Todas sus intervenciones luego del sínodo del pasado mes de octubre
1. De la respuesta a una pregunta durante el encuentro con el movimiento apostólico Schoenstatt, 25 de octubre de 2014:
Pienso que la familia cristiana, la familia y el matrimonio, nunca han sido tan atacados como en este momento. Atacados directamente o atacados de hecho. Puede ser que me equivoque, los estudiosos de la Iglesia lo podrán decir. Pero que la familia sea golpeada, y que la familia sea bastardeada... ¿Se puede llamar familia a todo? No. ¡Cuántas familias son heridas, cuántos matrimonios rotos, cuánto relativismo en la concepción del sacramento del matrimonio! En este momento, desde un punto de vista sociológico y desde el punto de vista de los valores humanos, así como del sacramento católico, del sacramento cristiano, hay una crisis de la familia, crisis porque la atacan por todas partes y la dejan muy herida!
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2. Del discurso a la Asociación de los Médicos católicos italianos, el 15 de noviembre de 2014:
El pensamiento dominante propone a veces una «falsa compasión»: la que considera una ayuda para la mujer favorecer el aborto, un acto de dignidad facilitar la eutanasia, una conquista científica «producir» un hijo considerado como un derecho en lugar de acogerlo como don; o usar vidas humanas como conejillos de laboratorio para salvar posiblemente a otras. […] La fidelidad al Evangelio de la vida y al respeto de la misma como don de Dios, a veces requiere opciones valientes y a contracorriente que, en circunstancias especiales, pueden llegar a la objeción de conciencia. Y a muchas consecuencias sociales que tal fidelidad comporta. Estamos viviendo en una época de experimentación con la vida. Pero un experimentar mal. Tener hijos en lugar de acogerlos como don, como he dicho. Jugar con la vida.
Estad atentos, porque esto es un pecado contra el Creador: contra Dios Creador, que creó de este modo las cosas. Cuando muchas veces en mi vida de sacerdote escuché objeciones: «Pero, dime, ¿por qué la Iglesia se opone al aborto, por ejemplo? ¿Es un problema religioso?» —«No, no. No es un problema religioso». —«¿Es un problema filosófico?» —«No, no es un problema filosófico». Es un problema científico, porque allí hay una vida humana y no es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema. «Pero no, el pensamiento moderno...» —«Pero, oye, en el pensamiento antiguo y en el pensamiento moderno, la palabra matar significa lo mismo».
Lo mismo vale para la eutanasia: todos sabemos que con muchos ancianos, en esta cultura del descarte, se realiza esta eutanasia oculta. Pero, también está la otra. Y esto es decir a Dios: «No, el final de la vida lo decido yo, como yo quiero». Pecado contra Dios Creador. Pensad bien en esto.
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3. Del discurso al Coloquio internacional sobre la Complementariedad entre el hombre y la mujer, promovido por la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 17 de noviembre de 2014:
Hay que insistir en los pilares fundamentales que rigen una nación: sus bienes inmateriales. La familia sigue siendo la base de la convivencia y la garantía contra la desintegración social. Los niños tienen el derecho de crecer en una familia, con un papá y una mamá, capaces de crear un ambiente idóneo para su desarrollo y su maduración afectiva. Por esa razón, en la exhortación apostólica "Evangelii gaudium" he puesto el acento en la aportación «indispensable» del matrimonio a la sociedad, aportación que «supera el nivel de la emotividad y el de las necesidades circunstanciales de la pareja». […]
En estos días, mientras reflexionáis sobre la complementariedad entre hombre y mujer, os exhorto a poner de relieve otra verdad referida al matrimonio: que el compromiso definitivo respecto a la solidaridad, la fidelidad y el amor fecundo responde a los deseos más profundos del corazón humano. Pensemos sobre todo en los jóvenes que representan el futuro: es importante que ellos no se dejen envolver por la mentalidad perjudicial de lo provisional y sean revolucionarios por la valentía de buscar un amor fuerte y duradero, es decir, de ir a contracorriente: se debe hacer esto.
