El cigoto, es decir, el ovocito fecundado por un espermatozoide, es ya una persona humana, con un acto de ser, con un cuerpo y con un alma, y por lo tanto, su primer derecho humano es el derecho a vivir

sábado, 21 de noviembre de 2020

La Iglesia convocó a manifestarse en todo el país el 28 contra la legalización del aborto

 

Alentó "fervientemente" que los católicos tomen parte en las marchas que organizan movimientos provida el sábado 28. Piden respeto y acatar normas sanitarias . Se descuenta que adherirá la mayoría de las iglesias evangélicas congregadas en ACIERA.
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La Iglesia católica convocó a sus fieles -e invitó a los de otras confesiones religiosas y a “todos los hombres y mujeres de buena voluntad”- a participar de la manifestaciones que se están organizando para el sábado 28 de este mes en contra de  la legalización del aborto luego de que el martes el Poder Ejecutivo envió al Congreso un proyecto en ese sentido.

“Como pastores los alentamos fervientemente a participar de dichas expresiones públicas en favor del derecho humano a la vida de toda persona garantizado en la misma  Constitución Nacional”, dice un comunicado de la comisión para la Vida, los Laicos y la Familia de la Conferencia Episcopal –que agrupa a todos los obispos del país- bajo el título “Por las dos vidas”.

La Iglesia recomienda “participar responsablemente conforme a las normas sanitarias establecidas en cada jurisdicción, promoviendo el debido distanciamiento social y el uso del barbijo; y velando además por el cuidado de las exigencias democráticas basadas en el respeto mutuo evitando cualquier forma de violencia  hacia otro hermano.

Desde hace varias semanas las ONG llamadas pro vida venían proyectando estas manifestaciones que el envío del proyecto terminó de confirmar y se descuenta que la mayoría de las iglesias evangélicas nucleadas en la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas  también serán de la partida porque anticiparon su deseo de actuar de modo coordinado.

En el comunicado se recuerda que el pasado 22 de octubre “la Conferencia Episcopal Argentina ante el inminente tratamiento legislativo sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo iniciaba una declaración con una minuciosa presentación del inoportuno y dramático momento que vivimos los argentinos para llevar adelante esta discusión”.

“Durante largos meses la pandemia evidenció y agudizó los grandes y urgentes desafíos que tenemos como sociedad y develó la inhumana pobreza que abriga la vida misma de muchos hermanos nuestros”, señala.

Agrega que “ciertamente estas realidades parecen no ser suficientemente evidentes y no despiertan la necesaria sensibilidad para volcarnos con convicción, solicitud y gestos de grandeza en el verdadero cuidado y defensa de toda vida. El aborto –subraya- no salva vidas”.

“Lo que sí salva la vida, las dos vidas, en especial de las mujeres adolescentes y más vulnerables embarazadas –puntualiza-, es el cuidado, contención, acompañamiento, cercanía, medios económicos, educación, prevención, presencia del Estado y de otras asociaciones civiles y religiosas enmarcadas en un concepto amplio y humano de salud pública”.

Considera que “legalizar el aborto y dar por válidas las supuestas razones que se escuchan profundizan y dificultan la necesaria amistad social. Legalizar el aborto en los términos que establece el protocolo ILE, sería la primera vez en nuestra Nación Argentina en democracia que una ley contenga la muerte de una persona para salvar a otra a excepción de lo establecido en el Código Penal Argentino. Creemos que éste no es el camino, sino la inclaudicable convicción de que, salvando las dos vidas, nos salvamos todos”.

“Es innegable el cansancio, el agotamiento, la tristeza y el desánimo en la población, como también el testimonio de muchos hombres y mujeres, profesionales y personal de la salud, e innumerables voluntarios que diariamente redoblan los esfuerzos para cuidar la vida amenazada por la pandemia”, afirma.

Y completa: “Sólo si la persona es un valor primario transitaremos con decisión y esperanza el camino hacia un encuentro de hermanos, tendiendo puentes y curando las heridas nacidas de las injusticias y desigualdades, reflejadas en los más débiles y excluidos. Ese es el espíritu del magisterio del Papa Francisco en su Encíclica Fratelli tutti”.

Fuente: Clarín y VR

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