El presidente Vladimir Putin ha firmado la controvertida ley que prohíbe realizar en público propaganda de la homosexualidad y otra normativa que endurecerá el castigo por la ofensa de los sentimientos de los creyentes.
La primera ley, la que lucha contra la "propaganda de relaciones sexuales no tradicionales", establece que si el infractor tiene un cargo público reciba una multa de 40.000 a 50.000 rublos (entre 1.000 y 1.250 euros). Si se trata de una persona jurídica la sanción puede ir de 800.000 al millón de rublos (de 19.000 a 23.500 euros). El castigo se recrudecerá si para tal propaganda se usan medios de comunicación.
"Firmando esta ley que prohíbe la propaganda gay Putin ha ganado una batalla local por los votos de su electorado poco educado, pero ha perdido una lucha histórica", explica Nikolai Alexeiev, uno de los líderes del movimiento gay en Rusia, sobre un texto legal que fue aprobado sin votos en contra el pasado 11 de junio en la cámara baja de Rusia. La cámara alta dio su visto bueno esta semana.
Aunque la ley aparece enunciada como una herramienta para mantener el mensaje de los gays lejos de los niños, en la práctica supone que los homosexuales no podrán organizar actos ni protestas en público, ni tampoco utilizar los medios de comunicación.
"La historia probará que ellos [el Gobierno] no tienen razón y nosotros sí", se consolaba Alexeiev esta tarde. Los gays han ido saliendo poco a poco de la sombra durante las últimas décadas, pero son todavía una entidad insignificante ante la ola de conservadurismo que vive el país de la mano del Kremlin y la Iglesia ortodoxa. Clérigos y jerarcas coinciden en que el liberalismo de Occidente está corrompiendo a la juventud y alentando las protestas.
Esta normativa en legal, que ahora imperará en todo el estado, lleva tiempo vigente, en términos muy similares, en algunas ciudades rusas desde hace más de un año. Una de ellas es San Petersburgo, donde ayer mismo la policía detuvo a docenas de manifestantes que intentaban celebrar el Día del Orgullo Gay. Según medios locales, no acudieron más de 50 gays, pero en las cercanías se congregaron más de 100 nacionalistas y ortodoxos que les increparon.
La policía intentó que los gays se dispersaran, ya que está prohibido celebrar reuniones homosexuales en público. Los que no lo hicieron fueron detenidos, y también otros por oponer resistencia y enfrentarse a los que los increpaban, algunos de los cuales también acabaron entre rejas. Esta mañana fue liberado el último activista que quedaba en custodia policial, Yury Gavrikov, el organizador del evento.
Coto a los ataques a la Iglesia
El presidente aprobó también la enmienda del artículo del Código Penal de la Federación Rusa que establece las penas por atacar los sentimientos de los creyentes.
La nueva redacción de este artículo estipula castigar con multas hasta 500.000 rublos (más de 11.000 euros), trabajos sociales o hasta con tres años de cárcel por acciones en lugares públicos en que se falte al respeto a la sociedad y la ofensa a los sentimientos de los creyentes, especialmente si se profieren amenazas de usar la violencia.
La irrupción de las feministas punk de Pussy Riot el año pasado en la Catedral de Cristo Salvador, donde cantaron una 'oración punk' contra Putin por la que fueron condenadas a dos años de cárcel, ha alterado los ánimos de muchos religiosos.
Durante el pasado invierno hubo incluso patrullas ciudadanas en torno a algunos templos del país después de que algunas cruces y otros símbolos fuesen atacados en algunos actos de vandalismo de carácter aislado.