Donald Trump saluda a los congregados en la MArcha porla Vida celebrada en Washington en 2020. /EFE
Donald Trump saluda a los congregados en la MArcha porla Vida celebrada en Washington en 2020. /EFE
El presidente de los EE. UU., Donald Trump, ha probado reiteradamente ser el político que más respaldo ha 
dado al movimiento pro vida mundial. Su reelección por 4 años más será la oportunidad más grande para 
revertir la sentencia Roe vs. Wade que legalizó el aborto en los Estados Unidos.
Estas dos afirmaciones anteriores no provienen exclusivamente de quienes promueven la causa pro vida. 
También las comparten los que promueven el aborto legal y aún con mayor certeza. Lo paradójico es que las 
únicas dudas sobre Trump existen en el lado pro vida. Es tristemente frecuente ver que nunca falta el 
“pro vida” que juzga a Trump por algún hecho cuestionable de su pasado que el periodismo progre se 
empeña en recordarle y deja de lado todo lo que actualmente hace. Son los tontos útiles, claro está.

En el lado abortista, la certeza es unánime. No hay un solo promotor del aborto en todo el mundo que dude ni 
por un segundo que Trump es el peor enemigo para su causa, el que más ha hecho para dañar la agenda 
abortista y el que menos reparos tiene para decirlo abiertamente sin temor a las consecuencias políticas. 
Para ellos Trump es de lejos el más peligroso enemigo de la historia… hasta ahora y sin considerar lo que le 
falta por hacer.
De hecho los abortistas también están totalmente convencidos que Trump está muy lejos de haber 
terminado su compromiso con la vida. Por esa razón, lo combaten tanto. Saben que si no se juntan a otros enemigos de Trump y organizan todos los ataques posibles, éste seguirá nombrando jueces pro vida en la 
Corte Suprema y en las demás circuitos judiciales, seguirá recortando fondos públicos a Planned Parenthood y apoyando la investigación de sus delitos como el tráfico de órganos; seguirá manteniendo la política de 
Ciudad de México para cortar fondos de los EE. UU. a ONGs que promueven el aborto en todo el mundo y 
seguirá cambiando la política exterior de los EE. UU. en la ONU, OEA y demás instancias internacionales que -con presidentes demócratas- era de un grosero activismo pro aborto. Y lo peor para ellos, seguirá apoyando al movimiento pro vida en todo el mundo. 
“Todos los que estamos aquí hoy entendemos una verdad eterna: Cada niño es un regalo precioso y sagrado de Dios”, dijo el presidente Trump
La presencia de Trump ha hecho que la reciente Marcha por la Vida 2020 en los EE. UU. sea la más exitosa políticamente. Esta vez los medios de comunicación no pudieron ignorarla como lo habían hecho todos 
los años anteriores. Y por ello, todos los pro vida del mundo estamos de humor como para celebrar. Por 
primera vez en sus 47 años de historia, la Marcha por la Vida tuvo a un presidente estadounidense 
dirigiéndose a la multitud reunida. La sola presencia de Trump habló más fuerte que sus palabras, y sin embargo, sus palabras están entre las más fuertes y firmes jamás pronunciadas en nombre de la vida.
“Todos los que estamos aquí hoy entendemos una verdad eterna: Cada niño es un regalo precioso y sagrado de Dios”, dijo el Presidente Trump. “Cuando vemos la imagen de un bebé en el útero, vislumbramos la majestad 
de la creación de Dios… Toda persona merece ser protegida y, sobre todo, sabemos que toda alma humana es divina y que toda vida humana nacida y no nacida se hace a imagen y semejanza de Dios todopoderoso”, 
añadió.
Cuando Trump pronunciaba estas palabras, “los niños por nacer jamás han tenido un defensor más poderoso 
en la Casa Blanca”, los pro vida estábamos viviendo el más dulce sueño que hasta hace poco años muy pocos 
se atrevieron siquiera a desear. Y los abortistas, la peor pesadilla que ninguno de ellos jamás se imaginó.
En un reciente artículo, Steven W. Mosher, presidente de Population Research Institute, lo resume así: “En mi 
opinión, el presidente Trump ha hecho todo lo posible para cumplir todas y cada una de las promesas 
pro vida que nos hizo como candidato en 2016, sin excepción. Ningún otro presidente, ni siquiera Ronald Reagan, ha hecho tanto para poner fin a la matanza legal de los no nacidos como Donald J. Trump, punto. 
Desde los jueces de la Corte Suprema y la restitución de la política de la Ciudad de México hasta la reducción 
de los fondos para la Planned Parenthood. Trump ha actuado en todos los frentes”.
Nadie en el movimiento pro vida se puede dar el lujo de no entender que Donald Trump es un amigo invaluable para  la causa y que pasará a la historia por serlo
“Pero todavía habrá algunos pro vida que todavía no estén muy convencidos… Algunos que dirán que es empresario neoyorquino confrontador e inmoderado. A ellos habría que decirles que Trump es nuestro 
empresario neoyorquino confrontador e inmoderado. Y preguntarles si su crítica al estilo de Trump significa 
que no quieren ganar sino perder salvando cierto cuestionable estilo… Estos críticos de estilo necesitan 
reciclarse y subirse al tren de Trump. No estamos aquí participando en un debate de educación cívica sobre 
la instalación de un semáforo en la calle principal. Estamos inmersos en una gran lucha para determinar si 
millones de nuestros hermanos y hermanas nonatos serán condenados a muerte por leyes injustas”, agrega Mosher.  
En esta era de la posverdad, habrá muchos que dan menos crédito a los hechos objetivos que a sus 
sentimientos, pero al menos deberían apoyar a Trump por conveniencia. Total, el enemigo de tu enemigo es tu amigo.
Donald Trump, al término de su discurso sobre el estado de la Unión. Detrás,su vicepresidente Mike Pence y la presidenta del Congreso, la demócrata Nancy Pelosi, que rompió con rabia el discurso del presidente /EFE
Donald Trump, al término de su discurso sobre el estado de la Unión. Detrás,su vicepresidente Mike Pence y la presidenta del Congreso, la 
demócrata Nancy Pelosi, que rompió con rabia el discurso del presidente /EFE
Y si alguien tiene dudas, éstas muy bien podrían disiparse viendo a las dos personas detrás de Trump durante 
su discurso en la Cámara de Representantes. La primera es Nancy Pelosi, la histórica líder pseudo-católica y militante del aborto legal, que en una rabieta infantil rompió el discurso en el que Trump una vez más 
defiende la vida. El segundo personaje es el vicepresidente Mike Pence. Los medios de comunicación que se esfuerzan por recordar algún hecho de la vida licenciosa y pasada de Trump no pueden sacar de la realidad 
presente a un vicepresidente con una vida personal intachable, una familia ejemplar y muy pro vida. Y es 
indudable que Pence ocupa ese cargo precisamente por esas cualidades.
Esto es una guerra y nadie en el movimiento pro vida se puede dar el lujo de no entender que Donald Trump 
es un amigo invaluable para  la causa y que pasará a la historia por serlo.