Transcribimos el siguiente artículo, extraído de un diario laicista y ateo, en el que se da cuenta del grado de deterioro racional, moral y espiritual en el que se encuentra sumergido el mundo occidental.
Contrariando a los datos más elementales de la razón humana, de la biología, de la ciencia, de la psicología, de la filosofía, de la teología, algunos "teóricos" de la ideología de género, profundizando la errada noción de que la identidad sexual es una elección personal que está por encima de la constitución genética y cromosómica de la persona -cada cual "elige" su identidad sexual, según su propia auto-percepción, sin tener en cuenta el dato biológico que indica el hecho de ser varón o mujer-, ahora pretenden inventar lo que han denominado en llamar "tercer sexo" o "sexo neutro".
En realidad, de lo que se trataría, sería de "legalizar" una situación que, excepcionalmente, se da en la naturaleza, y es el hermafroditismo.
Sin negar el hecho de que el hermafroditismo se da en la naturaleza humana, y que cada caso particular debe ser considerado y tratado con todo el respeto que merece la dignidad de la persona que lo padece, somos contrarios a lo que la ideología de género propone: que lo que es un hecho biológico muy poco común, el hermafroditismo, sea apartado del dato biológico, para ser incluido dentro de los "derechos humanos".
Nos oponemos a esta consideración por ser contraria a toda razón lógica y por ser contrario también a la Revelación de Nuestro Señor Jesucristo, Creador, Redentor y Santificador de la naturaleza humana y de todo hombre.
Ofrecemos el siguiente artículo, transcripto literalmente, hecha la previa aclaración de que no compartimos sus puntos de vista y de que su exposición es meramente ilustrativa de la endémica debilidad del "pensamiento único" que aflige a Occidente, que hace rato dejó de ser Cristiano, para ser apóstata.
Hacia los tres sexos
Australia y Alemania han reconocido ya el sexo neutro, mientras la comunidad intersexual empieza a organizarse para luchar por sus derechos.
26 de diciembre de 2013
En el libro Evolution’s Rainbow (University of California Press, 2004),
la bióloga estadounidense Joan Roughgarden nos descubre como la mitad
de todas las especies que pueblan la tierra, ya sean animales o
vegetales, no podrían entrar en la clasificación de macho o hembra. La
mayoría de las plantas son hermafroditas y también algunos animales como
los percebes, caracoles, estrellas de mar y muchos peces, algunos de
los cuales empiezan su vida siendo machos y luego se transforman en
hembras o viceversa.
Los humanos siempre hemos tenido muy claro este esquema sexual binario,
sin embargo no siempre es así, y muchos empiezan a cuestionarse este
modelo. Este mismo año, Australia y Alemania han reconocido el género neutro,
es decir la posibilidad de que un ciudadano de estos países no deba ser
registrado como hombre o mujer necesariamente, sino que deje libre la casilla correspondiente al sexo.
Alemania es el primer país europeo en aprobar esta iniciativa y todo
parece indicar que en los próximos años veremos a otros sumarse a esta
política.
Para muchos esta decisión sienta las bases para combatir la, hasta
ahora habitual, costumbre de practicar cirugías genitales en recién
nacidos, cuando sus órganos sexuales no están claros, o cuando presentan
características fisiológicas de los dos sexos. El niño/a debía ser
definido como hombre o mujer para inscribirlo en el registro y, en la
mayor parte de los casos, eso lo decidía el médico, que optaba por dar
prioridad a los órganos más desarrollados o visibles, extirpando los de
menor tamaño. Así, la angustia de la indeterminación se zanjaba y el
niño crecía con un sexo definido.
Como cuenta el documental de TVE emitido en La noche temática y que lleva por título La ciencia de los sexos.
Intersex, los casos de hermafroditismo, androginia o de individuos
intersexuales, como se les empieza a llamar, no son tan aislados como
creemos. Las estadísticas dicen que hay un caso por cada 250 personas y
que la frecuencia con la que nos encontramos con un intersexual sería similar a la de coincidir con un pelirrojo.
Según la Organización Mundial de la Salud, afecta al 1 % de la
población mundial. En Alemania, cada año nacen 400 niños sin sexo
definido y en EEUU cada día se hacen cinco operaciones quirúrgicas de
asignación de sexo en recién nacidos. Operaciones que, según Francisca
Molero, ginecóloga, sexóloga y directora del Institut Clinic de
Sexología, de Barcelona “ponen en peligro la salud del paciente y que
pueden dañar los genitales o disminuir su sensibilidad”. Los partidarios
argumentan que asignar un rol sexual al bebé evita que éste sufra
discriminación en el futuro y alivia la tensión emocional que sufren los
padres. Sin embargo, no evita daños posteriores como el caso de Rudy
Alaniz, que registra el documental, y que creció como un chico, se
alistó en el ejército, fue a luchar a la Guerra del Golfo y, debido a
una lesión de espalda y a una resonancia magnética posterior, descubrió
que tenía ovarios y un útero poco desarrollado. Rudi empezó una serie de
descubrimientos que le mostraron el engaño al que había sido sometido
desde pequeño por los médicos y sus padres, lo que le produjo una
depresión.
