El cigoto, es decir, el ovocito fecundado por un espermatozoide, es ya una persona humana, con un acto de ser, con un cuerpo y con un alma, y por lo tanto, su primer derecho humano es el derecho a vivir

jueves, 29 de enero de 2015

El sufrimiento del aborto se vuelve avasallador, incluso para el médico

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Un ex-médico abortista y hoy líder pro-vida contó su experiencia en la March For Life


Mark Stricherz
El Dr. Anthony Levatino fue uno de los miles de manifestantes que participaron en la Marcha por la Vida, realizada este mes en la capital norteamericana. La marcha es un evento anual que los defensores del derecho a la vida organizan en la misma fecha en que Estados Unidos aprobó su ley del aborto, hace más de cuarenta años. Es una protesta y una invitación a la reflexión sobre la vida de los no nacidos.

Al mirar hacia atrás, en medio de la multitud y bajo la luz brillante del sol, el doctor Levatino sentía la solidaridad a su alrededor. “Ellos no juzgaban a nadie”, comenta, cuya vida sufrió un giro de 180 grados: él fue médico abortista, hoy, es ginecólogo provida.

Levatino se dice en paz con la transformación que vivió. De pie sobre un podium improvisado después de la Marcha por la Vida, él se sentía bien con sus colegas provida, especialmente con aquellos que, antiguamente, también defendían el “derecho a elegir”, metáfora políticamente correcta usada en Estados Unidos para expresar el supuesto derecho femenino a eliminar un ser humano en su fase inicial de desarrollo.

Una mujer se presentó ante la multitud y habló del “tormento aprisionador” que vivió tras someterse a tres abortos.
Levatino, solidario, le dijo: “Buen testimonio, Tammy”. Otra mujer, que también había abortado, contó su historia conmovedora y concluyó el testimonio con un padrenuestro.

Levatino cerró los ojos y rezó junto a toda la multitud. Y cada vez que los demás oradores se dirigían al público, el médico extendía un cartel que decía: “Yo me arrepiento de haber realizado abortos”.

Levatino ya había participado en la Marcha por la Vida en ediciones anteriores, pero aún no había subido al podium para hablar a la multitud. “Esta experiencia es muy diferente para mí. Es una experiencia de curación personal”, declaró minutos después de bajar del podium. Ahí arriba, se había acordado de su pasado y, tal vez, había pensado en su futuro. Treinta o cuarenta metros frente a él se encontraban manifestantes asegurando un gran cartel con la imagen del fallecido médico Bernard Nathanson.

Al final de la década de 1960 hasta el final de los años 1970, el Dr. Nathanson realizó y supervisó más de 75.000 abortos. Él mismo relató que su mente y corazón cambiaron después de ver en fetoscopia  y ultrasonido, las imágenes de un bebé aún no nacido. Al final de los años 70, Bernard Nathanson escribió el best-seller “Aborting America”, sobre su tardía transformación de mente y corazón. Al inicio de los años 80, narró el documental “The Silent Scream” (“El grito silencioso”), un filme antiabortista de 28 minutos, controvertido y seminal, lanzado en 1985.

Aunque menos dramática, la historia de Levantino es semejante a la de Bernard Nathanson. Levatino calcula que, entre 1981 y 1985, realizó alrededor de 1.200 abortos. Pero su actitud frente a la vida fue cambiando. Él y su esposa no consiguieron tener hijos biológicos. Además de eso, su hija adoptiva, Heather, murió en un accidente de coche en 1985.

Hoy, al trabajar como ginecólogo en Nuevo México, Levatino es un activo miembro del movimiento en defensa de la vida.

Él participó en una película provida lanzada en 2011, “The Gift of Life” (“El don de la vida”), y forma parte del consejo médico de asesores de Priests for Life (Sacerdotes por la Vida), cuyos líderes lo invitaron a hablar de sus campañas “Silent No More” (“No callaremos más”) y “Shockwaves” (“Olas de choque”), en la Marcha por la Vida de este año.

Nathanson y Levatino no son los únicos médicos que dejaron de hacer abortos. En 2008, los así llamados “proveedores del aborto” en Estados Unidos ya eran alrededor de 40% menos que en 1982, año en que el número de médicos que realizaban el procedimiento había llegado a la cima. Los datos son del Instituto Guttmacher, organización de investigación que apoya el aborto (recordando que, en el estado de California, los enfermeros también pueden realizar abortos).
Algunos progresistas y defensores del derecho al aborto atribuyen la “culpa” de este descenso al “asedio” de los activistas provida. Pero, incluso para algunos profesionales que ya fueron “proveedores del aborto”, la razón para parar fue la brutalidad y la destrucción del propio aborto, en especial después de las primeras 11 semanas de embarazo.

En 2012, Levatino dio testimonio frente al Congreso de Estados Unidos que el aborto de un bebé de 24 semanas de gestación es doloroso no sólo para el bebé, sino también para el médico. “Si ustedes piensan que no duele: si ustedes piensan que no es una agonía para ese bebé, por favor, piensen de nuevo”, declaró Levatino al manifestarse a favor del proyecto de ley de “protección de los bebés no nacidos ya capaces de sentir dolor”.