Sobre esto quisiera decir una cosa: no debemos caer en la trampa de ser calificados con conceptos ideológicos. La familia es una realidad antropológica, y, en consecuencia, una realidad social, de cultura, etc. No podemos calificarla con conceptos de naturaleza ideológica, que tienen fuerza sólo en un momento de la historia y después decaen. No se puede hablar hoy de familia conservadora o familia progresista: la familia es familia. No os dejéis calificar por este o por otros conceptos de naturaleza ideológica. La familia tiene una fuerza en sí misma.
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4. Del discurso al Parlamento Europeo de Estrasburgo, 25 de noviembre de 2014:
Desde muchas partes se recibe una impresión general de cansancio, de envejecimiento, de una Europa anciana que ya no es fértil ni vivaz. […] Se constata amargamente el predominio de las cuestiones técnicas y económicas en el centro del debate político, en detrimento de una orientación antropológica auténtica. El ser humano corre el riesgo de ser reducido a un mero engranaje de un mecanismo que lo trata como un simple bien de consumo para ser utilizado, de modo que – lamentablemente lo percibimos a menudo –, cuando la vida ya no sirve a dicho mecanismo se la descarta sin tantos reparos, como en el caso de los enfermos, los enfermos terminales, de los ancianos abandonados y sin atenciones, o de los niños asesinados antes de nacer.
Este es el gran equívoco que se produce «cuando prevalece la absolutización de la técnica», que termina por causar «una confusión entre los fines y los medios». Es el resultado inevitable de la «cultura del descarte» y del «consumismo exasperado». Al contrario, afirmar la dignidad de la persona significa reconocer el valor de la vida humana, que se nos da gratuitamente y, por eso, no puede ser objeto de intercambio o de comercio.
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5. Del mensaje a los participantes en el Festival de la Familia, en Riva del Garda, el 5 de diciembre de 2014:
La preocupante tendencia demográfica requiere, por parte de todos los sujetos interesados, una extraordinaria y valiente estrategia a favor de las familias. Desde aquí se puede comenzar también un relanzamiento económico para el país.
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6. Del mensaje "urbi et orbi" en la solemnidad de Navidad, 25 de diciembre de 2014:
Pienso en todos los niños hoy maltratados y muertos, sea los que lo padecen antes de ver la luz, privados del amor generoso de sus padres y sepultados en el egoísmo de una cultura que no ama la vida; sean los niños desplazados a causa de las guerras y las persecuciones, sujetos a abusos y explotación ante nuestros ojos y con nuestro silencio cómplice; a los niños masacrados en los bombardeos, incluso allí donde ha nacido el Hijo de Dios. Todavía hoy, su silencio impotente grita bajo la espada de tantos Herodes. Sobre su sangre campea hoy la sombra de los actuales Herodes. Hay verdaderamente muchas lágrimas en esta Navidad junto con las lágrimas del Niño Jesús.
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7. Del discurso a la Asociación Italiana de las Familias Numerosas, 28 de diciembre de 2014:
Queridos padres, os estoy agradecido por el ejemplo de amor a la vida, que vosotros custodiáis desde la concepción hasta el fin natural, incluso con todas las dificultades y los pesos de la vida, y que lamentablemente las instituciones públicas no siempre os ayudan a llevar adelante. Justamente vosotros recordáis que la Constitución italiana, en el artículo 31, pide una particular atención hacia las familias numerosas; pero esto no encuentra una adecuada respuesta en los hechos. Queda en las palabras. Deseo, por lo tanto, incluso pensando en la baja natalidad que desde hace tiempo se registra en Italia, una mayor atención de la política y de los administradores públicos, en todos los niveles, con el fin de dar el apoyo previsto a estas familias. Cada familia es célula de la sociedad, pero la familia numerosa es una célula más rica, más vital, y el Estado tiene todo el interés de invertir en ellas.
