidos de COVID 19?

Por ahora, y haciendo una estimación hipotética si tuviéramos 100 fallecidos/día de COVID-19 durante los próximos 2 meses en Argentina, tendríamos alrededor de 10.000 fallecidos a fin del invierno vs un aproximado e hipotético 22.341 fallecidos con infecciones respiratorias estacionales en un invierno “habitual y sin pandemia”. Cabe destacar que ambos comparten la misma franja de edad de riesgo (mayores de 75 años). Por ahora hay esperar los datos de Agosto/Septiembre.

El promedio de fallecidos por COVID-19 en Argentina es al día 24 de julio de 18.7 fallecidos/día (total 2807) en 5 meses de pandemia y merced a una larga cuarentena que no genero pico de contagios. Pero en los últimos días ha aumentado a algo más de 100 fallecidos por día. Es decir, no podemos precisar números futurospero hasta ahora es probable como hipótesis, que la mortalidad global del COVID-19 en Argentina pueda ser semejante y hasta menor a la de los fallecidos por infecciones respiratorias estacionales graves de años anteriores sin COVID.

Si en el 2018 el total de fallecidos para infecciones respiratorias por virus y bacterias oportunistas (y no) fue de 31.916, y suponiendo que este año solo tengamos un 30% de ese total, es decir 9.574deberíamos llegar a 22.342 fallecidos/año de COVID-19 para equipar el numero total de fallecidos “por enfermedad respiratoria infecciosa global” en 2018.   

Una estimación con un escenario de COVID 19 que no esperamos tener. En España e Italia los fallecidos al día de hoy son 28.432 y 35.097 respectivamente, SIN haber hecho cuarentenas a tiempo ni óptimas; y con un rebrote actual en algunas ciudades con muchos contagiados y poca mortalidad.  (Es importante destacar que los fallecidos con infecciones por enfermedad respiratoria grave de otros años fueron estimados sin cuarentena ni medidas de distanciamiento. Y que también la mayoría de los centros tienen una clara disminución de pacientes EPOC en seguimiento).                                                                                                  

¿Cuál fue la mortalidad de la gripe “común” o influenza en el mundo pre-pandemia? ¿Y versus COVID-19?

Según datos de la OMS fallecen en el mundo y entre 290.000 y 650.000 por gripe estacional (Virus Influenza). Los datos de la OMS están basados en un artículo de A. Danielle Iuliano y col, publicado en The Lancet ¹°, donde se pudo obtener información de países que representaron el 57% de la población mundial.

La media anual estimada de muerte respiratoria asociada a la influenza varió de 0,1 a 6,4 por 100.000 individuos para personas menores de 65 años, 2,9 a 44 por 100.000 individuos para personas entre 65 y 74 años, y 17,9 a 223,5 por 100.000 para personas mayores de 75 años. Estimaron entonces que por virus influenza fallecieron de 4 a 8.88 por 100.000 individuos, es decir: 0.04 a 0.08 cada 1000 individuos.

Pero es difícil estimar la tasa de letalidad por infección (Índice IFR) en virus influenza, porque la inmensa mayoría que tiene una gripe por influenza, ni consulta ni se hace un test diagnóstico. Además, la media anual estimada de muerte por virus Influenza y publicada por la OMS tiene una importante variaciónA pesar de la variación descripta, el IFR para gripe común estacional ha sido estimado en 0,1%. (1/1000)¹²                                       

En cuanto al COVID-19, los últimos datos de 27 países muestran más de 600.000 fallecidos en 6 meses, aunque se estima que extraoficialmente fueron más. La tasa de letalidad (IFR) estimada de COVID-19 estaría entre 0.1-1.08% y fue estimada “universalmente” en 0.64% (6 pacientes cada 1000 infectados)¹¹¯¹².                                                                                                                                 

No hay dudas que “hasta ahora” el COVID tiene mayor mortalidad que la gripe estacional. Y en ambos virus el gran factor de riesgo es el ser mayor de 75 años.

Pero… de todas maneras hay datos que las hacen hoy poco comparables: COVID-19 es con cuarentena, medidas preventivas y sin vacuna, y la Gripe/Influenza es la inversa de lo descripto: sin cuarentena, sin medidas preventivas y con vacuna.

Por otra parte… ¿Cuál es la causa de muerte más frecuente en menores de 35 años en Argentina?