Los blogeros que apoyan el derecho al aborto se enfurecieron con el discurso de Levatino. “Eso es extremadamente ofensivo para quien ya tuvo un aborto, especialmente cuando el embarazo ya estaba más avanzado”, escribió Alesa Mackool para el sitio RH Reality Check, que promueve los llamados “derechos reproductivos”. Ella añadió: “Los activistas contra el derecho a elegir, como Levatino, tienen más éxito cuando intentan hacernos escoger que cuando piensan racionalmente”.

Sin embargo, algunos líderes del movimiento en defensa del derecho al aborto ya hicieron comentarios semejantes a los de Levatino.

En el artículo de 2008 del “Washington Post Magazine”, una ex directora médica de la red de clínicas de aborto Planned Parenthood lanzó una alerta a los estudiantes de medicina de la Universidad Johns Hopkins: ellos debían prepararse para momentos emocional y moralmente difíciles cuando se volvieron “proveedores del aborto”.

Beth Meyers preguntaba: “¿Cuál es su límite de tolerancia a los defectos de nacimiento? ¿Usted haría un aborto en la semana 28 si el bebé tuviera los pies torcidos? ¿Y hemofilia? (…) ¿Cómo se va a sentir si una paciente admite que ya protestó frente a una clínica? ¿Y cuanto a la mujer que va por el tercer aborto y no quiere oír hablar del control de natalidad? ¿Cómo se va a sentir frente a eso?”.

Meyers llamó la atención de los alumnos ante el hecho de que ciertas circunstancias del aborto, como defectos congénitos, pueden representar un dilema moral, pero otros profesionales del aborto enfatizan que realizar el procedimiento después del primer trimestre de gestación es difícil.

En un artículo de 2008 en el “Reproductive Health Matters”, la profesora Lisa H. Harris, del departamento de Obstetricia, Ginecología y Estudios Femeninos de la Universidad de Michigan, dijo que ella misma estaba en su semana 18 de embarazo cuando “interrumpió la gestación” de una paciente que también estaba en la semana 18:

“En el primer movimiento de los fórceps, agarré una extremidad y comencé a jalarla hacia abajo. Pude ver un pequeño pie colgando de los dientes de mis fórceps. Con un rápido tirón, separé la pierna. Justamente en ese instante, sentí un puntapié en mi útero. Fue una de las primeras veces que sentí el movimiento fetal. Había una pierna y un pie de bebé en mis pinzas, mientras mi bebé pateaba dentro de mi abdomen".

"En ese mismo instante, las lágrimas corrieron por mis ojos, sin que yo quisiera: mi cerebro no era consciente de lo que estaba sucediendo, aunque estuviera plenamente conciente del procedimiento que estaba siendo realizado. Fue como si toda mi reacción viniera de mi cuerpo, ignorando completamente mi proceso cognitivo habitual. El mensaje parecía haber pasado directamente de mis manos y mi útero a los canales lagrimales".

"Fue una sensación avasalladora, una respuesta brutalmente visceral, proveniente de mi corazón, sin ser filtrada por mi entrenamiento ni por mi política feminista a favor del derecho a escoger. Fue uno de los momentos más crudos de mi vida. Hacer abortos en el segundo trimestre no fue más fácil ni siquiera después de mi segundo embarazo. Al contrario, tocar las pequeñas partes del cuerpo de mi bebé recién nacido sólo volvía más triste el hecho de lidiar con aquellas pequeñas partes fetales desmembradas”.
Harris no declaró si dejó de hacer abortos, pero Lesley Wojick, la estudiante de medicina retratada en la “Washington Post Magazine”, cambió de idea y decidió que no “interrumpiría” ningún embarazo.

Para algunos activistas provida, es de gran ayuda el hecho que médicos que ya hicieron abortos cuenten sus historias y el porqué de haber decidido parar. El padre Frank Pavone, líder de la organización Priests for Life (Sacerdotes por la Vida), anunció durante la exposición y conferencia preparatoria de la Marcha por la Vida que Levatino daría su testimonio en la edición de este año.

Cuando Levatino habló, el día de la marcha, el padre estaba ahí, en primer fila.

Después de bajar del podium, no obstante, Levatino no resonó con los puntos de discusión de Pavone. Dijo que conversó con una policía negra durante la marcha, después que ella le preguntara por qué las personas se estaban manifestando. “Yo le respondí: ‘¿Usted sabía que algunas personas son tratadas como propiedad, del modo en que los negros fueron tratados en el tiempo de la esclavitud?’. Ella no tenía idea de eso. ‘¿Usted sabe que puede hacer un aborto en el momento en que lo quiera?’. Ella no tenía idea. Las personas no entienden eso como un derecho”.
(artículo extraído de: http://www.aleteia.org/es/salud/articulo/el-sufrimiento-del-aborto-se-vuelve-avasallador-incluso-para-el-medico-5897319660650496?page=3)

lunes, 26 de enero de 2015

¿Qué dice la Iglesia católica sobre la adopción de embriones?



Aunque no hay un pronunciamiento definitivo del Magisterio de la Iglesia, no hay una opinión generalizada favorable a esta práctica


Justo Aznar Lucea
Cientos de miles de embriones congelados sobrantes de la Fecundación in Vitro están a la espera de un destino en los depósitos de clínicas y hospitales de todo el mundo. Ante esta terrible situación, muchos católicos se preguntan cómo remediarla, y muchas personas bienintencionadas apuntan a la posibilidad de la adopción prenatal: es decir, de ofrecerse a gestar a estos embriones y adoptarlos así antes de nacer, como hijos propios.