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8. Del mensaje para la XXIII Jornada mundial del Enfermo, 30 de diciembre de 2014:
Pidamos con fe viva al Espíritu Santo que nos otorgue la gracia de comprender el valor del acompañamiento, con frecuencia silencioso, que nos lleva a dedicar tiempo a estas hermanas y a estos hermanos que, gracias a nuestra cercanía y a nuestro afecto, se sienten más amados y consolados. En cambio, qué gran mentira se esconde tras ciertas expresiones que insisten mucho en la «calidad de vida», para inducir a creer que las vidas gravemente afligidas por enfermedades no serían dignas de ser vividas.
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9. Del discurso a los miembros del cuerpo diplomático acreditado en la Santa Sede, 12 de enero de 2015:
La misma familia es objeto de descarte, a causa de una cada vez más extendida cultura individualista y egoísta que anula los vínculos y tiende a favorecer el dramático fenómeno de la disminución de la natalidad, así como de leyes que privilegian diversas formas de convivencia en lugar de sostener adecuadamente a la familia por el bien de toda la sociedad.
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10. Del discurso a las autoridades y al cuerpo diplomático en el palacio presidencial de Manila, 16 de enero de 2015:
Las familias tienen una misión indispensable en la sociedad. Es en la familia donde los niños aprenden valores sólidos, altos ideales y sincera preocupación por los demás. Pero al igual que todos los dones de Dios, la familia también puede ser desfigurada y destruida. Necesita nuestro apoyo. Sabemos lo difícil que es hoy para nuestras democracias preservar y defender valores humanos básicos como el respeto a la dignidad inviolable de toda persona humana, el respeto de los derechos de conciencia y de libertad religiosa, así como el derecho inalienable a la vida, desde la de los no nacidos hasta la de los ancianos y enfermos. Por esta razón, hay que ayudar y alentar a las familias y las comunidades locales en su tarea de transmitir a nuestros jóvenes los valores y la visión que permita lograr una cultura de la integridad: aquella que promueve la bondad, la veracidad, la fidelidad y la solidaridad como base firme y aglutinante moral para mantener unida a la sociedad.
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11. Del discurso a las familias en el “Mall of Asia Arena” de Manila, 16 de enero de 2015:
Estemos atentos a las nuevas colonizaciones ideológicas. Existen colonizaciones ideológicas que buscan destruir la familia. No nacen del sueño, de la oración, del encuentro con Dios, de la misión que Dios nos da. Vienen de afuera, por eso digo que son colonizaciones. […] Y así como nuestros pueblos en un momento de su historia llegaron a la madurez de decirle ‘no’ a cualquier colonización política, como familia tenemos que ser muy, muy sagaces, muy hábiles, muy fuertes para decir ‘no’ a cualquier intento de colonización ideológica sobre la familia. Y pedirle a san José, que es amigo del ángel, que nos mande la inspiración para saber cuándo podemos decir ‘sí’ y cuándo debemos decir ‘no’.
Las dificultades que hoy pesan sobre la vida familiar son muchas. […] Si, por un lado, demasiadas personas viven en pobreza extrema, otras, en cambio, están atrapadas por el materialismo y un estilo de vida que destruye la vida familiar y las más elementales exigencias de la moral cristiana. Éstas son las colonizaciones ideológicas. La familia se ve también amenazada por el creciente intento, por parte de algunos, de redefinir la institución misma del matrimonio, guiados por el relativismo, la cultura de lo efímero, la falta de apertura a la vida.