Los accidentes viales siguen siendo la causa más frecuente. En el 2019 la mortalidad anual fue de 6.627 (datos de luchemos por vida.org) lo que equivale a 19 fallecidos/día. De acuerdo a datos del gobierno de la ciudad de Buenos Aires la mortalidad por accidente vial cayó un 56% en abril 2020 (cuarentena estricta) vs abril 2019. Y hoy los politraumas de accidentes viales no se ven en las terapias intensivas como en una época normal.

En síntesis …. ¿De qué nos morimos en tiempo de Pandemia en Argentina?

1. La causa nro. 1 sigue siendo la Enfermedad Cardiovascular.  A los 280 fallecidos diarios de años no COVID, la pandemia generaría un exceso de mortalidad, difícil de estimar pero que podría rondar un 20% (50 a 60 fallecidos por día que se agregan a los 280 diarios). Aun no se sabe cuánto influirá el estrés negativo en la tasa final de enfermedad cardiovascular (como ya ocurrió en 2001) 

2. Tampoco se sabe cómo y cuánto va a repercutir el menor diagnóstico precoz de tumores que no se está descubriendo en pandemia. En los próximos años se conocerán datos de cuanto influyó (y si es que influyó) en la mortalidad total la falta de estudios preventivos.  

3. Aun sin datos oficiales, la mortalidad de la nueva infección respiratoria del  COVID-19, se neutraliza y contrapone en número y hasta ahora, con la menor mortalidad observada en este invierno por infecciones (virus y bacterias) estacionales (como la gripe por influenza). La ausencia de pacientes EPOC en esta época puede deberse a que están muy cuidados, resguardos y sin circulación de virus estacional. La tasa hipotética de fallecidos/día sería hasta el día de hoy mayor para las infecciones respiratorias estacionales (basado en registro del 2018) con 124 fallecidos/día de promedio en invierno, mientras que para el COVID-19 corresponde hoy a un promedio de 18/día, pero es importante tener en cuenta el aumento de las cifras de mortalidad de COVID-19 en las últimas semanas con más de 100 fallecidos/día. De acuerdo al IFR, el COVID 19 tendría mayor mortalidad que el virus de la gripe, (6.4/1000 vs 1/1000 respectivamente.) Los próximos 2 meses serán claves en Argentina respecto a la evolución y pronostico del COVID 19.

4. Por otra parte, y lógicamente, disminuyó el número de fallecidos por accidente vial.

En el mundo aún se discute la cuarentena estricta. Pero cuando se realiza en un momento estratégico, optimo y por un tiempo limitado, es decir 4 semanas¹¹ el resultado es beneficioso y con una ecuación salud vs economía que lógicamente debe ir en detrimento de la economía. Pero cuando se alargan, las cuarentenas ya no tienen el mismo efecto, el beneficio comienza a revertirse y no hay manera que no circule el virus en una comunidad moderna.

De persistir la idea de la ecuación salud vs economía con largas cuarentenas, habría que aplicar el mismo criterio y también cerrar todo lo que aumente dramáticamente los factores de riesgo cardiovasculares: fast-food, tabacaleras y distribuidoras de cigarrillos, bebidas azucaradas, los “snacks”, los embutidos y hasta carnicerías que no vendan carne magra…. y más aún… poner en cuarentena a todos aquellos que tengan sobrepeso hasta que adelgacen…

¿Por qué? porque en la Argentina se mueren 280 personas /día de enfermedades del corazón y es la 1er causa de muerte. Pero no es posible hacerlo… no es lógico ni siquiera razonable. Entre otras cosas, por las fuentes de trabajo y la economía que se pierde. Con el mismo razonamiento para evitar las muertes por accidente de tránsito en los jóvenes, no deberíamos darles el registro automotor a los menores de 35 años hasta que cumplan 35 años. Como es lógico de suponer, esto no es tampoco aceptable ya que repercutiría en la economía y en sus derechos y libertad de acción.

¿Entonces? Hemos aprendido a convivir con estos malos hábitos y precursores modernos de enfermedad, con campañas de prevención, concientización, educación, como también inculcando la importancia de generar salud con deporte individual “moderado y constante”.

Lo mismo ocurre con este nuevo coronavirus, debemos aprender a convivir con él, con campañas de buen hábito de bioseguridad, usos de máscaras oro-nasales, distancia, lavado de manos, ventilación, ejercicio físico, cuidar el grupo más vulnerable, rastreo de contactos, testeos y aislar solo los focos, y demás medidas que se irán flexibilizando según evolucione el COVID-19.      