¿Qué dice la Iglesia sobre esto? Pues aunque es verdad que no hay un dictamen definitivo sobre este controvertido tema, en la última instrucción sobre la dignidad de la persona en el ámbito científico, la Dignitas Personae, en el punto 19, la Santa Sede apunta a que la adopción prenatal no es una solución éticamente aceptable.

¿Cuál es la razón? El doctor Justo Aznar, presidente del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia (UCV)  y miembro de la Academia Pontificia para la Vida, explica que el problema es que para proceder a la adopción, habría que utilizar técnicas y procedimientos que éticamente no son aceptables, los mismos que para los llamados “vientres de alquiler” o para la fecundación in vitroY por tanto, aunque los fines sean buenos, no justifican una actuación mala en sí misma.

“No es fácil admitir que salvar la vida de un embrión congelado sea una postura éticamente incorrecta –reconoce Aznar-, por lo que algunos expertos de recta conciencia la defienden. De todas formas, como, a mi juicio, es aún un tema abierto, es posible que se pueda profundizar en él, por lo que habrá que esperar más adelante para conocer la postura definitiva del Magisterio sobre este tema”.

Pero ciertamente, la postura del Magisterio por el momento es contraria a la adopción de embriones humanos congelados.

 

Argumentos a favor de la adopción de embriones

Entre los partidarios de la adopción prenatal hay investigadores y médicos católicos de gran prestigio, como la doctora Mónica López Barahona o el doctor Ramón Lucas, que se han mostrado públicamente partidarios de este tipo de adopción, pues supone dar una oportunidad de vivir a estos embriones, consideradospersonas humanas con toda la dignidad y derechos, a pesar de haber sido concebidos de forma moralmente inaceptable. 

La vida del embrión sería por tanto un bien primario que debería ser salvada para reparar la injusticia que se ha cometido contra él, al haberle "producido" en un laboratorio y posteriormente abandonarle.

En relación a su situación ya de por sí desproporcionada y "anormal", los medios utilizados para intentar salvarle la vida deberían ser visto como un "mal menor". 

De hecho, hubo durante varios años (especialmente entre 2004 y 2006) en varios medios católicos y en las universidades católicas especializadas en bioética un encendido debate sobre la adopción prenatal, en EE.UU. y también en Italia y en España.

La Instrucción Dignitas Personae, en 2008, supuso por tanto no el punto de partida, sino el punto de llegada (aunque quizás aún no definitivo, pero sí clave) de un amplio y profundo debate sobre el tema.
 
¿Cuáles son los argumentos en contra?

Explica el doctor Aznar: “la Iglesia no es favorable a esta práctica porque a su juicio rompe la unidad del acto conyugal, que está constituido por la relación conyugal de los esposos, la apertura a la vida tras este acto, y la posibilidad de que se produzca la fecundación y tras ella el correspondiente embarazo. Separar el embarazo de este conjunto de hechos biológicos, estima la Iglesia que rompe esa unidad y que por tanto moralmente no es aceptable.
 
“Además, si la adopción la realiza una pareja distinta a los padres biológicos, también se considera moralmente no aceptable que un embrión generado por sus padres biológicos se implante en el útero de otra mujer, en este caso la madre adoptante, lo que podría ser una acción próxima  a la maternidad subrogada". 


"Y no digo a la maternidad de alquiler -añade-, porque en el caso que estamos comentando nunca se estipula una compensación económica para la mujer que va a gestar el embrión descongelado, sino que ésta lo hace por el deseo de constituir una familia con el niño adoptado y también, posiblemente, por el deseo de rescatar una de esas vidas congeladas”.
 
“Indudablemente desde un punto de vista moral nunca se puede hacer un mal para conseguir un bien, por muy importante que este último sea -recuerda- Es este un principio moral básico".

"Luego si la descongelación e implantación del embrión congelado no es moralmente aceptable, por las razones anteriormente expuestas, por muy positivo que sea descongelar el embrión para salvar su vida, lo cual no siempre se cumple, no parece lícito llevar a cabo esta acción -añade-. En este sentido, la Iglesia anima a la adopción de niños ya nacidos, pues son miles los que están esperando encontrar una familia que los acoja”.

¿Cuál es entonces la solución?

El doctor Aznar explica que para solucionar el problema, la única forma de hacerlo es limitar la producción de embriones por ciclo en la fecundación in vitro, evitando que haya “sobrantes”.

“Como muy bien se sabe existen muchos embriones sobrantes de la fecundación in vitro que son congelados. En este momento en España con seguridad superan los 400.000", constata.

"Las alternativas para estos embriones son: a) dejarlos congelados; b) utilizarlos para investigaciones biomédicas;  c) darlos en adopción, bien a la madre biológica o a otra pareja cualquiera o d)dejarlos en la situación de congelación en la que se encuentran para que el proceso evolucione de una forma natural. La alternativa d) es la que parece éticamente más aceptable, pues no interfiere con la vida del embrión”.
 
“De todas formas, la única solución para terminar con la adopción prenatal es que no haya embriones congelados que requieran ser adoptados -añade-. En este sentido deberían promoverse leyes en los distintos países que prohibieran fecundar más óvulos de los posteriormente se vayan a implantar. Si así se hiciera, no habría embriones sobrantes y no se tendría que congelarlos. Se habría solventado de raíz el problema”.

