El arzobispo Sviatoslav Shevchuk de Kiev-Halych, primado de la Iglesia Católica Ucraniana de rito oriental, y el arzobispo Mieczyslaw Mokrzycki de Lviv, presidente de la conferencia episcopal de rito latino del país, han pedido al gobierno ucraniano que ponga fin a la práctica de permitir que los extranjeros contraten a mujeres ucranianas para que conciban y den a luz sus hijos.
(CH) La publicación de un vídeo por parte de una agencia de maternidad subrogada, en el que se ven a decenas de bebés siendo atendidos por enfermeras debido a que sus padres «legales» no pueden recogerles por el cierre de fronteras, los obispos de Ucrania han pedido el fin de semejante práctica que atenta contra la dignidad humana tanto de las mujeres que venden sus úteros como de los niños, que se convierten en objeto de compra y venta.
Los prelados piden al gobierno políticas de apoyo a la familia que «aseguren que las madres ucranianas no tengan que vender sus cuerpos y sus hijos para su propia supervivencia y la de sus familias».
Aunque el video muestra a mujeres alimentando, cambiando y acariciando a los bebés, los obispos denuncian que se trata de «46 bebés llorando, privados del toque maternal, del calor paternal, del cuidado desinteresado, del amor necesario». El resultado, advierten, es una escena de «un producto comprado cuyo comprador no vino».
«Tal demostración de desprecio por la persona humana y su dignidad es inaceptable. Y todo esto es posible debido a la legalización de la subrogación», sentencian los arzobispos.
«La llamada maternidad sustituta, que no debería llamarse 'maternidad', no sólo implica los horribles fenómenos que ahora se manifiestan, sino que, en el fondo, es un mal moral y trae innumerables sufrimientos y dificultades a todos los participantes en este trato, incluido el niño, la madre sustituta, los miembros de su familia y, por último, las personas que ordenan y 'producen' los niños», aseguran los prelados.
Y añaden que «incluso la llamada "subrogación altruista", en la que una mujer da a luz a un niño por otro sin recibir pago alguno, es moralmente inaceptable». Pero la subrogación comercial,«desde el punto de vista moral, merece una evaluación aún más dura porque añade el mal moral de comprar y vender las funciones del cuerpo y la persona del recién nacido. Ninguna circunstancia o consecuencia puede justificar la práctica de la subrogación».
Recuerdan además que «cada niño es un regalo de Dios que debe ser aceptado con gratitud en el matrimonio de un hombre y una mujer. Todo niño tiene derecho a ser concebido naturalmente, y todo niño tiene derecho a nacer en una familia y a ser criado en una atmósfera de amor de su padre y su madre».
Políticamente, añaden los obispos, la legalización de la subrogación comercial «hace imposible que Ucrania siga la senda del desarrollo, la senda de un gran patrimonio europeo. Tal laguna en la legislación ucraniana destruye significativamente los esfuerzos de integración europea y desacredita a nuestro país a los ojos de la sociedad europea, donde la subrogación remunerada es ilegal».
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