Una segunda parte de “De que nos morimos en tiempos de pandemia en Argentina” nos dará seguramente, y en el futuro, datos más precisos de algunas de las hipótesis basados en la observación que fueron presentados aquí.  


Autor: Dr. Martin Lombardero

Jefe de Imagen Cardiaca de Sanatorios de la Trinidad. Miembro Titular de la Sociedad Argentina de Cardiología y de la Sociedad de Imágenes Cardiovasculares de la Sociedad Interamericana de Cardiología (SISIAC)

Agradecimiento: Colaboraron en la revisión y corrección de este articulo las Dras. Silvia Makhoul y Graciela Reyes, y Dres. Gustavo Domeniconi y Pablo Pratesi.

(https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=96478)

Dr Costa: La pandemia es un fraude




El Dr. Enrique Costa Vercher es médico internista y licenciado en Medicina y Cirugía por la Facultad de Medicina de Valencia en el año 1979. Ejerce como médico de familia desde hace más de 40 años y lo hace desde una visión holística e integral puesto que cree que la medicina es una ciencia unitaria. Católico, casado y padre de familia. Es autor de varios libros: "Sida. Juicio a un virus inocente" (1993) "Hijos de un dios terminal" (2001) que están agotados y se reeditarán en breve. "Vacunas, una reflexión crítica" de Ediciones "i" (2014), "Iatrogenia, la medicina de la bestia" Editorial Cauac (2019) Estos dos últimos títulos están en el mercado en la actualidad y también se pueden adquirir en Amazon. 

En esta primera parte de la entrevista explica con argumentos por qué a su juicio la pandemia es un gran fraude.

Usted afirma que la pandemia es un cuento y que todo es mentira desde el principio hasta el final. ¿ En qué se basan sus argumentos y cómo llegó a esa conclusión tan contraria a la información oficial que todos conocemos?

Yo soy un médico que, de entrada, desconfía mucho de la veracidad de las múltiples enfermedades producidas por nuevos virus que la prensa nos presenta cada pocos años (sida, gripe A, ébola...) puesto que todas ellas, para mí y para algunos médicos y científicos disidentes, han sido verdaderos "artefactos" que, eso sí, no cabe duda de que han contribuido al negocio de las multinacionales pero en detrimento de la salud y la tranquilidad de miles de ciudadanos. Pues bien, cuando en enero pasado nos comunicaron por la prensa que había aparecido un "nuevo" virus en Wu Han, empecé a desconfiar y pensé: "ya estamos otra vez con el cuento de esta temporada que nos presenta a un nuevo virus"; pero mi sospecha llegó a su máximo grado cuando se nos informó que ese nuevo virus, aparecido en pleno invierno, provocaba los mismos síntomas que la gripe invernal. 

Es importante saber que el cuadro de síntomas era el mismísimo que el de la gripe: Al principio aparece catarro, tos, fiebre, dificultades respiratorias, pérdida de olfato y de gusto... y, si se complica aparecen neumonías graves, bronquitis agudas y profundas y... muerte en personas mayores o enfermos debilitados por enfermedades previas crónicas; repetimos pues, ese nuevo virus, curiosamente, causaba lo mismo que la gripe. Es como si ese "nuevo" virus hubiese secuestrado y se hubiese apropiado del mismo cuadro sintomático de la gripe y, además, de su mismo periodo invernal, porque la gripe se presenta en invierno puesto que es una enfermedad causada por la agresión del frío. Entonces pensé que se trataba de un truco o engaño para comercializar otro nuevo virus-artefacto pirateando el síndrome propio de la gripe invernal de este año. 

El hecho de que esa sustitución fraudulenta se ha producido, es que usted puede comprobar que los casos de gripe de este año han desaparecido y, todos, han sido sustituidos por casos de covid-19, lo cual confirma mis sospechas y, así, si usted mira en el centro de epidemiología del Instituto Carlos III comprobará que desde enero de este año ha desaparecido (¿milagrosamente?) la gripe en España y, desde entonces, todo son casos de covid-19... Es el primer año en la historia de la medicina en que no hay casos de gripe en pleno invierno... ¿qué tal?