Para profundizar: 
A favor de la adopción prenatal (año 2006): Drs. Mónica López Barahona, Ramón Lucas, Salvador Antuñano: La licitud moral de la adopción de embriones 
(artículo extraído de: http://www.aleteia.org/es/salud/noticias/que-dice-la-iglesia-catolica-sobre-la-adopcion-de-embriones-5889990466732032?page=2)

Por qué el "alquiler de vientres" o "maternidad subrogada" es un grave error

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La maternidad subrogada aliena a las mujeres que “prestan” su útero: el cuerpo de la mujer no es una herramienta de producción



1. La Iglesia se preocupa por el sufrimiento de las mujeres afectadas por una esterilidad uterina pero se opone a la despenalización de la maternidad subrogada en nombre del respeto a la dignidad humana.
 
La Iglesia se siente profundamente interpelada por la angustia de las mujeres afectadas por una infertilidad de origen uterino, sea congénita, resultado de una histerectomía o consecuencia de la destrucción patológica del útero.
 
Para superar esta esterilidad, algunos defienden la despenalización de la maternidad subrogada (ACP), un procedimiento que hace referencia a una madre portadora o gestante cuya función es llevar un embrión concebido por fecundación in vitro, generalmente con los gametos de los padres que quieren tener el hijo.
 
Además, si la función ovárica es en sí deficitaria (lo cual no es raro) o si el padre es infértil, los defensores de la ACP admiten que el niño por nacer pueda también ser resultado de una donación de ovocito o de esperma.
 
La paternidad puede ser así dividida entre una madre gestante, una madre genética, una madre educadora y/o un padre genético donante de esperma y un padre de intención.
 
La Iglesia recuerda que la intención legítima y excelente de dar la vida a un hijo no confiere el derecho al hijo, que permitiría a los padres reivindicar al Estado cualquier medio para conseguir este efecto.
 
El fin no justifica los medios, dice simplemente la Iglesia, asegurando uno de los mayores principios de la vida moral personal y colectiva.
 
Para promover el respeto a la dignidad humana en la materia, se apoya en numerosos argumentos racionales dirigidos a proteger a la madre y al hijo.
 
 
2. La técnica de las madres portadoras se basa en la instrumentalización del cuerpo de la mujer transformado en herramienta de producción.
 
Respecto a la madre portadora, la instrumentalización de la persona es manifiesta. El contrato tiene de hecho la intención de proporcionar un “préstamo” de útero, a cambio de remuneración o compensación a la mujer que se entrega a ello, confiriendo un derecho patrimonial sobre el cuerpo incompatible con la dignidad humana.
 
Poniendo su cuerpo a disposición de los que lo requieren, la madre portadora produce un hijo a través de su instrumento de trabajo, el útero, lo cual entraña una confusión entre embarazo y simple fabricación de una mercancía.
 
Se asiste por otra parte a una división del trabajo de la reproducción que puede implicar potencialmente a cuatro padres: la madre genética que proporciona el ovocito, el padre genético que proporciona el esperma, la madre portadora que recibe el embrión y lo produce hasta el nacimiento, y la pareja –heterosexual u homosexual- que tiene el proyecto parental.
 
Como la prostitución saca la sexualidad de la vida íntima para transformarla en servicio disponible en el mercado, el uso de una mujer como gestante saca la maternidad de la vida personal y privada para transformarla en trabajo y en servicio.
 
La Academia nacional francesa de medicina ha alertado también al legislador de una práctica que implica involucrar a una persona sana en un embarazo que nunca está exento de riesgos obstétricos: aborto involuntario, disgravidia, diabetes de la gestante, peligros relacionados con el parto, impacto psicológico,… todas las complicaciones que deben estar “aseguradas” en el contrato.
 
¿Cuál será, además, la responsabilidad de la madre portadora si contrae una enfermedad o adopta un comportamiento peligroso durante el embarazo (alcohol, tabaco, exceso de deporte, medicamentos,…)?
 
Por otra parte, ¿el contrato deberá prever un periodo de abstinencia de relaciones conyugales de la mujer portadora durante el periodo de implantación del embrión de la pareja que lo encarga? ¿Pero esta cláusula de abstinencia no sería necesariamente nula por ser incompatible con las obligaciones del matrimonio, sin contar con que atenta contra la libertad y el respeto a la vida privada de la mujer?
 
 
3. La práctica de las madres portadoras contradice el principio de indisponibilidad del cuerpo humano.
 
Se podrá argumentar que la madre portadora es voluntaria y perfectamente consciente de lo que hace. Algunos podrían también presentar la teoría del filósofo utilitarista John Stuart Mill (1806-1873) –«sobre sí mismo, sobre su cuerpo, sobre su espíritu, el individuo es soberano”- basando la autoridad del contrato realizado entre la madre portadora y los padres educadores en el consentimiento libre y claro de las dos partes.
 
Es innegable que esta lógica individualista y liberal se extiende cada vez más a favor de la globalización de la bioética, como atestiguan los regímenes de autorización instaurados en algunos países. Pero sin embargo eso no podría erigirse en modelo porque sus resultados ideológicos chocan profundamente con el patrimonio moral de numerosos Estados. En Europa, la prohibición de la ACP está explícitamente prevista en España, Francia, Suiza, Austria, Italia o Alemania.
 