Las voces de la comunidad intersexual empiezan a alzarse, muchos casos
comienzan a salir a la luz y ya hay organizaciones que velan por sus
derechos como la OII (Organización Internacional de Intersexuales) o la ISNA
(Intersex Society of North America), en EEUU. Estos organismos son
contrarios a que la identidad sexual del recién nacido perteneciente a
este colectivo, sea decidida en un quirófano, por el equipo médico, y
abogan por que ésta sea asumida más adelante, por el propio individuo,
que deberá decidir si quiere someterse a cirugía o no. La pregunta que
surge entonces es, ¿y mientras llega ese momento, cómo educamos a esa
persona: como hombre, mujer, indeterminado? La ISNA es partidaria de dar
siempre un género al niño —aunque este pueda ser modificado en la edad
adulta o la pubertad—, independiente de su genitalidad, ya que la
clasificación de “neutro” no hará sino tachar al individuo como raro u
outsider. En su artículo How can you assign a gender (boy or
girl) without surgery? (¿Cómo asignar un género -chico o chica- sin
cirugía?) explica como éste se basará en test hormonales y genéticos,
además de en la experiencia y opinión de los médicos, que pueden en
cierta forma, predecir en cual de los dos sexos se sentirá más cómodo el
bebé. La ISNA no es contraria a las operaciones quirúrgicas, si su
finalidad es mejorar la salud física del niño o ayudarle a cumplir sus
funciones fisiológicas, por ejemplo, hacerle un orificio para orinar en
el pene, cuando el niño no dispone de uno.
El caso de la comunidad intersexual abre otro debate que se centra en
el hecho de que sentirse hombre o mujer es, algunas veces, independiente
a los órganos sexuales que uno posea, como queda patente en el caso de
los transexuales. El psicólogo Gabriel J. Martín, especializado en
psicología de la homosexualidad, cree que “la identidad sexual se
mantiene estable desde el nacimiento hasta la muerte, pero esta no
reside en los genitales de una persona”. J. Martín nació con una
intersexualidad y los médicos creyeron que era niña, aunque él nunca se
sintió una chica. Con la adolescencia, cuando le salió barba y le creció
el pene, descubrió su verdadera orientación. Este psicólogo cree que
“los cambios legales de países como Australia o Alemania, son
interesantes porque empiezan a hacer visible a este colectivo, pero si
no van acompañados de una pedagogía social, tienen su parte negativa,
porque al niño se le cuelga la etiqueta de “neutro” y se le pone en el
punto de mira de las criticas de una sociedad que todavía no asume ni
entiende a este colectivo”.
Según Francisca Molero, “el tema de la intersexualidad es algo todavía
muy escondido, de lo que mucha gente no quiere aún hablar.
Muchas veces son los propios padres los que piden una solución
quirúrgica porque no pueden afrontar la idea de que su hijo es
intersexual, o la comunidad en la que viven jamás lo aceptaría.
Queda todavía mucho por hacer, pero es una labor de evolución
colectiva. Los transexuales empiezan a ser ya más visibles y algunos
comienzan a elegir la opción de no operarse, independientemente de su
orientación sexual, porque los genitales, entre otras cosas, sirven para
dar placer. Pero todavía hay un largo camino que recorrer para que la
intersexualidad empiece a ser admitida”.
Aunque puede parecer un gran avance en materia de igualdad, la mayor
parte de las organizaciones de intersexuales rechazan el “tercer
género”, que propone Alemania y Australia porque piensan que puede
estigmatizar a los pequeños. Un artículo publicado en la web de la OII
titulado Sobre la violenta construcción del sexo como binario y firmado
por Antke Engel, puede darnos una idea de su postura, aparentemente
contradictoria: “A la luz del hecho de que esto todavía no ha sido
siquiera considerado una posibilidad, a una le queda la firme impresión
de que las regulaciones que controlan la ambigüedad sexual no está
hechas para nada en el interés de aquellas personas afectadas, sino más
bien en el interés de aquellos que desean mantener intacta la presente
jerarquía de relaciones sexuales, de cara a prevenir cualquier
incertidumbre”.
(extraído de: http://smoda.elpais.com/articulos/intersexualidad-el-tercer-sexo/4265)