Pero la pandemia de covid- 19 ha sido algo más complejo que la gripe. La prensa y los medios oficiales nos dicen que se han producido muchos más miles de muertos y usted nos dice que ha sido como la gripe de todos los años. ¿cómo lo explica?

La gripe de este año debería haber causado, más o menos, el fallecimiento de un número similar de ciudadanos que suele causar cada año pero, efectivamente, este año ha podido causar unos cuantos miles más; pero ese aumento no significa que la gripe de este año haya sido más agresiva y, desde luego, no indica que haya sido un nuevo virus más agresivo sino que tiene una explicación perfectamente clara que, además, es conocida por todos, aunque no reconocida, y se debe a unas circunstancias y hechos acaecidos, precisamente, como consecuencia de haberse declarado, oficialmente y por toda la prensa, una pandemia inexistente o irreal; es decir, el haber alarmado de manera exagerada y aterradora a la ciudadanía de la existencia de una pandemia y las medidas draconianas que se han adoptado han provocado un estado de pánico tan evidente como apabullante que, como consecuencia lógica, disparado el número de muertes, sobre todo, entre los ancianos que han resultado ser el 95% de los fallecidos. 

Todos los años, si hace usted memoria, recordará que, en el invierno todas las televisiones del país informan, en dos o tres ocasiones, que los hospitales se desbordan por los casos de gripe  y se acumulan los pacientes en los pasillos; es algo que ocurre todos los años cuando vienen las olas de frío; sin embargo, que yo sepa ha sido el primer año que con motivo de los casos de gripe se hayan producido comparecencias públicas de ministros de Sanidad, de Defensa, de jefes de la Policía y de la Guardia Civil... dando ruedas de prensa, mientras todos los informativos se esforzaban por aterrorizar, desde primera hora de la mañana hasta la noche, al pers7onal; recordará usted que en marzo y abril pasado parecía que estuviésemos en estado de guerra o ante la invasión de extraterrestres en lugar de padecer la gripe estacional de cada año.

O sea que usted admite un aumento de mortalidad de la gripe de este año a causa de la alarma motivada por la declaración de la pandemia; si es así... ¿Puede explicar de qué manera la declaración de pandemia y del estado de alarma han podido influir en el aumento de mortalidad entre la población afectada de gripe o de otras enfermedades?

Desde luego que admito ese aumento de mortalidad de la gripe de este año por las causas mencionadas y que ahora paso a explicar: Existe y es harto conocido por la medicina lo que se llama el efecto "placebo" que se trata de un efecto beneficioso sobre la recuperación de cualquier enfermedad; es un efecto que podríamos llamar psicosomático de carácter beneficioso que se produce cuando el enfermo tiene la confianza en que se curará pronto y se produce cuando está convencido de que su enfermedad es sencilla y fácil de curar, cuando cree que su médico conoce la enfermedad y sabe cómo curarla... es decir, si el enfermo es optimista y tiene confianza en su pronta recuperación, ese sentimiento y esa convicción, actúa como un efecto beneficioso para lograr la curación; incluso, muchas veces, ese efecto placebo es suficiente como para conseguir, por sí sólo, la curación total. 

Pero existe también, cómo no, el caso contrario, el efecto "nocebo" que es producido por un estado mental aterrado, un sentimiento de inquietud y una convicción de que la enfermedad que padece es una enfermedad grave y mortal, cuando sabe que se desconoce su causa y su tratamiento y que, además, se trata de una enfermedad que está aniquilando a muchas personas y que los médicos desconocen cómo abordarla y curarla... Cuando un enfermo de gripe o de otra enfermedad experimenta este estado mental negativo, de inquietud y estrés y esta convicción de fatalidad y desesperanza... sufre el efecto nocebo que, desde luego, va a dificultar su recuperación y, en muchos casos, es suficiente como para llevar a un desenlace fatal; es decir, actúa en sentido contrario que el efecto placebo. Si ha comprendido lo que es el efecto placebo y nocebo... 

Yo le pregunto: ¿Cómo cree usted que se han sentido los ciudadanos que han tenido gripe este año y han sido catalogados como infectados de coronavirus, después de escuchar a la prensa española decir que estábamos siendo atacados por un nuevo virus terrible y mortal, ver esas ruedas de prensa de altos mandos del ejército y la política, escuchar a médicos advertir de lo grave e inédita que era la situación y que le recordaran, cada noche, el número de fallecidos que había habido ese día el el país? Qué efecto cree que se ha podido causar sobre los enfermos de gripe con este panorama... ¿El de placebo o el de nocebo?