De hecho, la práctica de las madres portadoras contradice el principio de indisponibilidad del cuerpo, componente, él mismo, de la dignidad de la persona humana.
 
La función civilizadora de la ley está justamente ahí para recordar que la persona no tiene el poder de renunciar a su dignidad y no puede exiliarse de la humanidad misma con su acuerdo. El respeto a la dignidad humana no se acomoda a concesiones en función de apreciaciones subjetivas; exige proteger a la persona y a su cuerpo, incluso de ella misma.
 
Como el cuerpo se identifica con la persona, debe beneficiarse de esta indisponibilidad. Este principio tiene una virtud esencial: preserva de la mercantilización del cuerpo humano.  Esto permite evitar que los más pobres sean tentados a abdicar de su dignidad vendiendo lo único que tienen: su cuerpo. De hecho, ¿se ha visto a mujeres ricas prestar su útero a mujeres pobres?
 
En realidad es innegable que la maternidad subrogada conduce a una cosificación de la madre portadora. “La mujer desempeña aquí la función de una herramienta de producción, poniendo al servicio de terceras personas lo más íntimo de su ser, lo que la distingue como mujer: su capacidad gestacional. Así quien da a luz actúa no como una verdadera madre sino más bien como una máquina que fabrica al hijo para entregárselo después a la pareja que lo ha pedido.
 
 
4. La práctica de las madres portadoras trata al hijo como una cosa de la que uno se puede apropiar.
  
Benedicto XVI alertó en su primera encíclica contra la cosificación desenfrenada del ser humano que se impone a causa del relativismo. “El hombre considera ahora el cuerpo como la parte solamente material de sí mismo que utiliza y explota de manera calculada (···). Nos encontramos ante una degradación del cuerpo humano que ya no es la expresión viva de la totalidad de nuestro ser sino que se encuentra como relegada al ámbito puramente biológico (···). El ser humano se convierte en una simple mercancía”.
 
Si la maternidad subrogada instrumentaliza a la mujer transformándola en una herramienta viva, también entraña una cosificación del hijo que ofende su dignidad. De hecho, la madre portadora se compromete a ceder al hijo que habrá llevado poniendo un acto de disposición relativo a una persona. A ello le sigue una cosificación del hijo, tratado no como un sujeto de derecho sino como un objeto de crédito o como algo debido por razón de un contrato.
 
El acto de renunciar a un hijo y de cederlo a cambio de una retribución lo vuelca en el mundo de las cosas, apropiables y disponibles, al contrario de la persona, radicalmente indisponible. Las cosas tienen un precio, el ser humano tiene una dignidad: esta es una de las leyes de nuestra civilización.
 
Reduciendo al hijo a algo comercial, es lógico que se cuestione la calidad del producto negociado en el contrato. ¿Qué pasaría si el hijo no respondiera al deseo de los que lo encargan en caso de discapacidad o de malformación, por ejemplo? Para evitar esta posibilidad, generalmente se propone prever en beneficio de la madre portadora una cláusula de ruptura de contrato exigiéndola que ejerza su “deber de aborto”.
 
 
5. La práctica de las madres de alquiler destroza la delicada relación que se establece entre la madre y el hijo durante la gestación.
 
Considerando sensato responder a cualquier precio a los deseos de los adultos, la práctica de la ACP hiere a un niño que no tiene precio.
 
La madre portadora se compromete a abandonarlo en el nacimiento, después de los nueve meses de embarazo. Se coloca por tanto obligatoriamente –no hacerlo sería sólo un mecanismo de autodefensa- en situación de abandono psicológico de este hijo. ¿Pero podrá ser así realmente cuando lo sienta moverse en su seno?
 
Es posible que la mujer gestante sea ella misma madre. ¿Cómo se sentirán entonces sus propios hijos al constatar que su madre entrega a aquel a quien tenían derecho a considerar como su hermano o hermana pequeña? “¿Cómo creer que el acto de estas mujeres estará exento de complejidades neuróticas potencialmente patológicas para ellas, para sus propios hijos y para el que ellas habrán así abandonado”, plantea la psicoterapeuta Catherine Dolto.
 
La práctica de los vientres de alquiler no da ninguna importancia a la relación materno-fetal en un momento en que ésta está cada vez más investigada en su contribución a dar forma a la personalidad de los dos actores más importantes: el hijo y la madre.
 
Este desgarro programado del vínculo madre-hijo constituye un gran contrasentido respecto a los nuevos descubrimientos médicos y a lo que puede llamarse la ciencia de la vida intrauterina.
 
El teólogo francés Xavier Lacroix, miembro del Comité consultivo nacional de ética, recuerda que “la gestación y el parto dan lugar a una interacción de una inmensa finura entre el cuerpo de la mujer y el del hijo que siente las emociones de su madre y es sensible a sus sueños. Respecto a la mujer, tiene lugar todo un proceso que se llama apego: estremece por tanto la idea de un embarazo vivido en la indiferencia”.
 
Los últimos datos médicos nos dicen de hecho que la madre guarda durante un periodo de tiempo muy largo la memoria del hijo llevado, gracias a la circulación de células fetales en su propio cuerpo.
 