Pienso en el beato Pablo VI en un momento donde se le proponía el problema del crecimiento de la población tuvo la valentía de defender la apertura a la vida de la familia. Él sabía las dificultades que había en cada familia, por eso en su Carta Encíclica "Humanae vitae" era tan misericordioso con los casos particulares. Y pidió a los confesores que fueran muy misericordiosos y comprensivos con los casos particulares. Pero él miró más allá, miró a los pueblos de la tierra y vio esta amenaza de destrucción de la familia por la privación de los hijos. Pablo VI era valiente, era un buen pastor y alertó a sus ovejas de los lobos que venían. Que desde el cielo nos bendiga esta tarde. […]
Toda amenaza para la familia es una amenaza para la propia sociedad. Como afirmaba a menudo san Juan Pablo II, el futuro de la humanidad pasa por la familia. El futuro pasa a través de la familia. Así pues, ¡custodiad vuestras familias! ¡proteged vuestras familias! Ved en ellas el mayor tesoro de vuestro país y sustentarlas siempre con la oración y la gracia de los sacramentos. Las familias siempre tendrán dificultades, así que no le añadáis otras. Más bien, sed ejemplo vivo de amor, de perdón y atención. Sed santuarios de respeto a la vida, proclamando la sacralidad de toda vida humana desde su concepción hasta la muerte natural. ¡Qué gran don para la sociedad si cada familia cristiana viviera plenamente su noble vocación!
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12. De la homilía en la Misa en el Rizal Park de Manila, 18 de enero de 2015:
Cuando el Niño Jesús vino al mundo, su propia vida estuvo amenazada por un rey corrupto. Jesús mismo tuvo que ser protegido. Tenía un protector en la tierra: san José. Tenía una familia humana, la Sagrada Familia de Nazaret. Así nos recuerda la importancia de proteger a nuestras familias, y las familias más amplias como son la Iglesia, familia de Dios, y el mundo, nuestra familia humana. Lamentablemente, en nuestros días, la familia con demasiada frecuencia necesita ser protegida de los ataques y programas insidiosos, contrarios a todo lo que consideramos verdadero y sagrado, a lo más hermoso y noble de nuestra cultura.
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13. De la conferencia de prensa en el vuelo de regreso de Filipinas a Roma, 19 de enero de 2015:
P. – En el encuentro que tuvo con las familias habló usted de “colonización ideológica”. ¿Nos podría explicar mejor este concepto? Después hizo referencia al Papa Pablo VI, hablando de casos especiales que son importantes en la pastoral familiar. ¿Nos puede poner algunos ejemplos de estos casos especiales y decirnos si sería necesario abrir caminos, ensanchar los “pasillos” de estos casos?
R. – La colonización ideológica: pondré sólo un ejemplo, que yo mismo presencié. Hace veinte años, en 1995, una señora Ministra de Educación había pedido un importante préstamo para poder construir escuelas para pobres. Le concedieron el préstamo con la condición de que en las escuelas los niños, a partir de un cierto grado, tuvieran un determinado libro. Era un libro escolar, un libro bien preparado didácticamente, en el que se enseñaba la ideología de género. Esta señora necesitaba el dinero del préstamo, pero ésa era la condición. Fue inteligente y dijo que sí; luego mandó hacer otro libro y dio los dos, y así lo consiguió. Eso es la colonización ideológica: entrar en un pueblo con una idea que no tiene nada que ver con él, […] y así colonizar un pueblo con una idea que cambia o pretende cambiar su mentalidad o su estructura. Durante el Sínodo de los Obispos, los obispos africanos se quejaban de esto, que es como poner ciertas condiciones para conceder un préstamo. […] Pero esto no es nuevo. Lo mismo hicieron las dictaduras del siglo pasado. Llegaron con su doctrina. Recuerden a los “Balilla”, a la Juventud Hitleriana… Colonizaron al pueblo, lo querían colonizar. Pero ¡cuánto dolor! Los pueblos no pueden perder la libertad. El pueblo tiene su cultura, su historia. […] A esto llamo “colonizaciones ideológicas”. Hay un libro, […] fue escrito en 1907 en Londres. […] Se titula "Lord of the World", su autor es Benson. Les aconsejo que lo lean. Así entenderán lo que quiero decir con “colonización ideológica”. Esto en cuanto a la primera pregunta.
