Donald Trump, Presidente de EE.UU.,
abiertamente pro-vida.
La administración Trump está bloqueando el apoyo financiero y político a los grupos abortistas en las más altas esferas de la diplomacia internacional, incluyendo las recientes cumbres del G7 y G20.
Los ministros de la salud de las siete economías más importantes del mundo no se pusieron de acuerdo respecto al lenguaje relacionado con la «salud sexual y reproductiva», en un documento que abordaba las prioridades sanitarias globales y el cambio climático, objeto de las negociaciones del pasado fin de semana en Milán.
El comunicado final del G7, resultado del encuentro ministerial, no utilizaba la expresión preferida de la industria del aborto, ofreciendo en cambio apoyo a las Naciones Unidas para que refuerce la salud de la madre y el hijo. Los acuerdos del G20 del verano pasado también excluían dicha expresión.
«Los negociadores de los EE.UU. han dedicado la semana pasada a bloquear con firmeza todos los intentos de alcanzar un compromiso», informó con tono de alarma el domingo por la tarde Buzzfeed, el noticiario online de izquierdas, cuando las negociaciones estaban llegando a su fin. El artículo citaba a negociadores anónimos que calificaron la posición de los Estados Unidos de «extrema».
Los EE.UU. propusieron, durante las negociaciones, llegar a un acuerdo sobre el lenguaje, de modo que la expresión «salud sexual y reproductiva» tuviera como referencia los acuerdos que se llevaron a cabo con las Naciones Unidas, que niegan explícitamente que el aborto es un derecho internacional. Al final, fueron los negociadores de Canadá y Europa los que no quisieron que se mencionara para nada la expresión «salud sexual y reproductiva», prefiriendo su restricción a excluir el derecho al aborto.
Hace mucho que la expresión «salud sexual y reproductiva» es objeto de controversia en las negociaciones internacionales. Según algunos, dicha expresión marca la inclusión del aborto en los acuerdos de las Naciones Unidas, en la bibliografía global sobre salud y en los casos judiciales nacionales e internacionales del mundo. Agotados por la controversia asociada a dicha expresión, más de 60 delegaciones de las Naciones Unidas formularon reservas sobre su utilización cuando la Asamblea General de la ONU adoptó los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2015, entre ellas la Santa Sede.
Desde los años 90, el uso de dicha expresión en los acuerdos internacionales ha permitido a grupos que fomentan y realizan abortos recibir apoyo político y económico internacional junto a organizaciones comprometidas en la salud materna, la planificación familiar y el tratamiento y prevención de las ETS. En su programación, estos grupos la utilizan para agrupar todos estos aspectos en un único marco integrado y, de este modo, ofrecer la apariencia de coherencia.
En los acuerdos internacionales, su falta de claridad se utiliza para esconder cuestiones controvertidas como el aborto. Esto socava la ley y la política exterior de los EE.UU. al canalizar los fondos de los contribuyentes hacia grupos abortistas, dándoles así apoyo político a través de ayudas multilaterales. La expresión es también controvertida porque intenta crear un derecho humano internacional al aborto a través del derecho internacionalconsuetudinario.
Los acuerdos sobre salud del G7 han ofrecido apoyo a la iniciativa del Secretario General de la ONU llamada «Estrategia global para la salud de la mujer, el niño y el adolescente», aunque tratar con la burocracia de la ONU en temas de salud global es problemático desde un punto de vista provida. El último informe de esta iniciativa promociona el acceso al aborto y a los fármacos anticonceptivos a chicas jóvenes sin que sea necesario el consentimiento de los padres, como parte de un «enfoque basado en el derecho» a una «salud sexual y reproductiva».
La defensora, desde hace mucho tiempo, del aborto y antigua Primera Ministra de Finlandia, Tarja Halonen, ha declarado que «los derechos humanos en el contexto de la salud sexual y reproductiva, incluyendo el acceso al aborto seguro» estaban «siendo fuertemente atacados». Hizo esta declaración cuando presentó un informe en la sede de las Naciones Unidas en Ginebra, después del lanzamiento de la campaña “Ella decide” contra la política exterior provida del Presidente Trump. Los funcionarios de la ONU pertenecientes a la secretaría, la Organización Mundial de la Salud y ONU-Mujer están entre los promotores de la campaña.
(Artículo publicado en LifeSiteNews. Traducción de Helena Faccia Serrano para InfoVaticana)
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