El hijo in utero detecta numerosas moléculas olorosas en el líquido amniótico y se impregna de este universo olfativo y gustativo que reencontrará en el nacimiento en la leche  materna y en la piel de la mamá. Para no cortar este vínculo, los médicos ponen inmediatamente después del parto al recién nacido en el pecho de su madre para restituirle sus marcadores prenatales memorizados e inscritos por él como identificadores.
 
El bebé, por otra parte, tiene una sensibilidad vestibular especialmente desarrollada hasta el punto de que los científicos afirman que es una “gran oreja”: percibe la voz de su madre, la de su padre, la de sus hermanos y hermanas, las memoriza con brío. Estas huellas de la memoria perduran de manera sorprendente durante mucho tiempo.
 
“En las horas que siguen a su llegada al mundo, es esencial que el neonato pueda decir: están bien ellos, por tanto estoy bien yo”, constata Catherine Dolto.
 
El impacto del estado emocional de la madre en el hijo es tal, que investigadores ingleses han establecido un vínculo entre un duelo vivido durante el primer trimestre del embarazo y el aumento del 67% del riesgo de esquizofrenia y de trastornos asociados en el bebé. ¿Se miden las repercusiones de esta práctica en el desarrollo psíquico y la construcción de la identidad del hijo? ¿Quién osaría tomar la responsabilidad de autorizar un procedimiento técnico del que el niño fuera deliberadamente la víctima?
 
 
6. La práctica de la maternidad subrogada no es una modalidad de adopción.
 
Los padres que adoptan van a socorrer a un niño que ya existe y es huérfano de sus dos padres naturales. La magnífica elección de la paternidad y de la maternidad adoptivas no se encuentra en el origen del niño, no causa su existencia, no lo hace fabricar. Ahí está la gran diferencia. Los padres adoptivos se sitúan en una lógica de acogida de un niño ya nacido. Abren los brazos y su hogar a este niño de pasado doloroso.
 
El niño no está construido para su deseo, sino recibido de otro, es decir, de sus padres desaparecidos. Los padres adoptivos entran así en una dinámica de participación en una historia, en un designio que les sobrepasa y del que no son los primeros responsables.
 
Con la adopción se ofrece una familia a un niño privado de familia, la sociedad supera mejor una situación en la que nadie quería al hijo; con la gestación por otro se suscitan con todo conocimiento de causa dificultades sin preocuparse por el hijo.
 
Catherine Dolto lo dice con fuerza: “Se puede sufrir por no tener hijos y la adopción no siempre es fácil. Pero siempre habrá niños que amar, que sostener, que acompañar, incluso sin vínculo de parentesco genético con ellos. Sin posesión”.  Esta es la fecundidad, exigente pero fuente de alegría, que muestra la Iglesia siempre que ofrece su discernimiento en materia de asistencia médica a la procreación.
 
 
Por Pierre-Olivier Arduin, responsable de la comisión de bioética del Observatorio sociopolítico de la diócesis de Fréjus-Toulon
 

Referencias:
 
Instrucción Donum vitae II, A, 3.
 
Sylviane Agacinski, Corps en miettes, Flammarion, p. 98.
 
Roger Henrion y Claudine Bergoignan-Esper, La gestation pour autrui, Bull Acad Natl Med 2009, tomo 193, 10 marzo 2009, n. 3.
 
Aude Mirkovic, A propos de la maternité pour autrui, Droit de la famille, Revue mensuelle Lexisnexis Jurisclasseur, junio 2008, p. 10.
 
Mons. Pierre d’Ornellas, Bioéthique. Propos pour un dialogue, Lethielleux/Desclée de Brouwer, 2009, pp. 77-78.
 
Benedicto XVI, Deus caritas est, n. 5.
 
Instituto europeo de bioética, Las convenciones de las madres portadoras, 2006, Bruxelles.
 
Catherine Dolto, Mères porteuses : l’humanité de l’enfant en périlLe Figaro, 20 de diciembre de 2008.
 
La Croix, 26 de junio de 2008.
 
Myriam Szejer y Pierre Winter, Abandon sur ordonnanceLibération, 23 de julio de 2008.
 
Olivier Bonnewijn, Ethique sexuelle et familiale, Editions de l’Emmanuel, Paris, 2006, p. 276. 

(artículo extraído de: http://www.aleteia.org/es/salud/q-a/por-que-la-iglesia-se-opone-a-la-practica-de-los-vientres-de-alquiler-5230422246031360)

jueves, 22 de enero de 2015

57 millones de abortos en EE.UU. desde el 22 de enero de 1973: ¡Detengamos el aborto!





Hoy nos unimos a los miles de estadounidenses que participan en la Marcha por la Vida en Washington DC.
Estamos en vivo gracias a EWTN en http://www.aciprensa.com/videoenvivo.htm



Disney financia a la filial de la abortista "Planned Parenthood" (IPPF) en EE.UU




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La prestigiosa organización provida, STOPP Planned Parenthood (“Detengamos a Paternidad Planificada”) denunció en uno de sus más recientes boletines que la Compañía Walt Disney World donó $20.000 a la filial de la internacional abortista IPPF en EEUU: Planned Parenthood (“Paternidad Planificada”). 