La segunda: ¿qué quise decir de Pablo VI? Ciertamente la apertura a la vida es condición para el sacramento del matrimonio. Un hombre no puede casarse sacramentalmente con una mujer ni una mujer con un hombre si no están de acuerdo sobre este punto de estar abiertos a la vida. De tal manera que, si se puede probar que él o ella se casaron con la intención de no estar abiertos a la vida, ese matrimonio es nulo. […] Pablo VI estudió esto con una comisión: cómo hacer para ayudar a los múltiples casos, a los muchos problemas, problemas importantes que tienen que ver en el amor de la familia. Problemas de todos los días. Muchos, muchos… Pero había algo más. El rechazo de Pablo VI no era a los problemas personales, sobre los que más tarde dijo a los confesores que tenían que ser misericordiosos y entender las situaciones y perdonar o ser misericordiosos, comprensivos. Él miraba, más bien, al neo-malthusianismo universal que se estaba imponiendo. ¿Y cómo se reconoce este neo-malthusianismo? La tasa de natalidad está por debajo del 1% en Italia, lo mismo que en España. El neo-malthusianismo defendía un control de la humanidad por parte de las potencias. Esto no quiere decir que el cristiano tenga que hacer hijos en serie. Hace algunos meses, reñí a una señora en una parroquia porque estaba embarazada de su octavo hijo después de siete cesáreas: “¿Quiere usted dejar a sus siete hijos huérfanos?”. Eso es tentar a Dios. Se habla de paternidad responsable. Ése es el camino: la paternidad responsable. Lo que quise decir es que Pablo VI no tuvo una visión trasnochada, cerrada. No, fue un profeta, que nos dijo: “Tengan cuidado con el neo-malthusianismo que está llegando”. Eso fue lo que quise decir.
P. – La mayoría de los filipinos cree que el enorme crecimiento de la población filipina es una de las razones más importantes de la gran pobreza del país, y una mujer filipina da a luz más de tres niños de media en su vida, y la postura católica sobre la contracepción parece ser de las pocas cuestiones en que un gran número de la gente de Filipinas no está de acuerdo con la Iglesia. ¿Qué piensa al respecto?
R. – Creo que el número de tres hijos por familia, que usted menciona, según dicen los técnicos, es importante para mantener la población. Tres por pareja. Cuando se baja de esta media, se va al otro extremo, como sucede en Italia, donde he oído –no sé si será verdad– que en 2024 no habrá dinero para pagar las pensiones. El descenso de la población. Por eso, la palabra clave para responder es la que la Iglesia usa siempre, y también yo: “paternidad responsable”. ¿Cómo se hace esto? Con el diálogo. Cada persona, con su pastor, debe preguntarse cómo llevar a cabo esta paternidad responsable. El ejemplo que he mencionado hace un poco, de aquella señora que esperaba el octavo hijo y había dado a luz a siete mediante cesárea: esto es una irresponsabilidad. “No, yo confío en Dios”. “Pero mira, Dios te da los medios; sé responsable”. Algunos creen que, para ser buenos católicos, tenemos que ser –perdonen la expresión– como conejos. No. Paternidad responsable. Esto es claro y para ello están en la Iglesia los grupos matrimoniales, están los expertos en esta materia, están los pastores, y se busca. Conozco muchas soluciones lícitas que han ayudado en esto. Ha hecho bien en decírmelo.
