Las mujeres que abortan tienen entre 6 y 7 veces más probabilidades de suicidarse que las mujeres que nunca abortaron. Pero el aborto no solo afecta a las mujeres embarazas, sino también a los abortistas y a todo aquel que tienen relación con esta industria.
El aborto es totalmente destructivo e implica un coste emocional para todos los involucrados. Incluso aquellos que participan en la industria del aborto se ven afectados.
La psicóloga británica Mary Mullany explica cómo no solo las mujeres que ingresan por abortos experimentan un trauma emocional, sino también los trabajadores.
“Mi trabajo como Especialista Clínica Psiquiátrica implica asesoramiento directo a mujeres que desean abortar y consultas con personal de enfermería y médicos que realizan los procedimientos. Lo que ha sido más angustioso para mí es el desaliento que experimenta el personal de enfermería, lo que produce una tasa de deserción muy alta”, describe Mullany.
Según dos estudios basados en registros médicos, las mujeres que abortan tienen entre 6 y 7 veces más probabilidades de suicidarse que las mujeres que nunca abortaron. Las adolescentes son aún más vulnerables: la tasa de suicidio después del aborto es 10 veces mayor de lo normal, según informa Liveaction. Por tanto, el aborto no ayuda a las mujeres; les hace daño. Y ciertamente, no ayuda a los bebés.
La extrabajadora del aborto Annette Lancaster asegura que muchas compañeras a menudo lloraban mientras limpiaban los instrumentos o cuando tenían que hurgar con las partes del cuerpo del feto.
Exabortista: “La culpa de haber ayudado en abortos es tan grande 10 años después que a veces pienso que necesito terapia”
En esta línea, otra exempleada de la industria del aborto afirma que todavía tiene cicatrices emocionales y sufre un trauma. Después de presenciar un aborto en la televisión, la culpa fue mayor.
“El otro día lo vi sobre el aborto en la televisión y tuve que correr al baño. La culpa de haber ayudado en abortos es tan grande 10 años después que a veces pienso que necesito terapia. El problema es que no conozco ningún terapeuta con quien pueda hablar sobre esto”, relata.
Aunque puede ser difícil encontrar un terapeuta que comprenda las necesidades psicológicas de los extrabajadores del aborto existe un lugar donde los exabortistas pueden buscar apoyo emocional y curación. Se llama And Then There Were None, fundada por la exempleada del aborto Abby Johnson, donde se ofrecen retiros curativos y apoyo emocional.
Los investigadores también han comentado cómo el aborto causa angustia emocional en las personas que los ayudan o los comprometen. Una autora que entrevistó a abortistas y trabajadores del aborto para un libro que estaba escribiendo hizo la siguiente observación:
“El trabajo de aborto no es fácil. Los abortos tardíos son terribles. Las enfermeras que realizan abortos después del primer trimestre del embarazo parecen estar bastante angustiadas por lo que está sucediendo, o parecen más bien cínicas y duras”.
Journal of Medical Ethics, asegura:”El desmembramiento de un bebé viola el instinto humano general”
Un artículo en el Journal of Medical Ethics también describe cómo los abortos afectan negativamente a los abortistas, especialmente cuando se realizan por desmembramiento:
“Está claro que desmembrar físicamente y sacar al feto es emocionalmente angustiante para el médico. El desmembramiento de un bebé viola el instinto humano general porque es moralmente peor que la destrucción del feto por otros medios”.
Al respecto también se ha pronunciado un abortista de Planned Parenthood, que explicó: “Cuando haces un ultrasonido (ecografía), particularmente si tienes niños, y ves un feto pateando, moviéndose, viviendo, haciendo cosas que hace tu propio hijo, llevándose el pulgar a la boca, y cosas así, es difícil. A veces, después del procedimiento, tenemos que mirar el espécimen, y ves brazos y piernas y cosas así arrancadas… Todo esto tiene un precio emocional”.
Algunos exabortistas incluso tienen pesadillas. La extrabajadora Jewels Green cuenta: “Empecé a tener pesadillas y me sentía atormentada por pequeños bebés fantasmas sin miembros. Estaba flotando por un estrecho arroyo con partes del cuerpo en miniatura esparcidas en cada orilla, y luego comenzaba a hundirme”.
En su testimonio, Green explicó que su razón para involucrarse en la industria del aborto era la culpa que sentía por su propio aborto. Rodearse de personas que apoyaban esta práctica alivió su conciencia. Cada vez que otra mujer elegía el aborto, Green sentía que su propia elección era validada.
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