Las siglas “IPPF” denotan en inglés a la Federación Internacional de Planificación de la Familia. La IPPF es la federación de organizaciones no gubernamentales (ONGs) que más promueve el aborto, la anticoncepción (incluyendo la que es abortiva) y la “educación” sexual hedonista en el mundo entero. Para obtener más información sobre la IPPF y Planned Parenthood, visite, en el portal de VHI, http://www.vidahumana.org, el siguiente enlace: http://www.vidahumana.org/vidafam/ippf/ippf_index.html.



Paternidad Planificada de la ciudad de Orlando, Estado de la Florida, fue una de 38 organizaciones que recibieron dinero de la Compañía Disney. Según esta filial de Paternidad Planificada, los $20.000 que Disney le ha donado serán utilizados, para “desarrollar un programa de educación para jovencitas y sus amigas que culminará en una cumbre sobre la importancia de la toma de decisiones positivas”. 



Según STOPP, en realidad este programa consistirá en adoctrinar a las jóvenes con la ideología de libertinaje sexual de Paternidad Planificada, para que luego estas mismas jovencitas transmitan este "conocimiento" a sus congéneres.



Esta no es la primera vez, informa STOPP, que Disney subsidia la destructiva labor de Paternidad Planificada de Orlando (cerca de cuya ciudad se encuentran los parques de Disney). En el 2004, esta filial del grupo abortista recibió $18.500 por parte de Disney, para su Centro de Recursos para Adolescentes.



Para dar una idea, aunque sea breve, sobre la ideología de permisivismo sexual de Paternidad Planificada de Orlando, STOPP cita del portal de la filial abortista, donde se dice lo siguiente: 



“Paternidad Planificada del Gran Orlando reconoce que el sexo y la sexualidad son parte de la vida, una parte de quiénes somos, ya sea que practiquemos la abstinencia o que tengamos relaciones sexuales. Comprendemos que, como adolescente, necesitas un lugar seguro y solícito, donde puedas recibir servicios de salud reproductiva que sean confidenciales, económicamente asequibles y sin que seas juzgada. Necesitas un lugar donde puedas recibir respuestas confiables y exactas a las preguntas que tengas respecto de la sexualidad y la salud sexual”. 



El carácter diabólico de la ideología pansexualista de Paternidad Planificada se percibe con toda claridad, cuando se entiende el significado del término eufemístico de “salud reproductiva”. Este término, tal como es utilizado por Paternidad Planificada y el resto de la plétora de organizaciones abortistas, como la ONU, “Católicas por el Derecho a Decidir” y la propia IPPF, incluye en su significado al aborto, tanto quirúrgico como farmacológico (píldoras, dispositivos intrauterinos, etc), así como la “educación” sexual hedonista que los promueve. Para obtener más información sobre este engañoso término, visite, en el portal de VHI, el siguiente enlace: http://www.vidahumana.org/vidafam/muerte/estrategias_index.html.



Por lo demás, en esta declaración de Paternidad Planificada, citada arriba, se comprende claramente su desdén por los derechos de los padres, por la manera en que usa la palabra “confidenciales”, para referirse a sus mal llamados “servicios”. También aflora con toda claridad la creencia de esta malévola organización en una “moral” relativista, cuando dice: “ya sea que practiquemos la abstinencia o que tengamos relaciones sexuales” o cuando les dice a las chicas: “sin que seas juzgada”.



STOPP nos recuerda que los miles de dólares que Disney le da Paternidad Planificada provienen de los millones de personas que visitan sus parques, casi siempre para traer a sus niños a disfrutar de los mismos. STOPP nos pide a todos que consideremos esta información a la hora de planificar nuestras vacaciones.



STOPP también nos pide que consideremos la visita a Universal Studios como una alternativa. Universal Studios, hasta ahora, no está en la lista de los que apoyan económicamente a Paternidad Planificada. 



Incluso, STOPP nos sugiere que demos un paso más. Si decidimos ir a Universal Studios, guardemos los recibos de los boletos de entrada y enviémoslos a Disney, diciéndoles que hubiéramos gastado ese dinero en los parques de Disney, si esa compañía no le hubiera dado fondos a Paternidad Planificada.



¿No es mala idea, verdad?



Fuente: “Disney gives $$$ to Planned Parenthood,” Wednesday STOPP Report, 21 de junio del 2006. Email: stoppreport-request@lists.all.org. Portal: http://www.all.org/stopp. Archivos: http://www.all.org/stopp/report.htm.
 (artículo extraído de: http://adopcionespirituales.blogspot.com.ar/2006/08/disney-da-miles-de-dolares-la-filial-de.html?m=1)

martes, 20 de enero de 2015

¿Qué es la paternidad responsable?



Patricia Navas González
1. La paternidad responsable es un proceso de discernimiento que corresponde a los esposos, de mutuo acuerdo, con generosidad y delante de Dios.
 
La paternidad o maternidad responsable consiste en utilizar la inteligencia rectamente en la transmisión de la vida. Supone ser consciente de que engendrar una nueva vida no es algo simplemente biológico, sino que implica a los padres en su razón, en su voluntad y en su dimensión espiritual. Supone buscar, de manera consciente y generosa, la voluntad de Dios sobre la dimensión de la propia familia y decidir el modo concreto de realizarla.
 