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14. De la audiencia general del miércoles 21 de enero de 2015:
Las familias sanas son esenciales para la vida de la sociedad. Da consuelo y esperanza ver a muchas familias numerosas que acogen a los hijos como un auténtico don de Dios. Ellos saben que cada hijo es una bendición. Escuché que algunos decían que las familias con muchos hijos y el nacimiento de tantos niños está entre las causas de la pobreza. Me parece una opinión superficial. Puedo decir, todos podemos decir, que la causa principal de la pobreza es un sistema económico que quitó a la persona del centro y puso en su lugar al dios dinero; un sistema económico que excluye, excluye siempre: excluye a los niños, a los ancianos, a los jóvenes sin trabajo... y crea la cultura del descarte que vivimos. Nos hemos acostumbrado a ver personas descartadas. Este es el motivo principal de la pobreza, no las familias numerosas. […] Hay que defender también a las familias de las nuevas colonizaciones ideológicas, que atentan contra su identidad y misión.
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15. Tweet en la marcha pro-vida de Washington, 22 de enero de 2015:
Cada vida es un don.
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16. Del discurso a los obispos de Lituania en visita "ad limina", 2 de febrero de 2015:
En este período toda la Iglesia está comprometida en un camino de reflexión sobre la familia, sobre su belleza, sobre su valor y sobre los desafíos que está llamada a afrontar en nuestro tiempo. También os aliento, como pastores, a dar vuestra contribución a esta gran obra de discernimiento y, sobre todo, a cuidar la pastoral familiar, de manera que los esposos sientan la cercanía de la comunidad cristiana, y se los ayude a «no acomodarse a la mentalidad de este mundo, sino a renovarse continuamente según el espíritu del Evangelio» (cf. Rm 12, 2). En efecto, también vuestro país, que ya ha entrado plenamente en la Unión europea, está expuesto a la influencia de ideologías que quieren introducir elementos de desestabilización de las familias, fruto de un sentido de la libertad personal mal entendido. Al respecto, las seculares tradiciones lituanas os ayudarán a responder, según la razón y la fe, a dichos desafíos.
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17. Del discurso al Simposio de las conferencias episcopales de África y Madagascar, 7 de febrero de 2015:
En África, el futuro está en las manos de los jóvenes, y hoy están llamados a defenderse de nuevas y desaprensivas formas de «colonización», como el éxito, la riqueza, el poder a toda costa, pero también el fundamentalismo y el uso distorsionado de la religión, e ideologías nuevas que destruyen la identidad de las personas y las familias.
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18. De la audiencia general del miércoles 11 de febrero de 2015:
Una sociedad avara de procreación, a la que no le gusta rodearse de hijos que considera, sobre todo, una preocupación, un peso, un riesgo, es una sociedad deprimida. Pensemos en las numerosas sociedades que conocemos aquí, en Europa: son sociedades deprimidas, porque no quieren hijos, no tienen hijos; la tasa de nacimientos no llega al uno por ciento. ¿Por qué? Cada uno de nosotros debe de pensar y responder. Si a una familia numerosa la miran como si fuera un peso, hay algo que está mal. La procreación de los hijos debe ser responsable, tal como enseña la encíclica "Humanae vitae" del beato Pablo VI, pero tener más hijos no puede considerarse automáticamente una elección irresponsable. No tener hijos es una elección egoísta. La vida se rejuvenece y adquiere energías multiplicándose: se enriquece, no se empobrece.
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19. De la audiencia general del miércoles 4 de marzo de 2015:
En Occidente, los estudiosos presentan el siglo actual como el siglo del envejecimiento: los hijos disminuyen, los ancianos aumentan. Este desequilibrio nos interpela, es más, es un gran desafío para la sociedad contemporánea. Sin embargo, una cultura de la ganancia insiste en presentar a los ancianos como un peso, un «estorbo». No sólo no producen, piensa esta cultura, sino que son una carga: en definitiva, ¿cuál es el resultado de pensar así? Se descartan. Es feo ver a los ancianos descartados, es algo feo, es pecado. No se dice abiertamente, pero se hace. Hay algo de cobardía en ese habituarse a la cultura del descarte, pero estamos acostumbrados a descartar gente. […] Un poco frágiles somos todos los ancianos. Algunos, sin embargo, son especialmente débiles, muchos están solos y con el peso de la enfermedad. Algunos dependen de tratamientos indispensables y de la atención de los demás. ¿Daremos por esto un paso hacia atrás? ¿Los abandonaremos a su destino? Una sociedad sin proximidad, donde la gratuidad y el afecto sin contrapartida —incluso entre desconocidos— van desapareciendo, es una sociedad perversa. La Iglesia, fiel a la Palabra de Dios, no puede tolerar estas degeneraciones.