Queda claro que la prensa y el gobierno han creado un enorme efecto nocebo que estoy seguro que no ha beneficiado a ningún enfermo de gripe, pero ¿existe algún otro factor que haya contribuido a aumentar el número de fallecidos atribuidos al covid-19?

Desde luego que sí y los podríamos describir con los siguientes adjetivos calificativos:

a) Factores higiénicos: Con el fin de proteger de la infección a la población de ancianos de las residencias, todos sabemos, que se les ha "arrestado" sin piedad en el interior de sus habitaciones sin poder salir ni relacionarse ni reunirse entre ellos en los lugares comunes durante más de seis meses; les atendían unas personas asustadas y vestidas de astronautas que les decían que eran contagiosos y que ya no les tocaban ni se acercaban a ellos, les servían la comida a distancia como si fuesen apestados y, para colmo, no podían ver a sus familiares, hijos y nietos, durante todo ese tiempo quedando abandonados durante meses; yo he sido testigo de la profunda tristeza que esa situación ha causado en dos ancianos que eran pacientes míos y que me lo han podido contar. Esa situación inhumana de rechazo y abandono ha producido un efecto nocebo, una depresión y una sensación de desesperanza tal... que se ha llevado por delante a muchos de nuestros ancianos.

b) Factores tóxicos o yatrogénicos: Como se trataba de un "nuevo" virus se han ensayado sobre los enfermos multitud de medicaciones experimentales con efectos desconocidos como medicación contra el sida o medicación contra la malaria amén de antibióticos y antipiréticoa y sedantes por toneladas

c) Eutanasia protocolaria: En algunas comunidades autónomas, por orden política de las consejerías de sanidad, se han ordenado unos protocolos que inducían a sedar con opiáceos y barbitúricos, como único tratamiento, a los mayores de ochenta años a pesar de que todos los médicos sabemos o deberíamos saber que a un insuficiente respiratorio, sobre todo, si es anciano, si se le seda con opiaceos y o barbitúricos, se le induce a una muerte por parada respiratoria y, finalmente, a muchos ancianos, por el hecho de tener 80 años o más, se les ha restringido, por prescripción protocolaria, el ingreso a los hospitales para no ocupar el sitio de los más jóvenes en tiempos de escasez.

d) Factores ficticios o de camuflaje: Los políticos, con el fin de justificar sus medidas draconianas y sin sentido, han subvencionado a los hospitales y a las comunidades autónomas en función del número de casos de covid-19 que declarasen y, ese incentivo tan apetitoso, ha motivado que muchos fallecidos de otras enfermedades como infartos, ictus, cánceres... etc, hayan sido catalogados de fallecidos por coronavirus... de esa manera la subvención aumentaba de volumen.

Todos estos factores, perfectamente comprobados y comprobables, han sido y siguen siendo la causa del engorde de las listas de fallecidos por covid-19; lo cual, junto a la larga lista de falsos positivos, ha contribuido y contribuye al mantenimiento, por parte de la prensa y del gobierno, de la alucinación general de terror al coronavirus que tiene amedrentada a la población y que, debido a ese miedo colectivo o a esa paranoia general, los ciudadanos han permitido que les arresten en casa sin tener síntomas de ninguna clase, que les pongan un bozal y que les suspendan su puesto de trabajo y les hundan en la miseria y que les prohíban visitar a familiares y amigos, es decir, por el estado de pánico general y miedo a la falsa pandemia, los ciudadanos han renunciado a sus derechos humanos básicos.

Entonces para usted y para los médicos que mantienen su punto de vista... ¿toda esta movida de las mascarillas, de los lavados de manos con el gel, las restricciones en la libre circulación de las personas, la parada general de la actividad laboral y económica, el cierre de los templos y la alteración de la liturgia... en realidad, es consecuencia de haber tomado a la gripe anual y estacional por una falsa pandemia de un "nuevo" virus altamente infeccioso, agresivo y mortal?