Para comprender el pensamiento cristiano en este punto hay que tener en cuenta un principio fundamental: el magisterio de la Iglesia afirma que tener un hijo es un bien, no algo que hay que evitar a priori, y un don, no un derecho. La paternidad responsable consiste sobre todo en la actitud de los esposos hacia ese nuevo hijo: el quid de la cuestión es si ellos son “dueños”, o más bien “administradores” de esa paternidad.
 
Al plantearse tener un hijo o evitar un nuevo nacimiento, los esposos valoran sus condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales.
 Y al llevar a cabo lo decidido, conocen y respetan las leyes biológicas, dominan su propia tendencia sexual y excluyen la anticoncepción, indica Carlo Caffarra en el Lexicón del Consejo Pontificio para la Familia.
 
Con la encíclica Humanae Vitae, la Iglesia expresó una postura clara en el año 1968 ante realidades complejas de la primera mitad del siglo XX: se estaban elaborando y aplicando nuevos sistemas de regulación de la natalidad ante la explosión demográfica y el estrés del sistema de vida y de trabajo, surgieron la biogenética y la píldora anovulatoria, se promocionaba el aborto y la liberación femenina que proclamaba la llamada “salud reproductiva”,...
 
Todavía hoy el concepto de “paternidad responsable” sigue suscitando diversas, e incluso opuestas, interpretaciones, a menudo relacionadas con la supuesta necesidad de reducir los nacimientos y con el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo. Juan Pablo II aclara que “el verdadero concepto de “paternidad y maternidad responsables” está unido a la regulación de la natalidad honesta desde el punto de vista ético”, es decir, a una actitud basada en la madurez de la persona que subraya la virtud de la templanza.
 
Fuentes / referencias:
 
2. “Paternidad responsable” no es lo mismo que “paternidad planificada”. Los motivos que llevan a espaciar un nacimiento deben ser graves y ponderados.
 
Conjugar el amor entre los esposos con la responsable transmisión de la vida implica reconocer personalmente ante Dios los propios deberes y actuar no por antojo, sino en conciencia. Así, con criterios objetivos -tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos- que mantienen íntegro el sentido de la entrega mutua y de la procreación humana, pueden decidir si forman una familia numerosa o bien, por graves motivos y respetando la ley moral, evitan tener un hijo, durante algún tiempo o por tiempo indefinido.
 
Si deciden espaciar los nacimientos de sus hijos, deben asegurarse de que su deseo no nace del egoísmo, sino que es conforme a la justa generosidad de una paternidad responsable. Además, deben cultivar sinceramente la castidad conyugal y respetar los aspectos esenciales de las relaciones sexuales (unitivo y procreador). En ese contexto, es lícito tener en cuenta los ritmos del cuerpo de la mujer y recurrir a los métodos naturales de regulación de la fertilidad, limitando las relaciones sexuales a los periodos infecundos.
 
Además, al mantener relaciones sexuales, cada uno debe aceptar libremente que podría ser padre o madre, y, si se diera el caso, la concepción imprevista. Karol Wojtyla advierte en su libro Amor y responsabilidad que “si faltara esta disposición, deberían renunciar a las relaciones conyugales”.
 
Fuentes / referencias:
 
3. El discernimiento sobre tener un hijo o no debe llevarse a cabo dentro de unos límites morales: no vale cualquier método para limitar los nacimientos.
 
Utilizar la inteligencia en la transmisión de la vida enriquece la paternidad, siempre que haya una recta voluntad y se respeten las leyes de la naturaleza, establecidas por el Creador. Esto es radicalmente diferente a los anticonceptivos artificiales, con los que se busca imponer la voluntad humana de hacer imposible la procreación.
 
Servirse legítimamente de una disposición natural es totalmente diferente a impedir el desarrollo de los procesos naturales; es la diferencia entre actuar como administradores de las fuentes de la vida humana y creerse árbitros de ellas.
 
Sólo en el primer caso, los esposos renuncian conscientemente a las relaciones sexuales en los periodos fecundos y las mantienen en el resto para manifestarse afecto y salvaguardar la fidelidad mutua. Además, el dominio de sí mismo que exige la continencia periódica respeta el cuerpo de los esposos y favorece la educación de una libertad auténtica.
 
En este contexto, usar medios artificiales como el preservativo, el DIU o la píldora es materialmente contrario al bien de la transmisión de la vida y a la entrega recíproca de los cónyuges, lesiona el verdadero amor y niega el papel soberano de Dios en la transmisión de la vida; hacer voluntariamente infecundo un acto conyugal es quitarle su verdad interior (la unión amorosa y la fecundidad potencial), es deshonesto y sigue siéndolo aun en el conjunto de una vida conyugal fecunda.
 
Sin embargo, el recurso a los métodos naturales, que en principio son éticamente aceptables, pero realizado de forma egoísta y sin respetar los principios éticos de la paternidad responsable, es también contrario a la voluntad de Dios. La dimensión ética de la decisión de tener un hijo o no es tan fundamental, que sin ella ya no se percibe la diferencia entre los métodos naturales y los artificiales. En ese caso, la interpretación utilitarista de la regulación natural de la fertilidad falsearía su esencia y se llegaría a hablar de ella como si se tratara sólo de una forma más de anticoncepción. 
 
Fuentes / referencias:

(artículo extraído de: http://www.aleteia.org/es/sociedad/q-a/que-es-la-paternidad-responsable-128040)