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20. Del discurso a la Pontificia Academia para la Vida, 5 de marzo de 2015:
"Honrar" podría hoy traducirse también como el deber de tener un extremo respeto y hacerse cargo de quien, por su condición física o social, se lo podría dejar morir o "dar muerte". Toda la medicina tiene un rol especial en el interior de una sociedad como testigo del honor que se debe a la persona anciana y a cada ser humano. La evidencia y la eficiencia no pueden ser los únicos criterios para dirigir el obrar de los médicos, ni lo son las reglas de los sistemas sanitarios y el lucro económico. Un Estado no puede pensar en ganar con la medicina. Al contrario, no hay deber más importante para una sociedad que cuidar a la persona humana.
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21. De la entrevista concedida a Valentina Alazraki para la emisora mexicana Televisa, realizada el 6 de marzo de 2015, transmitida la tarde del 12 de marzo, traducida y publicada en "L’Osservatore Romano" fechado el 14 de marzo:
P. – ¿Qué espera de este segundo Sínodo? ¿Cree que se ha creado demasiada expectativa a las parejas que sufren los divorciados vueltos a casar, los homosexuales, cree que tienen unas expectativas que van más allá de lo que luego ustedes van a poder lograr? Los divorciados vueltos a casar podrán comulgar, qué tan grande será la aceptación para el mundo de los homosexuales?
R. – Creo que hay expectativas desmesuradas. […] Bueno la familia en crisis, ¿cómo integrar en la vida de la Iglesia las familias, las replay, no? es decir las de segunda unión que a veces resultan fenómenos… que ello fue un fracaso. ¿Cómo reintegrar, no? Que vayan a la Iglesia, entonces cada uno, ahí simplifican y dicen ah les van a dar la Comunión a los divorciados. Con eso no se soluciona nada. Lo que la Iglesia quiere es que vos te integres a la vida de la Iglesia. Pero hay algunos que dicen: “No. Yo quiero tomar la Comunión y ya está”. Una escarapela. Una honorificencia. No. O sea reintegráte. Hay siete cosas que no pueden hacer según la legislación actual los que están en segunda unión. Yo no me las acuerdo todas, pero una es no ser padrinos de Bautismo. ¿Por qué? ¿Y qué testimonio le va a dar al ahijado? El testimonio de decirle: “Mirá querido, yo en mi vida me equivoqué, ahora estoy en esta situación. Soy católico. Los principios son éstos. Yo hago esto y te acompaño”. Testimonio de verdad. […] Si creen, aunque estén en una situación que se disuelve, llamada irregular, y la reconozcan y la acepten, y sepan lo que la Iglesia piensa de esas cosas, no es impedimento. Cuando hablamos de integrar es meter todo esto, después acompañar procesos interiores. […] Después, tenemos un problema muy serio, que es la colonización ideológica sobre la familia. Por eso me referí en Filipinas, porque es un problema muy serio. Es decir los africanos se quejan mucho de esto, bueno, y en Latinoamérica también se da. Y a mí me pasó una vez. Fui testigo de un caso con una Ministra de Educación, cuando uno tiene ciertos créditos, sí pero, la enseñanza de la teoría del “gender”, entonces es una cosa como que va atomizando a la familia ¿no? Esa colonización ideológica que destruye la familia ¿no? Por eso yo creo que del Sínodo saldrán cosas muy claras, muy rápidas, y que ayuden a toda esta crisis familiar, que es total ¿no?