Ni más ni menos, así es, aunque parezca increíble a estas alturas de la película. Y, además, usted y los demás ciudadanos lo pueden comprobar sin necesidad de ser médicos pero, eso sí, utilizando el sentido común o la lógica aristotélica más elemental: Si usted entra, por medio de internet, en el centro de epidemiología del Instituto Carlos III o en el INE y busca las estadísticas de fallecidos y sus causas en España en este año 2020, comprobará que en marzo y abril de este año se produce un gran aumento de las muertes por supuesto covid-19, ese gran aumento se traduce en una enorme y sobresaliente curva estadística en forma de campana de Gauss que va desde la segunda semana de marzo hasta la primera del mes de abril. 

¿Qué pasó en ese corto periodo de tiempo? ¿Qué cosa pudo motivar tanto fallecimiento en España? La explicación es esta: Si usted hace memoria o revisa la hemeroteca comprobará dos hechos que fueron la causa de ese aumento de mortalidad: El primero fue la llegada retrasada del invierno en el mes de marzo que bajó las temperaturas y trajo lluvias generalizadas en todo el país y el segundo factor que influyó negativamente fue que el 14 de marzo el gobierno implantó el "estado de alarma" que obligó a millones de españoles a guardar largas colas a la intemperie, bajo el frío y la lluvia; como hemos explicado antes, la gripe es una enfermedad causada por la agresión del frío y de la humedad y, por eso aparece, normalmente, en invierno cuando llegan las olas de frío. 

Este año el invierno nos llegó en marzo y coincidió con la orden del gobierno que obligó a millones de españoles a pasar frío en las largas colas que se montaron en las puertas de los supermercados y demás servicios y, debido a esas largas estancias a la intemperie pasando frío y humedad, la gripe y los fallecidos por ella se dispararon durante las tres últimas semanas de marzo y la primera de abril; pero, después de estas semanas, se redujeron sin hacer nada, de manera espontánea e inmediata, cuando desaparecieron las lluvias y el frío en la segunda semana de abril, eso sí, cuando llegó el calorcito.

A partir de la llegada del calor desaparecieron, de repente, los enfermos y los fallecidos y aparecieron los curiosos y contradictorios casos de contagiados "asintomáticos". Este simpático y novedoso concepto médico llamado "enfermo asintomático" quiere describir a un posible enfermo que, de manera inexplicable o "milagrosa", no tiene síntomas aunque esté infectado por un "nuevo" virus altamente agresivo y mortal... 

Pero, ¿Se puede estar infectado por un virus altamente agresivo y mortal y no tener ningún síntoma o, lo que es lo mismo, estar tan campante? ¿ Es lógico eso? 

Pues aunque no tenga ningún sentido todo el mundo se traga esa imposibilidad lógica, incluidos los médicos que es la primera vez que oyen un caso así. De hecho, para un médico de 40 años de ejercicio, como es mi caso, eso es una novedad imposible, es un "neologismo" médico desconocido e inexplicable; pero a pesar de ello, durante la primavera y el verano, como la gente ya no enfermaba ni, mucho menos, se moría de gripe porque ya no hacía frío, los casos de infectados "asintomáticos" se han multiplicado hasta llegar a 1.700.000 españoles y las cifras van en aumento, sin parar, a medida que se van haciendo más pruebas PCR que son unos tests que la propia OMS admite que dan un alto porcentaje de falsos negativos y que, además, su propio inventor y creador, el fallecido Dr. Kary Mullis, se ha pasado más de 20 años diciendo que su prueba PCR no sirve para diagnosticar enfermedades víricas.

Yo me pregunto ¿cuantos millones de infectados "asintomáticos" harán falta para que los políticos, los periodistas y los médicos que mantienen la alucinación lleguen a la conclusión lógica y elemental de que no existe ninguna pandemia y que los supuestamente "infectados", en realidad, no tienen nada ni les pasa nada y, por eso, son asintomáticos? Pero, a pesar de esta evidencia y en contra de toda lógica, se mantienen en sus trece y anuncian que este invierno se espera una nueva ola; por cierto, que en esto sí que coincidimos con ellos pero, eso sí, matizando que ya auguramos que la ola que vendrá este invierno no será de infectados "asintomáticos" sino que será, como todos los inviernos, de gripe común y que traerá los mismos síntomas (catarros, fiebre, tos, neumonías...) y los mismos fallecidos de siempre.

El nuevo concepto de infectados "asintomáticos" es una burla a la lógica médica de todos los tiempos y una excusa mediática para mantener la alucinación colectiva y el pánico de la existencia de una pandemia que, en realidad, no existe ni ha existido nunca.