El cigoto, es decir, el ovocito fecundado por un espermatozoide, es ya una persona humana, con un acto de ser, con un cuerpo y con un alma, y por lo tanto, su primer derecho humano es el derecho a vivir

lunes, 10 de enero de 2011

¿Por qué la Iglesia se opone a la ciencia?


¿Por qué la Iglesia Católica, a decir de muchos, se opone al prodigioso avance científico y tecnológico aplicado a la vida humana?

¿Por qué la Iglesia se opone sistemáticamente a la clonación, a la fecundación in vitro? ¿Por qué se opone a que se aplique la tecnología en la eutanasia? ¿Por qué se niega a la manipulación de células madres embrionarias, o al alquiler de úteros? ¿Por qué se opone a un acto -aparentemente- tan humanitario, como el de crear un “hermano medicamento” para salvar la vida de un niño que, indefectiblemente, habrá de morir si no se recurre a esta instancia?

¿No demuestra con esto la Iglesia, que lo que sus detractores dicen de ella, que es una sociedad arcaica, perimida, y pasada de moda es cierto? ¿No debería la Iglesia, en pos de una aceptación del mundo moderno, revisar –y cambiar- una posición que es, aparentemente, anticuada, retrógrada, y contraria al progreso de la humanidad?

La respuesta a todas estas preguntas pueden articularse en tres grandes ejes: el valor inconmensurable de la vida humana, la dignidad de la persona humana, y la grandeza del amor esponsal.

Es para respetar el valor inestimable que como persona humana tiene el cigoto unicelular, que la Iglesia se opone a la fecundación in vitro –y a la clonación, al alquiler de úteros, a la generación de “hermanos medicamentos”, etc.-, porque en esta técnica, por cada embrión viable para implantar, deben descartarse diez, veinte, o más y, en el mejor de los casos, si no se los descarta, se los debe congelar, lo cual constituye un atropello a la dignidad y a los derechos humanos de estas personas-embriones, traídos al mundo sin la mediación del amor de los esposos. En otras palabras, no se justifica, por pretender engendrar un hijo, la eliminación –o congelación- de diez, veinte, o más hermanos suyos. No se justificaría ni siquiera si fuera un solo embrión el descartado o el congelado, ya que lo que se tiene en cuenta es la condición de persona humana de cada embrión por separado, sin importar la cantidad total de embriones fecundados.

Pero en este caso, además de eliminar o congelar a los hermanos del embrión seleccionado, avasallando el derecho a la vida que cada uno tiene, se avasalla otro derecho humano del embrión, y es de nacer en el ámbito del amor esponsal. En efecto, cada ser humano, por su dignidad intrínseca, más allá de su condición racial, de su edad, de su sexo, de sus cualidades, muchas o pocas, tiene DERECHO a nacer el ámbito del amor de los esposos, es decir, como “consecuencia” del acto sexual reproductivo entre el esposo y la esposa, que es unitivo y procreativo a la vez; cada ser humano tiene derecho a nacer como fruto del amor de los esposos, comunicado en el acto reproductivo realizado en el ámbito del matrimonio, y no como resultado de un frío proceso aséptico, llevado a cabo en el ámbito de un laboratorio.

Ésta es la razón por la cual la Iglesia se opone principalmente a la fecundación in vitro –además de otras consideraciones de orden moral, como la violación al Sexto Mandamiento-, y el argumento es el mismo para la oposición a la clonación, al alquiler de úteros y a la generación de “hermanos medicamentos”: en todos estos casos, se produce un doble avasallamiento de los derechos humanos de la persona-embrión: si se lo hace vivir, en el caso de un embrión “viable”, no se respeta su derecho inalienable, fundado en su dignidad de ser persona humana, a nacer en el ámbito del amor de sus padres –padre y madre, papá y mamá-, lo cual implica el haber sido deseado como hijo, y nacer como fruto de un amor esponsal, el cual es, junto al amor de madre, el amor más noble y alto entre los legítimos amores humanos.

Por otra parte, cuando se recurre al "cientificismo irracional" -lo cual es una paradoja, porque el cientificismo se vanagloria, precisamente, de ser "racional"-, se da a lugar a situaciones vitales que no encuentran respuesta, ni la podrán encontrar jamás. Por ejemplo: ¿dónde están la madre y el padre de un bebé clonado? ¿Dónde está el padre donante de los espermatozoides de un bebé nacido por fecundación in vitro? Si dos personas del mismo sexo, varones o mujeres, deciden alquilar un útero, comprar el semen y el óvulo necesarios para la fertilización, para obtener un “hijo”, ¿de quién es ese hijo? ¿Cómo explicar a ese niño que nació por una actitud egoísta y no por amor? ¿Cómo explicarle que él salvó su vida “por casualidad”, o porque el técnico del laboratorio decidió que él era viable, mientras que sus hermanitos fueron eliminados o congelados?

