Desde el momento en que los gametos masculino y femenino se
unen, en ese mismo momento, desde el punto de vista biológico, el cigoto así
fecundado es una persona humana en acto de ser y sujeto de derechos, cuyo
primer derecho, inalienable, es el de la vida.
Sin utilizar argumentos religiosos –la concepción humana no
es un hecho religioso sino biológico- y con argumentos científicos sólidos, se
puede afirmar, con absoluta certeza, que el cigoto –fruto de la unión de los
gametos sexuales paternos- es un individuo que pertenece a la especie humana y,
si pertenece a la especie humana, es una persona, porque todo individuo humano
es persona desde su concepción, sin que exista un “momento” en el que no fue un
persona y un “momento” en el que comenzó a serlo.
Con el solo argumento biológico y científico, el aborto
queda deslegitimado y quien está a favor de él, sea que lo practique o que lo
predique, lo hace desde una postura ideológica, lo cual quiere decir
voluntarista o, lo que es lo mismo, irracional, carente de todo sustento racional
y científico.
A partir de este dato, todos –absolutamente todos- los
argumentos que se esgrimen a favor del aborto quedan excluidos del campo de la
razón humana para ingresar en el terreno de las ideologías que, por definición,
son irracionales, porque el ideólogo necesita fanáticos, no gente que piense.
Solo vamos a poner en evidencia la falsedad de dos
argumentos, esgrimidos por el Sr. Presidente de la Nación, por el Ministro de
Salud y por esa especie de masa no-pensante que, enarbolando banderas de
izquierda y de movimientos populistas y marxistas, degradan la condición de la
mujer y se hacen llamar “feministas”.
El Sr. Presidente citó en un discurso reciente el clásico argumento feminista:
“Toda mujer tiene algo valioso que es la libertad y tiene derecho a elegir”. Le
faltó completar que “tiene derecho a elegir y a actuar con libertad” con su
cuerpo -lo cual, en el lenguaje feminista-marxista-abortista, es un eufemismo por "aborto"-, por lo cual es libre de matar a su hijo. Es un argumento falso porque
el embrión no es su cuerpo, sino el cuerpo del embrión y nadie tiene derecho a
matar a una persona, a menos que desee convertirse en homicida.
El
argumento del Sr. Ministro de Salud es absolutamente falso, porque el aborto
no es un problema de salud pública, desde el momento en que no es una
enfermedad y practicar el aborto no soluciona nada, sino que agrava todo, porque
impone un homicidio que antes no existía. Además, no hay ninguna situación médica por la cual asesinar al feto sea causa
de salvación de la madre.
Por
último, el aborto no es jamás un derecho de la mujer –tal como la ex- presidente
argentina Kirchner lo declaró-, porque es un crimen y un crimen no es un “derecho
de la mujer”. Afirmar esto, la convierte en genocida porque condena a muerte a
miles de futuros niños por nacer.
El
aborto es un crimen. Horroroso, abominable, injustificable. Y si bien Dios es infinitamente
misericordioso -y a tal punto que a aquellos que se arrepienten verdaderamente por haber cometido un aborto, no les imputa ese pecado- no aplicará su Misericordia, sino su Justicia Divina para
quienes, a sabiendas de lo que hacen, condenen a muerte a niños por nacer. Si se
burlan de la justicia humana, no escaparán de la Justicia Divina.
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