El otro derecho que se avasalla, es el de las personas-embriones consideradas “no viables” o “no aptas” para la fecundación: se los elimina y, por lo tanto, se les conculca el primer derecho de toda persona humana, que es el derecho a la vida.

Con respecto a la eutanasia, la Iglesia no puede hacer otra cosa que oponerse, puesto que se trata de un asesinato -o suicidio- encubierto y disfrazado de piedad y de amor, en el que se desconoce el derecho a vivir, y el valor salvífico del sufrimiento humano, cuando es unido a Cristo en la cruz.

Vemos entonces que la oposición de la Iglesia Católica a todas las aberraciones biológicas, médicas, éticas y jurídicas producidas por el cientificismo sin moral y sin principios, no es arbitraria ni caprichosa ni, mucho menos, opuesta a la felicidad y al progreso del hombre.

La oposición de la Iglesia a estos pretendidos “avances científicos” es la oposición y el clamor de una madre que, advirtiendo que su hijo se dirige al abismo, en el cual está a punto de precipitarse, lo llama a viva voz, suplicándole que detenga su camino equivocado.

Un último argumento por el cual la Iglesia se opone a este “humanitarismo científico” que, disfrazado de bondad y de felicidad, degrada y provoca dolor al hombre, radica en Dios, Autor de toda vida, y Amor en Acto Puro: puesto que Él es el Creador de la vida, y puesto que Él es el Amor en sí mismo, todo acto contrario a la vida y al amor –como la clonación, la fecundación in vitro, etc.-, es un acto contrario a su santidad y a su majestad, y es una conculcación de sus derechos divinos: Dios tiene derecho a su criatura, el hombre, porque éste salió de sus manos, y Él lo creó para que sea feliz, en el Camino por Él trazado, camino que está señalado en la propia naturaleza humana.

La pregunta, entonces, no es "¿por qué la Iglesia se opone a la ciencia?", porque la Iglesia no se opone ni a la ciencia, ni al progreso del hombre, sino todo lo contrario, debido a que la ciencia, como fruto de la inteligencia humana, es un don de Dios, ya que Él creó al hombre con una inteligencia capaz de hacer ciencia. La Iglesia no se opone a la ciencia: se opone, sí, con todas sus fuerzas, al "cientificismo", es decir, a la ideología que, falsificando la legítima y verdadera ciencia humana, se erige en dueña de la vida y de la muerte del hombre, sumiéndolo en un mar de desgracias y de dolores.

No puede el hombre, amparado en un falso cientificismo, avasallar los derechos del embrión, avasallar los derechos de Dios sobre el hombre, desplazar a Dios del medio, y jugar a ser Dios.

4 comentarios:

  1. Que cantidad de basura!
    Wtf did I just read?
    Por cosas como está fue que existió todo el desastre y asesinatos que hizo la iglesia católica! Acaso no estuvo a punto de morir galileo por hacer ciencia y pensar? Por favor! Todo esto es un concepto tan estúpido y retrograda que me da es risa. Vine buscando saber por que se oponian al tratamiento con células madre y me fui pensando lo que me suponia: por creencias y argumentos tan débiles como ilusos.

    ResponderEliminar
  2. Esto es una de las cosas mas pateticas, superfluas, inocuas, pueriles que jamas he leido en mi vida. La iglesia catolica al igual que todas las iglesias da asco. Las iglesias NO deben existir, puesto que son la causa de tanta muerte, barbarie e intolerancia en el mundo, perdi valiosos segundos de mi vida al leer este articulo pero lo juro por dios que los recuperare criticandolo. Recuerden tambien pateticos catolicos "CORINTIOS 3 16"... asi es... uso su biblia contra uds para que den cuenta que es increible que algo tan sin sentido como es la religion aun siga existiendo debido a las fuerzas de enajenacion

    ResponderEliminar
  3. Sí, demos gracias a Dios porque somos Templos del Espíritu Santo (CORINTIOS 3, 16) Que si la mayoría de las personas no tuviéramos en cuenta esto, creo que los dos jóvenes que pusieron sus anteriores comentarios no habrían podido hacerlo, ya que (si tenemos en cuenta los porcentajes) habrían sido considerados ¨desecho¨o sobrantes de algún procedimiento científico....

    ResponderEliminar
  4. Soy católico y tan o más imperfecto cómo nos critican y nos dicen patéticos, y pues claro que eso duele en el ego, en el orgullo y hasta algo de rabía da, sin embargo, ¿qué haría Jesús?... mis deseos de paz y felicidad para ellos. Por mi lado, seguiré creyendo en lo que pienso y siento: mi Dios y mi Todo,

    ResponderEliminar